
1996 |
Argentina
Canción desesperada
Canción desesperada
Director: Jorge Coscia
Reparto: Manuel Callau, Maximiliano Guerra, Patrick Aduma, Paulino Andrada, Rodolfo Ranni, Valeria de Luque
Periodismo como tema: Intermedio
IMDB: 6,0/10 |
Letterdbox: N/A/5
N Mar del Plata
Pablo es un bailarín clásico con un futuro prometedor, pero un dolor en la espalda le pone fin a su carrera. Ya como periodista en una revista, recibe un encargo de su jefe para investigar el tango en Buenos Aires.
Protagonizada por el bailarín Maximiliano Guerra, el título de la película alude a una mítica pieza musical de Enrique Santos Discépolo y intenta recrear un universo tanguero marcado por el amor, el sexo y la muerte. Las secuencias iniciales narran con rapidez el obligado abandono de Pablo de su carrera como bailarín del Teatro Colón por una lesión y su paso al periodismo.
“El oficio del periodista es uno de los más riesgosos. Hombres que se juegan la vida por una primicia o una fotografía en medio de un combate”, dice el protagonista, con la guerra de Sarajevo como telón epocal. Sin embargo, luego completa: “Nunca estuve en ninguna guerra ni elegí el periodismo con excesiva pasión. Mi mayor audacia fue creer que se puede escribir sobre lo que se conoce”.
En la revista en la que trabaja, su jefe El Chancho (Manuel Callau) lo trata de aprendiz y le encarga una nota sobre el under porteño y otra sobre el renacimiento del tango en los jóvenes. Pablo asiste a milongas, observa bailes callejeros, entrevista a especialistas en el género. Escucha hablar, también, sobre “El Pibe Alberto”, el mejor bailarín de la historia, una leyenda de la que nadie sabe su paradero.
Entre cigarrillos y máquinas de escribir, Pablo recibe los retos de su jefe por la demora en la entrega de sus notas. Le pregunta si se cree Oriana Fallaci y le dice que el artículo del tango ya fue, que no le importa a nadie. El periodismo es un oficio que trata con materiales efímeros y cambiantes. Pese a las reprimendas y a su poca experiencia, El Chancho lo envía a Nueva York a realizar una crónica sobre los argentinos que se la rebuscan en la Gran Manzana. “Es una metáfora del buscavidas nacional”, le explica.
En territorio norteamericano, Pablo entrevista a trabajadores y pequeños comerciantes. Entre ellos, conoce a un Lauría (Claudio Rissi), que durante el día trabaja como colocador de alfombras y por las noches es cantor de tangos en el bar “Latino”. Allí logra encontrar al Pibe Alberto (Rodolfo Ranni), quien quedó paralítico. Pese al enojo de su editor, Pablo decide quedarse en Nueva York para volver a su antigua vocación y aprender a bailar el tango de la mano de ese bailarín legendario. En la película, entonces, el periodismo aparece como una llave narrativa para que su personaje principal pueda acceder a mundos y personajes que le resultan atractivos.
“Las intenciones de recrear la esencia trágica del tango se desvanecen por la debilidad del guión y la desafortunada marcación de los actores”, señalan Raúl Manrupe y María Alejandra Portela en su libro Un diccionario de films argentinos II (1996-2002).
“El oficio del periodista es uno de los más riesgosos. Hombres que se juegan la vida por una primicia o una fotografía en medio de un combate”, dice el protagonista, con la guerra de Sarajevo como telón epocal. Sin embargo, luego completa: “Nunca estuve en ninguna guerra ni elegí el periodismo con excesiva pasión. Mi mayor audacia fue creer que se puede escribir sobre lo que se conoce”.
En la revista en la que trabaja, su jefe El Chancho (Manuel Callau) lo trata de aprendiz y le encarga una nota sobre el under porteño y otra sobre el renacimiento del tango en los jóvenes. Pablo asiste a milongas, observa bailes callejeros, entrevista a especialistas en el género. Escucha hablar, también, sobre “El Pibe Alberto”, el mejor bailarín de la historia, una leyenda de la que nadie sabe su paradero.
Entre cigarrillos y máquinas de escribir, Pablo recibe los retos de su jefe por la demora en la entrega de sus notas. Le pregunta si se cree Oriana Fallaci y le dice que el artículo del tango ya fue, que no le importa a nadie. El periodismo es un oficio que trata con materiales efímeros y cambiantes. Pese a las reprimendas y a su poca experiencia, El Chancho lo envía a Nueva York a realizar una crónica sobre los argentinos que se la rebuscan en la Gran Manzana. “Es una metáfora del buscavidas nacional”, le explica.
En territorio norteamericano, Pablo entrevista a trabajadores y pequeños comerciantes. Entre ellos, conoce a un Lauría (Claudio Rissi), que durante el día trabaja como colocador de alfombras y por las noches es cantor de tangos en el bar “Latino”. Allí logra encontrar al Pibe Alberto (Rodolfo Ranni), quien quedó paralítico. Pese al enojo de su editor, Pablo decide quedarse en Nueva York para volver a su antigua vocación y aprender a bailar el tango de la mano de ese bailarín legendario. En la película, entonces, el periodismo aparece como una llave narrativa para que su personaje principal pueda acceder a mundos y personajes que le resultan atractivos.
“Las intenciones de recrear la esencia trágica del tango se desvanecen por la debilidad del guión y la desafortunada marcación de los actores”, señalan Raúl Manrupe y María Alejandra Portela en su libro Un diccionario de films argentinos II (1996-2002).
Manuel Barrientos y Federico Poore