161
1949 |
Argentina
Edición extra
Edición extra
Director: Luis Moglia Barth
Reparto: Alita Román, Eduardo Cuitiño, Jorge Salcedo, Silvana Roth
Periodismo como tema: Central
IMDB: N/A/10 |
Letterdbox: N/A/5
Un diario sensacionalista oculta el carácter político del homicidio de un diputado que se opone a la sanción de una ley agraria y, en connivencia con grupos empresarios, intenta acusar a la sobrina del legislador asesinado.
Considerado como “la joya de La Crónica”, Alberto Giménez (Jorge Salcedo) es un periodista dispuesto a todo para lograr su ascenso social. Un grupo de empresarios ofrece mucha y variada inversión publicitaria al dueño del periódico a cambio de que emprendan una campaña contra el diputado Martín Barrera, quien es el principal opositor a un proyecto de ley agraria, al que acusa de beneficiar a los intereses de capitales extranjeros.
De gran influencia en la opinión pública y con un edificio imponente, La Crónica también inaugura un noticiero radiotelefónico, “igual que en Estados Unidos”. Luego de una entrevista a una actriz famosa, en el nuevo noticioso Giménez se burla de Barrera y lo vincula a la prostitución y el juego ilegal. Al día siguiente, el diputado aparece asesinado y las primeras pistas policiales indican que se trató de un crimen político. Sin embargo, empresarios poderosos exigen que los medios hablen de suicidio o crimen pasional. El director de La Crónica les responde que el crimen político vende muchos diarios, así que si quieren cambiar el encuadre de la información, deben pagar la diferencia. Giménez se muestra funcional a los intereses económicos del medio y, por medio de varias tapas, logran instalar la sospecha de que Rosario Barrera (Chela Cordero), sobrina y colaboradora del legislador, sería la autora del crimen.
En un giro en la causa, el Departamento de Policía informa que la autopsia señala que el diputado habría sido muerto por envenenamiento. Llevado por su olfato periodístico, Giménez no duda a la hora de publicar un gran titular: ¡VENENO! Los empresarios y políticos corruptos le reprochan la tapa al director del diario, que traslada su enojo al redactor. Con la promesa de una corresponsalía en París, Giménez decide entrevistar a la sobrina de Barrera con el objetivo de volver a vincularla a la causa. Ella lo acusa por sus infamias, a lo que el cronista responde: “Solo cumplo una función periodística".
Pero un nuevo asesinato hace que Giménez se arrepienta de su accionar y se enfrente al director. “El periodismo no es un apostolado, es un negocio. Algunos venden salchichas, nosotros vendemos noticias”, responde con sequedad el jefe.
Ya roto su vínculo con La Crónica, Giménez intenta exculpar a Rosario Barrera y encontrar a los verdaderos asesinos. “Ahora pienso ser periodista de verdad”, promete. El relevado y la ampliación de unas fotografías registradas por un ex compañero de La Crónica son claves para su nueva gesta, en plan reportero detectivesco.
Estrenada en pleno auge de los gobiernos peronistas, la película presenta una mirada oscura de la prensa, aunque diferencia la conducta de los propietarios y los trabajadores, de modo similar a Hombres a precio (Bernardo Spoliansky, 1950). Como sostiene el investigador Daniel Giacomelli en su artículo “Periodistas, criminales y pantallas.El cine policial negro argentino y su relación con la prensa durante el peronismo”, la película “expone los peligros de la prensa comercial para los intereses nacionales mediante un relato que permite leer entre líneas el conflicto entre el autoritarismo peronista y el diario La Prensa”. Aunque, al mismo tiempo, “reivindica la tarea del periodista, como exponente de la clase trabajadora que puede acoplarse a los fines de un Estado protector, al resolver un asesinato por convicciones personales que se conjugan en la defensa de un colectivo, y no con el fin de que su labor acabe convirtiéndose en una nota que responda a la tendencia comercial del periódico. En un movimiento poco habitual en el cine argentino, Giménez muta en detective hardboiled dispuesto a descubrir la verdad detrás del crimen”.
Edición Extra fue dirigida por Luis Moglia Barth, responsable de ¡Tango! (1933), el primer largometraje sonoro argentino y fundador de Argentina Sono Film.
El guión de los periodistas y escritores Alejandro Verbitsky y Emilio Villalba Welsh está basado en el asesinato de Carlos Ray, concejal del municipio bonaerense de Vicente López, en 1926. La principal acusada fue su amante, hasta que se determinó que los autores habían sido dos delincuentes comunes que tenían el propósito de robo. El caso tuvo gran repercusión pública y dio origen al documental del cine mudo María Poey de Canelo (Ricardo Villarán, 1928) y la posterior Los acusados (Antonio Cunill hijo, 1960), el tango “Aquí no hay cianuro” y una obra teatral.
De gran influencia en la opinión pública y con un edificio imponente, La Crónica también inaugura un noticiero radiotelefónico, “igual que en Estados Unidos”. Luego de una entrevista a una actriz famosa, en el nuevo noticioso Giménez se burla de Barrera y lo vincula a la prostitución y el juego ilegal. Al día siguiente, el diputado aparece asesinado y las primeras pistas policiales indican que se trató de un crimen político. Sin embargo, empresarios poderosos exigen que los medios hablen de suicidio o crimen pasional. El director de La Crónica les responde que el crimen político vende muchos diarios, así que si quieren cambiar el encuadre de la información, deben pagar la diferencia. Giménez se muestra funcional a los intereses económicos del medio y, por medio de varias tapas, logran instalar la sospecha de que Rosario Barrera (Chela Cordero), sobrina y colaboradora del legislador, sería la autora del crimen.
En un giro en la causa, el Departamento de Policía informa que la autopsia señala que el diputado habría sido muerto por envenenamiento. Llevado por su olfato periodístico, Giménez no duda a la hora de publicar un gran titular: ¡VENENO! Los empresarios y políticos corruptos le reprochan la tapa al director del diario, que traslada su enojo al redactor. Con la promesa de una corresponsalía en París, Giménez decide entrevistar a la sobrina de Barrera con el objetivo de volver a vincularla a la causa. Ella lo acusa por sus infamias, a lo que el cronista responde: “Solo cumplo una función periodística".
Pero un nuevo asesinato hace que Giménez se arrepienta de su accionar y se enfrente al director. “El periodismo no es un apostolado, es un negocio. Algunos venden salchichas, nosotros vendemos noticias”, responde con sequedad el jefe.
Ya roto su vínculo con La Crónica, Giménez intenta exculpar a Rosario Barrera y encontrar a los verdaderos asesinos. “Ahora pienso ser periodista de verdad”, promete. El relevado y la ampliación de unas fotografías registradas por un ex compañero de La Crónica son claves para su nueva gesta, en plan reportero detectivesco.
Estrenada en pleno auge de los gobiernos peronistas, la película presenta una mirada oscura de la prensa, aunque diferencia la conducta de los propietarios y los trabajadores, de modo similar a Hombres a precio (Bernardo Spoliansky, 1950). Como sostiene el investigador Daniel Giacomelli en su artículo “Periodistas, criminales y pantallas.El cine policial negro argentino y su relación con la prensa durante el peronismo”, la película “expone los peligros de la prensa comercial para los intereses nacionales mediante un relato que permite leer entre líneas el conflicto entre el autoritarismo peronista y el diario La Prensa”. Aunque, al mismo tiempo, “reivindica la tarea del periodista, como exponente de la clase trabajadora que puede acoplarse a los fines de un Estado protector, al resolver un asesinato por convicciones personales que se conjugan en la defensa de un colectivo, y no con el fin de que su labor acabe convirtiéndose en una nota que responda a la tendencia comercial del periódico. En un movimiento poco habitual en el cine argentino, Giménez muta en detective hardboiled dispuesto a descubrir la verdad detrás del crimen”.
Edición Extra fue dirigida por Luis Moglia Barth, responsable de ¡Tango! (1933), el primer largometraje sonoro argentino y fundador de Argentina Sono Film.
El guión de los periodistas y escritores Alejandro Verbitsky y Emilio Villalba Welsh está basado en el asesinato de Carlos Ray, concejal del municipio bonaerense de Vicente López, en 1926. La principal acusada fue su amante, hasta que se determinó que los autores habían sido dos delincuentes comunes que tenían el propósito de robo. El caso tuvo gran repercusión pública y dio origen al documental del cine mudo María Poey de Canelo (Ricardo Villarán, 1928) y la posterior Los acusados (Antonio Cunill hijo, 1960), el tango “Aquí no hay cianuro” y una obra teatral.
Manuel Barrientos y Federico Poore