1987 |
Italia

Intervista

Entrevista

Director: Federico Fellini
Reparto: Antonella Ponziani, Maurizio Mein, Sergio Rubini
Periodismo como tema: Lateral
star
IMDB: 7,0/10 |
Letterdbox: 3,5/5

G Cannes, N César

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Federico Fellini acepta la petición de un equipo de televisión para ser entrevistado sobre su carrera, narrando recuerdos, sueños, realidades y fantasías.

Bello y nostálgico homenaje de Federico Fellini a esa fábrica de sueños llamada Cinecittá, que en 1987 llegaba a su cincuenta aniversario. En esa obra “menor” del cineasta italiano hay más ideas sobre las distintas formas de representación de la realidad, desde el cine al periodismo, que en una buena parte de la filmografía actual.

Fellini monta una mamushka tan simple como genial, en la que el periodismo interactúa en diversas capas. Por un lado, el hilo conductor de la película es una entrevista que la televisión japonesa realiza al director de Otto e mezzo en el inicio del rodaje de una supuesta adaptación que hará de América de Franz Kafka. Pero, al mismo tiempo, esa entrevista dispara sus recuerdos y así aparece un actor (Sergio Rubini) que hace de un joven Fellini, que llega a fines de los años treinta por primera vez a Cinecittá como un reportero que debe entrevistar a una diva. La tercera pared se rompe, y el propio Fellini le da órdenes al actor de cómo debe representarlo.

No hay límites entre la ficción y la realidad, es cine dentro del cine, representación y al mismo tiempo reflexión sobre esa representación. Los reporteros de la televisión japonesa entrevistan a Fellini, a sus asistentes, al director de fotografía, a los actores y, por supuesto, al actor que interpreta al joven Fellini periodista. El Fellini-director se muestra reticente, se escapa, dice que no recuerda sus comienzos, pero la película deriva en la representación de esos recuerdos. Así, rueda una escena en la que el Fellini-periodista arriba por primera vez a Cinecittá, por medio de un tren que salta tiempos y distancias y de un momento a otro pasa desde el Lejano Oeste de Estados Unidos con indígenas apostados en lo alto de un acantilado hasta una manada de elefantes salvajes frente a la costa de Etiopía. Arriba del vagón, todos le preguntan al actor que representa a Fellini si es actor. Él responde que no, que será un periodista. Un asistente de Fellini, de militancia comunista, que debió interpretar a un fascista porque el actor que debía venir de Nápoles no llegó, le dice: “Bravo, es una profesión de gran responsabilidad”.

El joven Fellini-periodista cae fascinado con rapidez ante la magia de Cinecittá. Sus ojos están maravillados y se acerca a una cámara y mira a través de ella, anticipando el pasaje del periodismo a la dirección cinematográfica que hizo el propio realizador pocos años después. Y Fellini-director representa al Fellini periodista que no tiene ninguna distancia crítica con respecto al mundo mágico del séptimo arte. Cuando debe entrevistar a la diva, ella le dice que no le gustan las entrevistas, pero que debe ayudar a los principiantes. Y él le reconoce que se siente muy incómodo en su rol de entrevistador. Luego de verla cómo terminaba de ducharse, sus preguntas son condescendientes.

El truco de Fellini se completa con la aparición de Marcello Mastroianni, que está haciendo una publicidad como una suerte de Mandrake. El Fellini periodista (Rubini), el Fellini director (el propio Fellini) y Mastroianni se suben a un auto. Atrás los sigue el equipo de la televisión japonesa. El Fellini director da la orden de frenar en el domicilio de Anita Ekberg. Los dos autos ingresan a la casa de campo de la actriz y disfrutan de una fiesta. En un juego de sombras chinescas, Mastroianni y Ekberg recrean una escena de La Dolce Vita. De golpe, todos -incluyendo a Mastroianni, Ekberg, el equipo de la televisión japonesa y el actor que interpreta al joven Fellini periodista- están viendo La Dolce Vita en una pantalla en la casa de la actriz sueca. Mastroianni con su traje de Mandrake y Ekberg envuelta en una túnica miran en esa pantalla al Mastroianni que interpretaba a un joven periodista -alter ego de Fellini- que, en aquella película de los años cincuenta, miraba embelesado a una diva del cine encarnada por Ekberg que se bañaba en la Fontana di Trevi. El cine como un arte de magia, capaz de saltar tiempos y distancias, capaz de saltar de la fantasía a la autobiografía en un segundo.

Se llevó el Premio 40° Aniversario en el Festival de Cannes de 1987 y el Premio de Oro del Festival de Moscú.

Manuel Barrientos y Federico Poore