1963 |
Argentina
La cigarra no es un bicho
La cigarra no es un bicho
Director: Daniel Tinayre
Reparto: Amelia Bence, Elsa Daniel, Maria Antinea, Mirtha Legrand
Periodismo como tema: Lateral
IMDB: 6,1/10 |
Letterdbox: 3,3/5
Seis parejas, entre las cuales se encuentran dos periodistas, llegan a un hotel alojamiento en Buenos Aires y sus historias se cruzan de maneras inesperadas.
Seis parejas se ven obligadas a pasar una cuarentena en un hotel alojamiento de la ciudad de Buenos Aires luego de que un informe médico dictamine que un marinero francés padece de peste bubónica. Ese es el punto de partida de esta comedia de enredos dirigida por Daniel Tinayre y con un elenco que reúne a figuras de la edad de oro del cine argentino (Luis Sandrini, Amelia Bence, Mirtha Legrand, María Duval, Narciso Ibáñez Menta, Ángel Magaña) y actores de la nueva ola de los años sesenta (Elsa Daniel, Guillermo Bredeston). Una de las duplas aisladas está integrada por el columnista de Alerta, Rubén Cooper (Magaña), y la secretaria de archivo de ese diario, Herminia (Mirtha Legrand). Si la mayoría se siente abrumada por estar recluida en un lugar que despierta el escándalo social, Cooper y Herminia lo ven como una gran oportunidad.
Cooper percibe que la cuarentena no sólo tendrá gran impacto mediático, sino que le habilita la posibilidad de una cobertura prolongada. Y solicita que el periódico destine dos fotógrafos para que hagan guardia en la puerta del hotel, uno en el turno matinal y otro por las noches. Pronto, una manada de hombres de los medios se agolpa frente al lugar.
Con todo, el rol de Herminia es el más interesante del reparto y Mirtha Legrand deslumbra en una de sus últimas apariciones cinematográficas antes de volcarse de lleno a la conducción de sus almuerzos televisivos. Si en gran parte de los personajes predomina la hipocresía y el conservadurismo, ella encarna el liberalismo, el desprejuicio y la modernidad incipiente en esos primeros años de la década del 60. “Soy una mujer libre, no tengo que dar explicaciones a nadie”, proclama mientras lee un libro en la bañera. Con aire intelectual, luego se descubre como el verdadero “cerebro” detrás de las columnas de Cooper. Es ella quien le aconseja al periodista que busque la forma de sacar a las parejas de sus habitaciones para poder realizar perfiles personalizados de cada uno de ellos. El reportero le explica que “ahora hay que buscar el escándalo y darle al público lo que el público quiere”, pero Herminia lo cuestiona y corrige sus notas. Hasta le reprocha que, en realidad, él sólo pone su firma a los artículos que ella escribe (por aquellos años las mujeres estaban imposibilitadas de firmar las notas en gran parte de los medios argentinos).
La película presenta una mirada agria del periodismo que ejerce Cooper. En una de las primeras escenas, los policías que llegan para hacer cumplir la cuarentena reconocen al columnista y le dicen: “¡Cómo macanea!”. Más adelante, el personal del hotel decide no despachar más las notas que envía el periodista al diario y también le impiden comunicarse de forma telefónica. Y el resto de las parejas recluidas le cuestionan las mentiras que difunde en sus artículos y por qué no escribe nada sobre sí mismo.
Sobre el final, cuando se termina el periodo de reclusión, una gran cantidad de medios cubre la salida de las parejas. Cooper se va en soledad, sufriendo el abandono de Herminia y el rechazo del resto de los habitantes y trabajadores del hotel.
El guión estuvo a cargo de Eduardo Borrás, Daniel Tinayre y Juan Carlos Colombres (Landrú) en base a la novela homónima de Dante Sierra. Fue el mayor éxito de público del cine argentino en los años sesenta y abrió una ola de comedias de enredos similares. Se estrenó en Estados Unidos en una versión doblada al idioma inglés bajo el título The Games Men Play.
Manuel Barrientos y Federico Poore