Los dos rivales

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1944 |
Argentina

Los dos rivales

Los dos rivales

Director: Luis Bayón Herrera
Reparto: Aída Alberti, Alicia Barrié, Hugo del Carril, Luis Sandrini
Periodismo como tema: Central
star
IMDB: 7,4/10 |
Letterdbox: N/A/5

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Dos cronistas de diarios rivales compiten en la conquista de mujeres e investigan a una banda de delincuentes.
Dos grandes figuras de la filmografía latinoamericana, Luis Sandrini y Hugo del Carril, interpretan a periodistas de diarios rivales que compiten por las primicias y el amor de las mujeres. Con una mixtura de géneros que cruza la comedia, el cine negro y el musical, la película estuvo dirigida por Luis Bayón Herrera, responsable de muchos éxitos de taquilla en la Edad de Oro del cine argentino.

Rafael Aguilar (Hugo del Carril) es la estrella de la redacción de Crónica y uno de los periodistas más prestigiosos del país, con varios libros en su haber. Está detrás de una pista que vincula a una banda internacional de saboteadores con un grupo de legisladores locales. Pese a que le advierte acerca de los peligros que conlleva la investigación, el director le brinda un respaldo absoluto: “El diario está al servicio del país y del mundo”. Y Aguilar asevera que el periodismo que ellos realizan es “una vocación y un sacerdocio”. De gran éxito entre las mujeres, Aguilar también se destaca como cantor de tangos en las noches porteñas.

De corte más popular, en el diario El Tiempo la premisa es la búsqueda constante de las primicias. “Información, información e información”, repite el director, que hasta es capaz de ordenar cerrar las puertas del diario hasta no publicar una tapa sensacional. Oscar Gorosito (Luis Sandrini) es el reportero más destacado, tan rápido para encontrar exclusivas como para enredarse con mujeres. Su jefe lo realza, aunque también desconfía de su fama de donjuán.

Aguilar y Gorosito luchan por las exclusivas, yendo de un lugar a otro, buscando un nuevo dato, una pista, algo que les brinde una nueva noticia de tapa. “De guardia, a la pesca de algo que contar”, como dice el personaje de Sandrini. La parada fija siempre está en el bar del Círculo de Prensa, donde los dos rivales no dudan en agarrarse a piñas luego de acusaciones cruzadas por el robo de las fuentes y de sus flirteos. Aunque tampoco dudan en interrumpir la pelea para salir de nuevo a pura velocidad en busca de una nueva primicia.

Los periodistas aquí son vistos como figuras estelares, deseadas, admiradas. “Yo veo siempre su retrato en el diario”, dice una joven. Otras mujeres se acercan a ellos porque saben de su relación con el mundo del teatro al que quieren pertenecer. El reconocimiento público, sin embargo, está lejos del reconocimiento monetario de su trabajo. “No tienen ni la remuneración ni la estabilidad que se merecen”, señala un ex legislador.

Pero son periodistas que toman riesgos, que corren hacia el lugar de los hechos y se infiltran (uno como policía, el otro como enfermero camillero) en un hotel donde hubo un asesinato. Allí toman fotografías y hallan documentación valiosa, que Aguilar le roba a Gorosito en plan de revancha por un episodio anterior.

La tensión narrativa llega al punto máximo cuando secuestran a la hija del director de Crónica para impedir la publicación de esos documentos que involucran a legisladores cercanos. “El honor de mi diario estaba por encima de mi propia vida, pero esto es otra cosa…”, señala con pesadumbre el director. Aguilar le consulta a Gorosito qué debe hacer. Y su rival, ahora su amigo, le indica que cumpla con su deber, que no puede traicionarse a sí mismo.

Así, finalmente, los periodistas adquieren conductas heroicas, arriesgándose incluso para salvar la vida del otro. El final, sin embargo, deja en claro que esa nueva amistad personal está lejos de convertirse en una amistad profesional. Convertido en el nuevo director de su diario, Aguilar le ofrece a Gorosito ser el jefe de redacción, pero Sandrini se niega, porque le acaban de ofrecer ser el director de un nuevo diario.

Con claras influencias del cine de Hollywood, el guión estuvo a cargo del escritor y luego director Arturo S. Mom, quien también supo desempeñarse como periodista. En su libro Diario de la Filmoteca, Fernando Martín Peña señala que los personajes son “periodistas de tiempos más amables, cuando la idea del oficio se relacionaba con alguna forma de verdad, un sentido de la audacia y un espíritu aventurero”. Y agrega: “Quizá nunca hayan existido hazañas como las que realizan los protagonistas para obtener una noticia exclusiva, desenmascarar una oscura trama internacional o denunciar la corrupción política, pero es un alivio ver, en un film argentino, que los villanos son derrotados por dos tipos audaces y no por la institución policial, a cuya glorificación se dedicaron tantas otras películas argentinas”.

Manuel Barrientos y Federico Poore