1926 |
Unión Soviética
Miss Mend / The Adventures of the Three Reporters
Miss Mend
Director: Boris Barnet, Fyodor Otsep
Reparto: Igor Ilyinsky, Natalya Glan, Vladimir Fogel
Periodismo como tema: Central
IMDB: 6,9/10 |
Letterdbox: 3,6/5
Tres reporteros y una secretaria intentan detener un ataque bacteriológico en la URSS orquestado por poderosos empresarios occidentales.
Mucho más que una rareza del cine soviético, esta película muda de espías dividida en tres partes es híper moderna: fluye con un ritmo envidiable y está repleta de ideas visuales.
Los obreros de una fábrica perteneciente a la poderosa familia Stern van a la huelga, lo que despierta el interés del editor en jefe de The Littletown Herald. Entran en escena Barnet (Boris Barnet, co-director del film), "un escarbador de vidas ajenas que obtiene la noticia media hora antes de que suceda", y Fogel (Vladimir Fogel), "melancólico por naturaleza y fotógrafo de profesión". "Hay una huelga en la fábrica de corchos. Tienen 40 minutos para entregar 40 líneas. La paga son 40 dólares", dice el editor. “Tomen fotos de la fábrica, muestren al noble jefe, al policía heroico… Incluyan a una docena de trabajadores, ¡pero asegúrense de que salgan limpios!”. Acto seguido se nos muestra el área administrativa de la fábrica, donde conocemos a la mecanógrafa norteamericana Vivian Mend (Natalya Gland) y al empleado Tom Hopkins (Igor Ilyinsky), su pretendiente y amigo de los cronistas. Los obreros se enfrentan con las fuerzas del orden y la combativa Miss Mend sale en defensa de los trabajadores, lo que derivará en una serie de situaciones slapstick de un tono similar a las de Buster Keaton en Cops (1922). Las cosas se complican cuando Barnet y Fogel también se enamoran de la mecanógrafa, y en lugar de traer la nota inmediatamente se quedan cortejando a la joven.
Horas más tarde, cuando el editor del periódico ya había perdido toda esperanza de verlos de vuelta, cronista y fotógrafo se apersonan en la redacción con su “artículo”: una suerte de hagiografía de Miss Mend donde se destaca su heroísmo y su belleza. El editor está furioso. De hecho, tampoco le gustan las ilustraciones que acompañan la pieza, donde muestran a Miss Mend al frente de la lucha de los trabajadores. “¿Qué creen que hacemos aquí? ¿Publicar avisos amorosos?”, ruge.
El film avanza con su elemento central de suspense: un plan macabro por parte de una banda de capitalistas conducida por el malvado Chiche (Sergei Komarov), quienes buscan atacar a la Unión Soviética con gas venenoso escondido en equipos de radiodifusión. Engañado sobre los verdaderos motivos, el heredero Arthur Stern (Ivan Koval-Samborski) también formará parte de esta conspiración. Un momento destacado de la primera parte es la llegada en barco de Chiche y su segunda mujer, Elizabeth Stern (Natalia Rozenel, que además interpreta a la madre de Arthur), a los Estados Unidos. Ambos hacen de cuenta que el empresario Stern fue asesinado por los bolcheviques y descargan en el puerto el féretro del supuesto finado. “Esta historia puede dar como 1.000 líneas”, se entusiasman los periodistas, que se apersonan frente al barco. “Un momento, Madam, ¿podría caer desesperadamente sobre el ataúd una vez más? Necesitamos otra toma para el periódico”, dice Fogel, muy suelto de cuerpo. Luego le piden una breve entrevista, que la “viuda” declina, ofendida.
Las desventuras de los periodistas continúnan a lo largo del metraje, incluyendo una extensa secuencia en el que se hacen pasar por integrantes de la compañía de electricidad para inmiscuirse en la casa del malvado Chiche y otra en la que terminan a las trompadas y a los botellazos en un bar de marineros en una lucha por el testamento del empresario muerto.
En la segunda mitad los cronistas viajan a Leningrado, escondidos entre cajas, y buscan frenar la conspiración antes de que sea demasiado tarde. También debaten sobre la conveniencia o no de arruinar su primicia en pos del bien común. “Si contactamos a las autoridades vamos a dejar que esta sensacional historia se escape de nuestras manos”, razona uno de ellos. “¿De otra forma, cuál fue el propósito de todo esto?”. De polizón en Rusia, Vogel se hace amigo de un grupo de jóvenes canillitas y es allí, repartiendo periódicos escritos en un idioma que desconoce, que da con Elizabeth Stern y ayuda a sus colegas a enfrentar y vencer al villano. Barnet se queda con la chica y junto a Vogel y Hopkins (el gran comic relief del film) emprenden el regreso a casa.
Basada en la novela homónima de la escritora comunista Marietta Shaginyan, Miss Mend fue una de las películas soviéticas más taquilleras de la década del veinte, atrayendo a casi dos millones de espectadores. Con flashbacks y suspenso creado mediante montaje paralelo, el film tiene influencias de los seriales de Louis Feuillade y fue producido por los célebres estudios Mezrapom, que tuvieron un cierto margen de maniobra para incursionar en los géneros populares “occidentales” en este período del cine soviético.
Miss Mend resurgió en la década del ochenta en festivales y cinematecas, y en 2009 la empresa Flicker Alley (junto con Turner Classic Movies) presentó una restauración digital del film a cargo del historiador cinematográfico Eric Lange. Una nueva banda de sonido a cargo de Robert Israel funciona como excelente acompañamiento de la obra.
Los obreros de una fábrica perteneciente a la poderosa familia Stern van a la huelga, lo que despierta el interés del editor en jefe de The Littletown Herald. Entran en escena Barnet (Boris Barnet, co-director del film), "un escarbador de vidas ajenas que obtiene la noticia media hora antes de que suceda", y Fogel (Vladimir Fogel), "melancólico por naturaleza y fotógrafo de profesión". "Hay una huelga en la fábrica de corchos. Tienen 40 minutos para entregar 40 líneas. La paga son 40 dólares", dice el editor. “Tomen fotos de la fábrica, muestren al noble jefe, al policía heroico… Incluyan a una docena de trabajadores, ¡pero asegúrense de que salgan limpios!”. Acto seguido se nos muestra el área administrativa de la fábrica, donde conocemos a la mecanógrafa norteamericana Vivian Mend (Natalya Gland) y al empleado Tom Hopkins (Igor Ilyinsky), su pretendiente y amigo de los cronistas. Los obreros se enfrentan con las fuerzas del orden y la combativa Miss Mend sale en defensa de los trabajadores, lo que derivará en una serie de situaciones slapstick de un tono similar a las de Buster Keaton en Cops (1922). Las cosas se complican cuando Barnet y Fogel también se enamoran de la mecanógrafa, y en lugar de traer la nota inmediatamente se quedan cortejando a la joven.
Horas más tarde, cuando el editor del periódico ya había perdido toda esperanza de verlos de vuelta, cronista y fotógrafo se apersonan en la redacción con su “artículo”: una suerte de hagiografía de Miss Mend donde se destaca su heroísmo y su belleza. El editor está furioso. De hecho, tampoco le gustan las ilustraciones que acompañan la pieza, donde muestran a Miss Mend al frente de la lucha de los trabajadores. “¿Qué creen que hacemos aquí? ¿Publicar avisos amorosos?”, ruge.
El film avanza con su elemento central de suspense: un plan macabro por parte de una banda de capitalistas conducida por el malvado Chiche (Sergei Komarov), quienes buscan atacar a la Unión Soviética con gas venenoso escondido en equipos de radiodifusión. Engañado sobre los verdaderos motivos, el heredero Arthur Stern (Ivan Koval-Samborski) también formará parte de esta conspiración. Un momento destacado de la primera parte es la llegada en barco de Chiche y su segunda mujer, Elizabeth Stern (Natalia Rozenel, que además interpreta a la madre de Arthur), a los Estados Unidos. Ambos hacen de cuenta que el empresario Stern fue asesinado por los bolcheviques y descargan en el puerto el féretro del supuesto finado. “Esta historia puede dar como 1.000 líneas”, se entusiasman los periodistas, que se apersonan frente al barco. “Un momento, Madam, ¿podría caer desesperadamente sobre el ataúd una vez más? Necesitamos otra toma para el periódico”, dice Fogel, muy suelto de cuerpo. Luego le piden una breve entrevista, que la “viuda” declina, ofendida.
Las desventuras de los periodistas continúnan a lo largo del metraje, incluyendo una extensa secuencia en el que se hacen pasar por integrantes de la compañía de electricidad para inmiscuirse en la casa del malvado Chiche y otra en la que terminan a las trompadas y a los botellazos en un bar de marineros en una lucha por el testamento del empresario muerto.
En la segunda mitad los cronistas viajan a Leningrado, escondidos entre cajas, y buscan frenar la conspiración antes de que sea demasiado tarde. También debaten sobre la conveniencia o no de arruinar su primicia en pos del bien común. “Si contactamos a las autoridades vamos a dejar que esta sensacional historia se escape de nuestras manos”, razona uno de ellos. “¿De otra forma, cuál fue el propósito de todo esto?”. De polizón en Rusia, Vogel se hace amigo de un grupo de jóvenes canillitas y es allí, repartiendo periódicos escritos en un idioma que desconoce, que da con Elizabeth Stern y ayuda a sus colegas a enfrentar y vencer al villano. Barnet se queda con la chica y junto a Vogel y Hopkins (el gran comic relief del film) emprenden el regreso a casa.
Basada en la novela homónima de la escritora comunista Marietta Shaginyan, Miss Mend fue una de las películas soviéticas más taquilleras de la década del veinte, atrayendo a casi dos millones de espectadores. Con flashbacks y suspenso creado mediante montaje paralelo, el film tiene influencias de los seriales de Louis Feuillade y fue producido por los célebres estudios Mezrapom, que tuvieron un cierto margen de maniobra para incursionar en los géneros populares “occidentales” en este período del cine soviético.
Miss Mend resurgió en la década del ochenta en festivales y cinematecas, y en 2009 la empresa Flicker Alley (junto con Turner Classic Movies) presentó una restauración digital del film a cargo del historiador cinematográfico Eric Lange. Una nueva banda de sonido a cargo de Robert Israel funciona como excelente acompañamiento de la obra.
Manuel Barrientos y Federico Poore