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2019 |
Japón

Shinbun kisha

The Journalist

Director: Michihito Fujii
Reparto: Shim Eun-kyung, Tôri Matsuzaka, Tsubasa Honda
Periodismo como tema: Central
star
IMDB: 6,2/10 |
Letterdbox: 3,1/5

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Una joven periodista de Tokio investiga el origen de una denuncia sobre planes para construir una nueva universidad y busca la ayuda de un arrepentido del gobierno.
La joven periodista Erika Yoshioka (Shim Eun-Kyung) trabaja en el periódico Toto de Tokio. Hija de un japonés y una coreana, creció en los Estados Unidos a la sombra de su padre, un periodista de investigación que se suicidó en medio de acusaciones sobre una supuesta noticia falsa que publicó. Las primeras escenas la muestran encerrada en su departamento investigando una serie de reportes apoyándose en notas en formato post-it pegadas en las paredes de su estudio, mientras escucha un debate televisivo donde se discute sobre la crisis del periodismo y el fin de la importancia de los medios impresos.
Una noche, la redacción del Toto recibe un fax anónimo con información confidencial sobre planes de construcción de una nueva universidad. Mientras tanto, el burócrata Takumi Sugihara (Tori Matsuzaka) trabaja para el gobierno japonés en una oficina de “inteligencia e investigaciones” que básicamente se dedica a controlar las noticias desfavorables al gobierno y ensuciar a la oposición y a los ciudadanos críticos. La vida de Sugihara cambia por completo cuando un viejo jefe para el cual trabajó en un puesto diplomático salta desde lo alto de un edificio y muere. Yoshioka y Sugihara entran en contacto y descubren que ambos hechos (el reporte confidencial sobre la nueva universidad y el suicidio del diplomático) están conectados...
The Journalist tiene todas las marcas del procedural newspaper film, al estilo de All the President's Men pero también de The Post, con “arrepentidos” en el seno del poder, encuentros clandestinos con fuentes y editores reticentes que luego apoyan a sus periodistas. El tono de la película es marcadamente sombrío. El film se mueve a pasos lentos y sin humor aparente narra esta especie de batalla prácticamente perdida en medio de un ambiente oscuro y corrupto. Su marca de estilo distintiva está dado por la preeminencia del uso de Twitter, que usan tanto periodistas como empleados del gobierno para influir en la opinión pública: en el caso de los cronistas, para compartir opiniones personales sobre temas de interés público (a veces más audaces de lo que publican el medio para el cual trabajan), y en el caso de los funcionarios para hostigar a los críticos o crear un clima hostil hacia quienes critican al gobierno. De hecho, las oscuras oficinas en la cual trabajan se parecen mucho a las ¿míticas? “granjas de trolls”, una verdadera usina de rumores y desinformaciones donde los empleados publican mensajes desde cuentas falsas o anónimas siguiendo las órdenes de un jefe que trabaja para tapar escándalos en el gabinete y desviar la atención de la ciudadanía.

Manuel Barrientos y Federico Poore