
1935 |
Estados Unidos
The Public Menace
La amenaza pública
Director: Erle C. Kenton
Reparto: Douglass Dumbrille, George Murphy, Jean Arthur
Periodismo como tema: Central
IMDB: 6,4/10 |
Letterdbox: 3,1/5
Un reportero (George Murphy) se enamora tras seguir a un gángster (Douglass Dumbrille) a bordo de un barco.
Un grupo de periodistas se une a un crucero que está llegando desde Europa. Representando al Bulletin está Edward “Red” Foster (George Murphy), un cronista ambicioso de prosa florida que busca cubrir la historia de un suicidio en alta mar. El resto de los caballeros de la prensa tiene una pista más caliente: entre los pasajeros se encuentra Mario Tonelli (Douglass Dumbrille), reconocido mafioso y Enemigo Público Número Uno, camino a ser juzgado en los Estados Unidos. Tonelli aprovecha un momento de distracción y se lleva a todos, policías y periodistas, hasta el bote de prensa a punta de pistola. No es problema para los reporteros, ya que eso les ofrece una excelente primicia; pero Foster se pierde todo tras quedarse enganchado con la manicura Cassie Nicholls (Jean Arthur), con quien aceptó casarse a cambio de una documento exclusivo sobre un secuestro que al final resultó ser una mera carta de recomendación. Al ver que su diario perdió la gran primicia, Frentrup (Robert Middlemass), el editor del Bulletin, despide a Foster.
Lo que sigue es una de esas clásicas comedias de opuestos que se atraen, con fuerte foco en el mundo del periodismo pero poco presupuesto (y duración: apenas 75 minutos) para un film de Columbia.
El protagonista, obligado a vender suscripciones de revistas puerta a puerta, sueña con volver a ser contratado y le comenta a Nicholls las ventajas de firmar sus propias notas. “Uno de los problemas de los periódicos es que tienen demasiados periodistas de escritorio”, le explica, en referencia a los rewrite men que simplemente emprolijan las notas que vienen de la calle. Nicholls, una persona con pocas luces pero muchas ideas, trama un plan para que el periódico vuelva a contratar a su marido: llama al periódico haciéndose pasar con alguien que tiene información exclusiva sobre el grupo de gángsters de Tonelli, y hasta exige que la nota lleve la firma (byline) de Foster. Este plan también sale mal y el joven cronista es despedido por segunda vez.
La última mitad es la más implausible pero también la más entretenida: el mafioso sospecha de de Nicholls (a quien conoció como la manicura del crucero) y la hace traer a su departamento. La joven logra llamar a Foster y advertirle sobre la noticia que tiene entre manos. El periodista llega en una ambulancia y convence a Tonelli -ya cercado por las fuerzas del orden- de subirse a ella para cruzar el cordón policial. El gángster accede, pero una vez en la ambulancia, Foster y Nicholls lo llevan directo a la redacción del Bulletin, donde se desata un tiroteo con la policía. En la mejor escena del film, el editor -escondido bajo un escritorio- llama al taller y pide que le guarden espacio en tapa para esta nueva primicia. En tanto, el protagonista (y un fotógrafo) negocian un aumento de paga bajo una ráfaga de balas.
The Public Menace contiene todos los elementos característicos de las películas de periodistas de la década del treinta. La esgrima verbal entre editores y redactores; los periodistas peleando por la primicia (y tomando imágenes de un gángster moribundo); y el par de colegas chistosos que aparecen en una o dos escenas a modo de comic relief, algo que acompaña a este tipo de cintas desde los inicios del cine sonoro. Al principio de la película, Red le advierte a Cassie que no le conviene casarse con él, un borracho sin un centavo “que nunca se baña”, figura recurrente de una decena de films similares, muchos de ellos mejores. Jean Arthur cumple más que dignamente con su rol, pero a George Murphy el protagónico le queda grande.
Manuel Barrientos y Federico Poore