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1972 |
Francia, Italia
Tout va bien
Todo va bien
Director: Jean-Luc Godard, Jean-Pierre Gorin
Reparto: Elizabeth Chauvin, Jane Fonda, Vittorio Caprioli, Yves Montand
Periodismo como tema: Intermedio
IMDB: 6,6/10 |
Letterdbox: 3,5/5
Una huelga en una fábrica de salchichas francesa contribuye al distanciamiento de un cineasta casado y su esposa reportera.
Luego de su periodo de cinematografía militante con el Grupo Dziga-Vertov, Godard decide un leve viraje y, sin dejar de hacer films políticos, busca construir estructuras ficcionales que ejemplifican las teorías maoístas. Y la primera obra de ese proceso es Tout va bien, en la que reúne a dos grandes figuras del cine internacional: Yves Montand y Jane Fonda.
Con las técnicas de distanciamiento de Bertolt Brecht como marco, el director reflexiona sobre el cine, los medios de comunicación, los métodos de producción, la política, la revolución, el sindicalismo, los métodos de protesta, la sociedad de consumo, las relaciones de pareja, el rol de los intelectuales, los legados del reciente Mayo francés… Todo se pone en tensión, se cuestiona, se deconstruye. Desde el inicio, deja claro que para hacer una película hace falta dinero; acto seguido, registra la sucesión de cheques que se emiten para producir esta película.
Jacques (Montand) es un cineasta de la Nouvelle Vague -lo más cercano a un alter ego en la obra de Godard- que se volcó al cine publicitario; su pareja, Suzanne Dewirt (Fonda), es una corresponsal de una radio norteamericana en París. Ella decide ir a cubrir una huelga en una fábrica de embutidos; él la acompaña. Allí se encuentran con que los obreros han decidido tomar la planta y tienen secuestrado al director en su despacho.
La periodista interpretada por Fonda permite exponer los distintos puntos de vista: de los obreros gauchistas que lideran la toma; de obreras que hablan acerca de cómo conjugan la lucha gremial con su vida familiar; de los sindicalistas burocráticos que se oponen a ese tipo de metodologías; del patrón de la fábrica.
En un registro por momentos documental, los protagonistas también reflexionan ante la cámara. Jacques/Montand reconoce que formó parte de la Nouvelle Vague, pero que el Mayo del 68 le significó un “puñetazo en la cara”, que se hartó de su papel de intelectual progresista y que le pareció más honesto dedicarse a realizar cortos publicitarios, porque tenía que comer. Quiere hacer un filme político sobre Francia; “pero no es fácil”.
Suzanne/Fonda hace tres años que trabaja como corresponsal de la ABS en París. Con el Mayo del 68, pasó de hacer notas culturales a dedicarse al periodismo político y se transformó en la “especialista en gauchismo”. Sin embargo, con una Francia que parece querer dejar atrás los aires revolucionarios, ahora lucha de forma cotidiana para que la dejen publicar sus notas sobre las luchas obreras. La emisora tiene un estilo homogéneo, parece que todas las notas las escribe o las dice una sola persona, se plantea. “Y ese estilo no me sirve, pero no encuentro otro”, afirma. Le rechazan el reportaje sobre la fábrica de embutidos y no puede grabar lo que le piden, porque le parecen literalmente una mierda. “¡Soy una corresponsal que no corresponde a nada!”, cuestiona y se cuestiona.
¿Qué han aprendido los personajes luego de esta película? Una voz en off lo contesta: “Diremos simplemente que él y ella han empezado a pensar en sí mismos como parte de la historia. Que cada uno pueda ser su propio historiador. Yo, Francia, 1972”.
Los barridos horizontales mostrando las distintas oficinas de la fábrica de embutidos y desnudando los mecanismos de representación cinematográfica son unos de los grandes legados que dejó Godard en este película y que luego serían utilizados in extenso por Wes Anderson.
Con las técnicas de distanciamiento de Bertolt Brecht como marco, el director reflexiona sobre el cine, los medios de comunicación, los métodos de producción, la política, la revolución, el sindicalismo, los métodos de protesta, la sociedad de consumo, las relaciones de pareja, el rol de los intelectuales, los legados del reciente Mayo francés… Todo se pone en tensión, se cuestiona, se deconstruye. Desde el inicio, deja claro que para hacer una película hace falta dinero; acto seguido, registra la sucesión de cheques que se emiten para producir esta película.
Jacques (Montand) es un cineasta de la Nouvelle Vague -lo más cercano a un alter ego en la obra de Godard- que se volcó al cine publicitario; su pareja, Suzanne Dewirt (Fonda), es una corresponsal de una radio norteamericana en París. Ella decide ir a cubrir una huelga en una fábrica de embutidos; él la acompaña. Allí se encuentran con que los obreros han decidido tomar la planta y tienen secuestrado al director en su despacho.
La periodista interpretada por Fonda permite exponer los distintos puntos de vista: de los obreros gauchistas que lideran la toma; de obreras que hablan acerca de cómo conjugan la lucha gremial con su vida familiar; de los sindicalistas burocráticos que se oponen a ese tipo de metodologías; del patrón de la fábrica.
En un registro por momentos documental, los protagonistas también reflexionan ante la cámara. Jacques/Montand reconoce que formó parte de la Nouvelle Vague, pero que el Mayo del 68 le significó un “puñetazo en la cara”, que se hartó de su papel de intelectual progresista y que le pareció más honesto dedicarse a realizar cortos publicitarios, porque tenía que comer. Quiere hacer un filme político sobre Francia; “pero no es fácil”.
Suzanne/Fonda hace tres años que trabaja como corresponsal de la ABS en París. Con el Mayo del 68, pasó de hacer notas culturales a dedicarse al periodismo político y se transformó en la “especialista en gauchismo”. Sin embargo, con una Francia que parece querer dejar atrás los aires revolucionarios, ahora lucha de forma cotidiana para que la dejen publicar sus notas sobre las luchas obreras. La emisora tiene un estilo homogéneo, parece que todas las notas las escribe o las dice una sola persona, se plantea. “Y ese estilo no me sirve, pero no encuentro otro”, afirma. Le rechazan el reportaje sobre la fábrica de embutidos y no puede grabar lo que le piden, porque le parecen literalmente una mierda. “¡Soy una corresponsal que no corresponde a nada!”, cuestiona y se cuestiona.
¿Qué han aprendido los personajes luego de esta película? Una voz en off lo contesta: “Diremos simplemente que él y ella han empezado a pensar en sí mismos como parte de la historia. Que cada uno pueda ser su propio historiador. Yo, Francia, 1972”.
Los barridos horizontales mostrando las distintas oficinas de la fábrica de embutidos y desnudando los mecanismos de representación cinematográfica son unos de los grandes legados que dejó Godard en este película y que luego serían utilizados in extenso por Wes Anderson.
Manuel Barrientos y Federico Poore