1980 |
México, España
Navajeros
Dulces navajas
Director: Eloy de la Iglesia
Reparto: Isela Vega, Jaime Garza, José Luis Manzano, José Sacristán, Verónica Castro
Periodismo como tema: Lateral
IMDB: 6,7/10 |
Letterdbox: 3,7/5
José Manuel (José Luis Manzano) vive en Madrid con su pandilla. Un día conoce a una prostituta mexicana que se enamora de él y le ofrece su casa para apartarlo del mundo de la delincuencia... Un periodista vasco (José Sacristán) aporta contexto.
Es uno de los títulos emblemáticos del cine quinqui, género cinematográfico que se popularizó en España en las décadas de 1970 y 1980 y que puso el foco en las bandas de delincuentes juveniles de las clases bajas. El director Eloy de la Iglesia fue militante del Partido Comunista durante la dictadura de Francisco Franco y mantuvo amplias disputas con la censura y debido a su pública homosexualidad.
Aquí se narra la historia de El Jaro (interpretado por el actor no profesional José Luis Manzano), un adolescente pleno de carisma y con pasta de líder, que congrega a otros jóvenes y va ascendiendo en el mundo de la delincuencia hasta convertirse en objeto de la fascinación periodística.
En la Madrid de los ochenta y del retorno de la democracia, comienzan robando cospeles en los teléfonos públicos y como carteristas en las avenidas comerciales hasta que luego deciden tomar las armas y sus delitos crecen, desde el robo de motocicletas y autos hasta vincularse al narcotráfico.
Aquí el rol del periodismo es lateral y ofrece contextualización sociológica a la trama. Sacristán encarna a Oteiza, un reportero vasco que desde su máquina de escribir Olivetti Lettera aporta información acerca de los datos de desempleo juvenil y de cómo las cárceles españolas se pueblan de jóvenes provenientes de los suburbios y de familias de obreros manuales. Oteiza busca entrevistar a El Jaro, recorre las barriadas, toma fotografías, habla con el juez. Quiere realizar un reportaje con aquellas cosas “que no están ni en los informes de la policía ni en los titulares de los periódicos” y denuncia las víctimas del modelo económico.
Inspirado en la vida de José Joaquín Sánchez Frutos, alias El Jaro, el guión estuvo a cargo de De la Iglesia y del escritor y periodista navarro Gonzalo Goicochea. El elenco estuvo integrado por muchos jóvenes actores no profesionales. La banda sonora aporta un buen pantallazo del rock español de la etapa de la Transición.
Aquí se narra la historia de El Jaro (interpretado por el actor no profesional José Luis Manzano), un adolescente pleno de carisma y con pasta de líder, que congrega a otros jóvenes y va ascendiendo en el mundo de la delincuencia hasta convertirse en objeto de la fascinación periodística.
En la Madrid de los ochenta y del retorno de la democracia, comienzan robando cospeles en los teléfonos públicos y como carteristas en las avenidas comerciales hasta que luego deciden tomar las armas y sus delitos crecen, desde el robo de motocicletas y autos hasta vincularse al narcotráfico.
Aquí el rol del periodismo es lateral y ofrece contextualización sociológica a la trama. Sacristán encarna a Oteiza, un reportero vasco que desde su máquina de escribir Olivetti Lettera aporta información acerca de los datos de desempleo juvenil y de cómo las cárceles españolas se pueblan de jóvenes provenientes de los suburbios y de familias de obreros manuales. Oteiza busca entrevistar a El Jaro, recorre las barriadas, toma fotografías, habla con el juez. Quiere realizar un reportaje con aquellas cosas “que no están ni en los informes de la policía ni en los titulares de los periódicos” y denuncia las víctimas del modelo económico.
Inspirado en la vida de José Joaquín Sánchez Frutos, alias El Jaro, el guión estuvo a cargo de De la Iglesia y del escritor y periodista navarro Gonzalo Goicochea. El elenco estuvo integrado por muchos jóvenes actores no profesionales. La banda sonora aporta un buen pantallazo del rock español de la etapa de la Transición.
Manuel Barrientos y Federico Poore