Top 200
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1 1941 | Estados Unidos
Citizen Kane
Orson Welles
IMDB: 8,3/10 | Letterboxd: 4,2/5
Tras la muerte del magnate editorial Charles Foster Kane, un periodista busca descubrir el significado de su última frase.
A más de ocho décadas de su estreno, el film debut de Orson Welles conserva intacta su potencia y actualidad. Esta suerte de biopic (¿o mockumentary?) reconstruye el ascenso y la caída de Charles Foster Kane, figura ficticia basada en el controversial magnate de los medios William Randolph Hearst (y un poco en la de Welles también). Narrada por medio de una serie de flashbacks, viñetas electrizantes que iluminan diferentes aspectos de la vida del protagonista, Citizen Kane tiene un dinamismo que la coloca en otra liga. Perdió el Oscar frente a How Green Was My Valley, de John Ford, pero hoy es considerada una de las mejores películas de todos los tiempos. El crítico Roger Ebert señaló: “Está decidido: Citizen Kane es, oficialmente, la mejor película de la historia”. Y la obra también ha encabezado los listados de la American Film Institute y de la prestigiosa revista Sight & Sound.
Pero la obra de Orson Welles no es sólo uno de los mejores filmes de la historia, sino que es también una de las principales y más complejas representaciones cinematográficas del mundo del periodismo y los medios. De acuerdo a los académicos y críticos argentinos Sergio Wolf y Alejandro Vagnenkos, el film se aleja de las opciones habituales con las que el cine representa al periodismo y se constituye como un “film-diario”, en tanto propone una equivalencia entre aquello que cuenta con el modo en que está contado el relato. Es decir, no es sólo una película sobre un periodista (o un magnate de medios), sino que comienza con un falso noticiero cinematográfico (News of the March, una parodia del noticiero real March of the Time, en el que Welles había trabajado como locutor) y luego se vertebra en base a una investigación periodística llevada adelante por el periodista Jerry Thompson (William Alland), a quien nunca le vemos el rostro por completo. Por si esto fuera poco, la forma de la película salta de géneros cinematográficos y “secciones periodísticas”. De ahí su enorme complejidad formal y narrativa, que tiene la virtud de avanzar con la potencia de una rotativa, de una excavadora en un pozo de petróleo, al ritmo frenético de los tiempos urbanos que Kane ayudó a construir desde su emporio. Son relatos en abismo, representaciones periodísticas elevadas al cubo.
El inicio de la película -y sin mediar explicaciones- presenta un noticiero cinematográfico que informa acerca de la vida y de la muerte del “mayor de los magnates”, pero que también da cuenta de la repercusión que tiene el fallecimiento de Kane en las tapas de los diarios de todo el mundo. Hay un tono burlón, mordaz, que permite un distanciamiento acerca de lo que se ve en la pantalla, en el que el estatuto de “lo verdadero” siempre está en cuestión (es decir que el verosímil de lo cinematográfico, pero también el “periodismo objetivo” entra en crisis). Luego el noticiero termina y sus realizadores periodísticos lo comentan, lo critican, por lo que lo recién visto no es un noticiero ya cerrado, sino en etapa de construcción. El director da la orden de indagar más en la vida de Kane, de conocer sus secretos, de traspasar las fronteras públicas de su vida. Lo que sigue, pues, es una construcción de una investigación periodística en tiempo real de la mano de Thompson, que sale a la calle a buscar testimonios y que va conociendo pormenores de la historia de Kane junto con nosotros, los espectadores.
La primera fuente que consulta el reportero son las memorias de Thatcher, el tutor de Kane. Y la lectura de esos papeles personales hace saltar nuevamente el género narrativo por medio del uso del flashback (que se repite luego cuando el periodista consulta a otras personas). Todos esos flashbacks provienen de esas fuentes, o mejor dicho de la interpretación periodística de esos de testimonos de aquellas fuentes. Y cada testigo brinda su mirada sobre Kane: Bernstein, su mano derecha y secretario; Leland, amigo íntimo y crítico teatral de su primer diario; Susan, la segunda esposa del magnate; Raymond, el último mayordomo, que solicita dinero para brindar su testimonio. Pero esos “Kane” que construye cada testigo-fuente puede pensarse como representativo de distintas secciones periodísticas, como advierten Wolf y Vagnenkos. “Hay un Kane que podría integrar la sección Economía, otro Kane que podría ingresar a la sección Política, otro ligado a Espectáculos, y un último vinculado con lo que hoy se denomina Información General”, explican. En efecto, el tutor Thatcher y el secretario Bernstein dan cuenta -desde una mirada despectiva el primero, desde una mirada romántica el segundo- acerca de cómo Kane edificó su emporio periodístico y económico. Dando paso a la sección Política, Bernstein también informa sobre el matrimonio del millonario con la sobrina del presidente norteamericano y luego Leland habla del salto a la política con la candidatura a gobernador del personaje central. Y es el propio Leland quien genera con su testimonio el paso a la sección Espectáculos cuando narra la utilización que hace Kane de sus medios para promover la carrera artística de su segunda esposa. Y el testimonio de Susan y el mayordomo hacen el pasaje a la sección Información General, intentando reconstruir aspectos de la vida íntima del protagonista.
Sin embargo, el filme también expone las imposibilidades de la investigación periodística en diversos sentidos. “Nunca creí nada de lo que salió en el Inquirer”, dice Leland. Y, sobre el final, Thompson asume: “No creo que una palabra pueda explicar la vida de un hombre”. Sólo hay espejos infinitos, diversidad de puntos de vida, opacidades, intentos de reconstruir rompecabezas del que siempre hay piezas perdidas, extinguidas por el fuego del olvido. El guión de Welles y Mankiewicz ofrece aún más reflexiones sobre el periodismo. De acuerdo a Bernstein, la primera orden de Kane cuando asume como editor del New York Inquirer es transmitir noticias las 24 horas del día, ya que antes sólo era un diario matutino. Y exige titulares con tipografías enormes. “Si el titular es importante, haré que la noticia también lo sea”, asegura. Ya no se trata de cubrir las noticias -lo que significa estar detrás de los acontecimientos-, sino de crearlas. Ahí también Citizen Kane es pura modernidad, una bomba que cae sobre ese presente de 1941 y que sienta las bases del futuro del periodismo (y del cine).
El debut de Welles, entonces, se constituye en el primer filme “que piensa al periodismo no solamente en tanto ‘tema’ de su relato, sino en tanto ‘problema’ de su relato. Lo que el filme dice y el modo en que lo dice son la misma cara de una problematización que -de modo sorprendente- hasta hoy mantiene su vigencia”, como concluyen Wolf y Vagnenkos en “El Ciudadano: un film-diario” (1996).
Entre otros hitos, se destacan la fotografía de Gregg Toland y su innovador uso de la profundidad de campo; el montaje de Robert Wise (luego ganador del Oscar a la mejor dirección con West Side Story y The Sound of Music); y el debut en el cine del compositor Bernard Herrmann, que más tarde sería responsable de la banda sonora de clásicos de Alfred Hitchcock, Joseph L. Mankiewicz, Francis Truffaut, Brian De Palma y Martin Scorsese.Más información -
2 1976 | Estados Unidos
All The President’s Men
Alan J. Pakula
IMDB: 8,0/10 | Letterboxd: 4,1/5Los reporteros del Washington Post Bob Woodward y Carl Bernstein desvelan los detalles del escándalo Watergate que lleva a la dimisión del presidente Richard Nixon.
Dos jóvenes periodistas del Washington Post, Bob Woodward (Robert Redford) y Carl Bernstein (Dustin Hoffman), investigan el allanamiento de la sede central del Partido Demócrata en Washington. Sus averiguaciones los conducen hacia los mismísimos financistas de la campaña por la reelección del presidente Richard Nixon, quien finalmente termina renunciando dos años más tarde. Esta película -probablemente como ninguna otra- ayudó a reforzar el imaginario social sobre el rol del periodismo como guardián de la democracia y defensor de los derechos civiles.
Su visionado para estudiantes y académicos del periodismo, deja tres grandes enseñanzas. En primer lugar, la necesidad de ejercitar la capacidad de mirar y de ahondar en historias en las que algo no cierra, como en este caso un grupo de hombres de traje y con fajos de dinero numerados en sus bolsos que cometen un “robo común” y son defendidos por abogados de alto calibre. En segundo término, el seguimiento de la ruta del dinero: ¿Quién paga? ¿Qué se paga? ¿Cómo se paga? Y, en tercer lugar, la necesidad de contar con fuentes súper-secretas (aquí Hal Holbrook interpreta a Deep Throat, la fuente anónima más famosa de la historia del periodismo) y la necesidad de resguardarlas, de construir una relación de confianza y mantener el secreto profesional (recién en 2005 Mark Felt -director asociado del FBI en esos años- reconoció ser esa “Garganta Profunda”). Al mismo tiempo, muestra el trabajo en equipo de la redacción, los debates internos, la verificación rigurosa de las fuentes documentales y testimoniales y la necesidad de que la jefatura del medio avale y aliente la investigación, en este caso en la cabeza de Ben Bradlee, el mítico director del Washington Post. Jason Robards se llevó el primero de sus Oscar al mejor actor de reparto por su interpretación de Bradlee (décadas más tarde Tom Hanks lo haría en The Post) y tiene una de las mejores líneas de diálogo de la historia del cine de Hollywood:
"You know the results of the latest Gallup Poll? Half the country never even heard of the word Watergate. Nobody gives a shit. You guys are probably pretty tired, right? Well, you should be. Go on home, get a nice hot bath. Rest up... 15 minutes. Then get your asses back in gear. We're under a lot of pressure, you know, and you put us there. Nothing's riding on this except the, uh, first amendment to the Constitution, freedom of the press, and maybe the future of the country. Not that any of that matters, but if you guys fuck up again, I'm going to get mad. Goodnight."
Si bien consiguió cuatro Oscars en categorías menores, fue ampliamente celebrada por la crítica y tuvo un gran éxito de boletería. Roger Ebert dijo que ofrece “el estudio más perspicaz del oficio de periodista jamás visto en un largometraje”, en particular “la mezcla de euforia, paranoia, duda y coraje” que invadió a los cronistas y editores del periódico mientras discutían cómo publicar los avances de la investigación. En el libro 1001 películas que hay que ver antes de morir, Steven Jay Schneider la califica como “el no va más en películas sobre el periodismo de investigación” y sostiene que “ocupa un lugar entre los thrillers más apasionantes, ágiles y convincentes, y esto a pesar de basarse en hechos muy conocidos de cuya conclusión no hay duda en ningún momento”.Más información -
3 2015 | Estados Unidos
Spotlight
Tom McCarthy
IMDB: 8,1/10 | Letterboxd: 4,0/5Un reducido equipo de reporteros de investigación del Boston Globe destapa los escándalos de pederastia cometidos durante décadas por curas del estado de Massachussets.
La sed de realismo produjo infinidad de películas basadas en hechos reales, pero en el campo del periodismo, en tiempos recientes, ninguna lo hizo tan bien como este film de Tom McCarthy. Reviviendo el costado más heroico del rol de la prensa en una sociedad democrática -como lo haría dos años más tarde Steven Spielberg en The Post-, Spotlight muestra el detrás de escena del grupo de periodistas del Boston Globe que destapó el mayor escándalo de pedofilia al interior de la Iglesia Católica y muestra lo que puede lograr un equipo de buenos profesionales a los que se les da tiempo y recursos. Por momentos amaga con ser una película muy televisiva, aunque el guión funciona como un relojito y las interpretaciones contenidas pero llenas de matices de Mark Ruffalo, Michael Keaton, Rachel McAdams y Liev Schreiber hacen el resto.
El periodista David E. Kaplan, director ejecutivo de la Global Investigate Journalism Network, sostiene que Spotlight es “la película más convincente y profunda sobre periodismo de investigación desde All the President’s Men”. De acuerdo a su mirada, el filme deja una serie de lecciones acerca del ejercicio de la investigación periodística.
En primer lugar, evidencia el “olfato” del flamante editor ejecutivo del diario Ejecutivo Marty Baron (Liev Schreiber), un hombre ajeno a la élite de Boston, quien pide el seguimiento de un caso puntual de abuso sexual cometido por un sacerdote, y da paso a la elaboración de una hipótesis de trabajo por parte del staff: que la Iglesia toleraba y protegía el accionar de los sacerdotes pedófilos hasta un extremo mucho mayor de lo pensado. “Tenemos que centrarnos en la institución, no en los sacerdotes individuales. Muéstrenme que la iglesia manipuló el sistema para que estos tipos no tuvieran que enfrentar cargos, muéstrenme que volvieron a poner a esos mismos sacerdotes en las parroquias una y otra vez. Muéstrame que esto fue sistémico, que vino de arriba hacia abajo”, exige el director a su periodista. En esa línea, también se revela el carácter fundamental que tienen las fuentes expertas, como un investigador en temas de salud mental que les explica que la problemática se extiende a miles de sacerdotes y muchísimas víctimas a escala global.
Otra de las virtudes es cómo pone en valor el trabajo metódico de los reporteros en la búsqueda de diversos archivos de noticias, documentos judiciales e, incluso, de los directorios anuales de la arquidiócesis en los que figuran sacerdotes transferidos o ausentes por razones no argumentadas. Y, finalmente, uno de los grandes méritos de la película, que va contra la habitual costumbre del cine de Hollywood de construir héroes individuales, es la reconstrucción pormenorizada del trabajo en equipo de los periodistas, y cómo cada uno de ellas y ellos aporta sus diferentes habilidades, desde la capacidad de búsqueda de fuentes, entrevistas, manejo de datos, la escritura o la edición.
Ganó el Oscar a la mejor película, convirtiéndose en la primera obra que tiene al periodismo como tema central en lograrlo desde Gentleman's Agreement (1947). Ante la irrupción del magnate Donald Trump en la política partidaria, quien ganaría las elecciones presidenciales de Estados Unidos un año más tarde, el periodismo volvía a ser considerado como un contrapeso más que necesario para el sistema democrático.Más información -
4 2017 | Estados Unidos
The Post
Steven Spielberg
IMDB: 7,2/10 | Letterboxd: 3,4/5Un encubrimiento que abarca a cuatro presidentes de Estados Unidos empuja a la primera mujer editora del país y al director del periódico a unirse a una batalla sin precedentes entre la prensa y el gobierno.
“En The Post, la democracia sobrevive a la oscuridad”, tituló el New York Times su reseña sobre esta obra de Steven Spielberg. Precuela con cuatro décadas de demora de All the President's Men, es una película que pone en valor el rol del periodismo en momentos en que la libertad de expresión se veía atacada por la administración de Donald Trump.
Basada en una historia real, tiene como punto de partida a la figura de Daniel Ellsberg, un investigador gubernamental que participó en la guerra de Vietnam. Defraudado por el accionar estatal y el doble discurso de los funcionarios, decidió filtrar los archivos secretos del Pentágono (que involucraban a cuatro administraciones: Eisenhower, Kennedy, Johnson y Nixon) a The New York Times. Sin embargo, el fiscal general acusa al diario de violar la Ley de Espionaje, bajo el supuesto de que afecta a la seguridad nacional, y un juez ordena que se dejen de publicar los documentos. The Washington Post accede a los documentos y se abre una discusión interna sobre si publicar o no esa información. El ataque del gobierno de Nixon podría poner en peligro el ingreso a la Bolsa de Valores de la empresa. También afectaría a políticos demócratas cercana a la familia propietaria del Post. Pese a los reparos, Kay Graham (Meryl Streep) decide avalar el trabajo del equipo liderado por el director Ben Bradlee (Tom Hanks) y publicar los archivos. De esa forma, el caso llega a la Suprema Corte, que ratifica la prevalencia de la primera enmienda constitucional.
La película es un alegato sobre el trabajo periodístico y glorifica el accionar de Graham y Bradlee. En las reuniones con los potenciales nuevos accionistas, Graham sostiene: “La calidad impulsa la rentabilidad” y defiende los altos sueldos de los redactores, ante los recortes propuestos. De forma paralela, Bradlee se niega a seguir las órdenes de la Casa Blanca sobre la cobertura de la boda de la hija de Nixon. Las redacciones son gigantes, tanto la del NYT como la del Post. Hay café, pero no se observa alcohol ni tabaco, tal vez una marca más de época de la realización de la película que de la búsqueda de una reconstrucción híper-realista. La tarea de Graham, Bradlee y el equipo del Post es una cruzada a favor del periodismo como guardián de los derechos de los ciudadanos, que debe enfrentarse a las presiones políticas de la administración Nixon y a los intereses de los accionistas. Con esos dos frentes abiertos, la continuidad del diario está en peligro. Los inversores dudan de Graham, desconfían de que una mujer pueda estar al frente de un diario. Pero ella toma la decisión: su responsabilidad es con los empleados y con la empresa. Y sin libertad de expresión plena, no hay periódico ni bienestar de la Nación.
Una de las escenas más bellas recupera el trabajo analógico del periodismo, recuperando toda la cadena de montaje. La emoción de los periodistas de terminar la nota a altas horas de la noche y escuchar el encendido de la planta de impresión, con un magistral plano detalle de la tinta burbujeando antes de transformarse en palabras impresas. La Corte le da el aval a los diarios con un texto de resonancia histórica: “En la Primera Enmienda, los padres fundadores le dieron a la prensa libre la protección que debe tener para cumplir su papel esencial en nuestra democracia. La prensa debía servir a los gobernados, no a los gobernantes. Se abolió el poder del Gobierno para censurar la prensa, de modo que la prensa quedaría para siempre libre de censurar al Gobierno. Se protegió a la prensa para que pudiera descubrir los secretos del gobierno e informar al pueblo. Solo una prensa libre y desenfrenada puede exponer efectivamente el engaño en el gobierno.”
Con todo, la película extrañamente falla allí donde suele brillar el cine de Spielberg: el manejo de los tiempos narrativos; y, aún más, en la construcción de personajes que empaticen con los espectadores. Ambos elementos aquí se ven maniatados por la primacía del didactismo.Más información -
5 1960 | Italia
La dolce vita
Federico Fellini
IMDB: 8,0/10 | Letterboxd: 4,2/5Una semana en la vida de un periodista sensacionalista que vive en Roma.
Esta obra maestra de Federico Fellini es una de las películas emblemáticas de la década de 1960 y del boom del cine europeo en aquellos años. En uno de sus personajes más icónicos, Marcello Mastroianni interpreta a un periodista que forma parte y, al mismo tiempo, se distancia de esa manada de reporteros que busca primicias banales y escándalos de celebridades en las noches de Roma; luchando con la policía y entre sí.
La película arranca con una escena visualmente impactante: un helicóptero lleva un Cristo gigante por los paisajes de la capital italiana y el Vaticano. Marcello cubre el traslado desde arriba del helicóptero junto a un camarógrafo. Su siguiente tarea es averiguar qué come un conde en un restaurante y se ve obligado a corromper al gerente para que le deje tomar una fotografía, mientras le reclaman por el “derecho a la propia imagen” y lo acusan de “bellaco” y “sinverguenza”. Marcello responde que sólo “informa a la opinión pública” y les “brinda publicidad”.
Poco más tarde, Marcello se encuentra en una situación inversa, en una grieta insondable entre su vida privada y su vida laboral. Mientras flirtea con distintas mujeres y su esposa intenta suicidarse. Un periodista quiere publicar esa información, pero él le pide que por favor no lo haga.
Un amigo intelectual le elogia un artículo, le dice que es lúcido y apasionado, pero Marcello se niega a escucharlo, está harto de su oficio. Marcello quiere dedicarse a la literatura, aspira a “un arte claro, puro, que no mienta”; aunque reconoce que “ahora trabajo en algo que no me gusta, pero siempre pienso en el mañana”. Y concluye: “Debería cambiar de ambiente, debería cambiar de tantas cosas”. Su amigo Steiner le ofrece presentarle un editor para conseguirle un trabajo decente, que le permita dejar de escribir en “esos periodicuchos medio fascistas”. Sin embargo, el periodismo le da acceso a un mundo de poder y celebridad. Su padre lo visita en Roma, y Marcello presume: “Conozco a todos, ingreso a los ministerios y al Vaticano. Tengo un coche, un departamento”.
El célebre personaje de Papparazzo (Walter Santesso), un fotógrafo acompañante de Marcello, dio nombre al luego popularizado término de “paparazzi”.Más información -
6 1976 | Estados Unidos
Network
Sidney Lumet
IMDB: 8,1/10 | Letterboxd: 4,2/5Una cadena de televisión explota para su propio beneficio los desvaríos y revelaciones sobre los medios de un ex presentador trastornado.
El veterano presentador Howard Beale (Peter Finch) se entera de que están por cancelar su noticiero debido a bajos números de rating. Antes de irse, Beale anuncia al aire que, en una de las próximas emisiones, se suicidará frente a cámaras. El hecho provoca una gran expectativa entre la audiencia, lo que convierte al programa de Beale y su furia populista en el más visto de la televisión. La directora de programación Diana Christensen (Faye Dunaway) ve la oportunidad para explotar el show, con consecuencias dramáticas. Esta sátira sobre la televisión basura del director Sidney Lumet y el guionista Paddy Chayefsky fue un éxito de taquilla -sexuplicó su presupuesto original- y ganó cuatro Premios de la Academia, incluyendo un Oscar póstumo como mejor actor para Finch.
Si All the President´s Men entroniza la figura de la prensa heroica y baluarte de los valores democráticos, en el mismo año Network muestra la contracara más oscura, con una historia que evidencia el declive del periodismo en la televisión y su reemplazo por el entretenimiento y el sensacionalismo.
Luego de enviudar, la estrella de Beale se empieza a apagar y su programa se desmorona en el rating. Desde la cadena UBS le avisan que en dos semanas estará fuera del aire. Su amigo y jefe directo, Max Schumacher (William Holden), también es un periodista de la vieja camada, formado en la escuela de Ed Murrow y Walter Conkrite. Mientras comparten penas en un bar, Beale le dice que se va a matar al aire en su programa. Y Max le responde con sarcasmo que su fama aumentaría, al menos en un 50%, y comenta: “Podríamos crear el programa La Hora de la Muerte, el gran show del domingo por la noche para toda la familia”.
La ironía, sin embargo, se transforma horas más tarde en realidad. Beale anuncia al aire que se suicidará en directo en dos semanas, porque el programa es lo único que lo mantiene con vida. “Será emocionante y divertido”, ironiza. Todas las cadenas televisivas comienzan a hablar del tema y la directora de programación olfatea que el show que propone Beale podría tributar muy bien en las mediciones. Christensen es la quintaesencia del sensacionalismo, sus decisiones harían empalidecer a Chuck Tatum de Ace in the Hole.
En una ronda de accionistas, el CEO de la UBS Frank Hackett (Robert Duvall) da cuenta de las pérdidas de la División Noticias de la cadena y anuncia que hará recortes, trasladando el peso de las coberturas a las filiales locales. La decisión desemboca en la renuncia de Max, porque se opone al recorte de autonomía. Y su caída es el principio del fin de la racionalidad. A partir de ahí, todo queda en manos de Hackett y Christensen, que convierten a Beale en un “profeta furioso que denuncia la hipocresía de estos tiempos”. Y pese a los brotes psicóticos del presentador, nada los frena.
“La televisión es espectáculo, las noticias deben tener un poco de teatro”, explica Christensen y da a conocer su recetario: “Sexo, escándalo, crimen brutal, deportes, niños con enfermedades incurables y perritos perdidos”. Mientras Beale agita a su público y le pide que se enoje por la situación del país, la inseguridad, la depresión económica, la directora de programación comenta: “Descubrimos una mina de oro”. Y cuando negocia con un grupo terrorista de ultraizquierda para emitir un ciclo denominado “La hora de Mao Tse Tung”, les alecciona: “Estamos hablando de 30 a 50 millones de personas por programa. Es mejor que repartir panfletos impresos por un mimeógrafo en las esquinas de los barrios pobres”.
La solidez de las actuaciones fue reconocida en las distintas ceremonias de premiación, sumando galardones y candidaturas no sólo para Finch, sino también para Dunaway, Holden, Duvall y hasta para Beatrice Straight, quien se llevó el Oscar a la mejor actriz de reparto pese a aparecer en tan solo dos escenas. También se destaca la potencia narrativa y la solidez de la puesta en escena del director Sidney Lumet, quien apostó a un sistema de iluminación in crescendo. En las primeras escenas utilizó la menor cantidad de luz posible, filmando en un tono casi documental; y, a medida que avanzaba la trama, fue agregando más luz y más movimientos de cámara, con la idea de transmitir visualmente el enceguecimiento que generan los medios en sus audiencias.
“La película muestra con humor y ferocidad el servilismo del público, la deformación de las noticias, el sensacionalismo, los estrellatos dudosos, las querellas intestinas del ambiente televisivo, las lacras de la televisión comercial y la inescrupulosa manipulación de las audiencias”, sintetizó el crítico argentino Agustín Neifert en su libro Periodismo y periodistas en el cine. Por su parte, Joshua Klein, en 1001 películas que hay que ver antes de morir, aseguró: “Las escenas amargas y desesperadas, así como las sombríamente cómicas,se suceden con tanta rapidez que el espectador apenas se da cuenta de que la película es un retrato condenatorio no sólo de los que nos proporcionan la televisión, sino también de nosotros, los espectadores compulsivos”.Más información -
7 2007 | Estados Unidos
Zodiac
David Fincher
IMDB: 7,7/10 | Letterboxd: 4,0/5Un dibujante de San Francisco se obsesiona con localizar al Asesino del Zodiaco, un individuo no identificado que aterroriza el norte de California con una ola de asesinatos.
San Francisco, fines de los años sesenta. Una ola de crímenes sacude a la ciudad y los diarios locales comienzan a recibir cartas de una persona que dice ser el autor de los asesinatos. El caso despierta el interés de la policía, pero también del caricaturista Robert Graysmith (Jake Gyllenhaal) y del cronista de policiales Paul Avery (Robert Downey Jr.), que pronto se zambullen en un caso de difícil resolución. El riesgo que corren los periodistas es tan físico como mental: su obsesión con el tema los empuja hacia la autodestrucción, algo que el director David Fincher explora con elegancia visual y una envidiable precisión narrativa en la que acaso sea su mejor película.
Basada “en archivos de casos reales”, tal como se informa en el comienzo, la trama cubre un arco histórico que comienza en 1969 y llega hasta 1983. En la redacción del San Francisco Chronicle, Avery es un reportero estrella que se destaca por su capacidad y su extravagancia; Graysmith es un ilustrador timorato y casi desapercibido. Sin embargo, unen fuerzas para investigar quién es el temible asesino serial que se esconde bajo el alias de Zodiac. De modo similar a lo que ocurre en While the City Sleeps (Lang, 1956), aquí el homicida es una suerte de agente de prensa de sus propios crímenes y utiliza el sistema de medios para agigantar su andanada delictiva, enviando primero cartas a los periódicos y luego interviniendo de modo telefónico en programas de televisión en directo.
La película establece una suerte de triángulo de cooperaciones, persecuciones y desconfianzas cruzadas entre el asesino, la policía y el periodismo. Zodiac pide que los diarios publiquen códigos encriptados; la prensa duda de si cumplir o no con la exigencia, mientras también trata de anticipar qué hará la competencia; los detectives policiales, la dupla de Graysmith-Avery y algunos lectores intentan descifrar los criptogramas; la policía interviene un set televisivo y da órdenes a un presentador y su panelista para que prolonguen una conversación en vivo con el asesino para averigüar la procedencia de la llamada; los jefes policiales se enojan con los inspectores porque se enteran de los avances en el caso por los medios; Graysmith provoca en sus columnas a Zodiac y éste le contesta con amenazas; “la prensa viene a las 16 y necesito darles algo”, reclama un alto funcionario de las fuerzas de seguridad a sus subordinadas; luego le exigen a los medios que no publiquen más las cartas del homicida; Avery sospecha que Zodiac se atribuye crímenes que no cometió para aparecer en los medios; el fenómeno mediático genera que decenas de personas se atribuyen ser Zodiac; y así en espiral.
Fincher apela a un juego de espejos de alta cinefilia. Zodiac fue la fuente de inspiración para la construcción del personaje de Scorpio, el asesino serial de Dirty Harry (1971); y aquí los personajes interpretados por Jake Gyllenhaal y Mark Ruffalo (el investigador principal del caso) asisten a una función especial de la cinta protagonizada por Clint Eastwood. Por otro lado, el realizador reconoció que utilizó como template otro clásico de los años setenta, All the President's Men, aunque en cierta forma este es su reverso. Spoiler alert: probablemente Zodiac sea la mejor película sobre el fracaso de una investigación periodística (y policial).
El guión de James Vanderbilt está inspirado en el libro de Graysmith y le valió una nominación para los premios del Writers Guild of America. Fincher, Vanderbilt y el productor Bradley J. Fischer investigaron durante 18 meses los asesinatos de Zodiac y entrevistaron a testigos, familiares, sospechosos, detectives policiales, las dos únicas víctimas sobrevivientes y los alcaldes de San Francisco y Vallejo. Esa rigurosa investigación logró que el caso se reabra después del estreno.
Si bien la película no tuvo un buen paso por las boleterías y fue ignorada en los Oscar, recibió elogios de la crítica y la revista Cahiers du Cinéma la consideró como una de las cinco mejores obras del año.
Jake Gyllenhaal volvería a interpretar a un periodista (sensacionalista, en este caso) en Nightcrawler (2014). Mark Ruffalo, que aquí hace de policía, interpretaría a un periodista en la ganadora del Oscar Spotlight (2015). El director David Fincher volvería a filmar historias vinculadas al periodismo en The Girl with the Dragon Tattoo (2011) y, algo más lateralmente, en Gone Girl (2014).Más información -
8 2005 | Estados Unidos
Good Night, and Good Luck.
George Clooney
IMDB: 7,4/10 | Letterboxd: 3,6/5Ambientada en 1953, narra el enfrentamiento real que, en defensa del periodismo independiente, mantuvieron el famoso periodista y presentador de la CBS Edward R. Murrow (David Strathairn) y su productor Fred Friendly (George Clooney) contra el poderoso senador anticomunista Joseph McCarthy.
El actor, guionista y director George Clooney retomó la figura del periodista como “guardián de la ciudadanía” en esta película, en la que narró uno de los episodios más emblemáticos de la historia norteamericana del siglo XX: la persecución ideológica, la censura y la detención arbitraria de personas ejercida por el Comité de Actividades Antiamericanas en las primeras décadas de la Guerra Fría.
Basado en una historia real, el filme está ambientado en 1953, cuando la televisión recién comenzaba a popularizarse. El experimentado Edward R. Murrow (David Strathairn), famoso por su cobertura radiofónica del desembarco en Normandía, era el conductor del programa periodístico “See it Now”, que se emitía por la cadena CBS. Su nutrido equipo de redactores recibió la historia de Milo Radulovich, un piloto que había sido expulsado de la Armada por “razones de seguridad”, sin ningún argumento probatorio en su contra. Pese a la oposición de uno de los directivos de la cadena, Murrow denunció el caso y también informó que Radulovich había rechazado la propuesta de continuar en su trabajo si, a cambio, imputaba a su padre y su hermana.
El conductor se enfrentó, así, a uno de los políticos más influyentes del momento, el senador republicano y presidente del Comité de Actividades Antiamericanas, Joseph Mc Carthy. Esa comisión había sido creada en 1938 para investigar las actividades de los agentes extranjeros. Pero con el fin de la II Guerra Mundial, se dedicó a vigilar las supuestas “infiltraciones subversivas del comunismo”. Luego de la denuncia del caso Radulovich, Mc Carthy acusó al propio Murrow de ser “simpatizante comunista”. Pero el equipo no se amedrentó y avanzó en la lucha contra la metodología utilizada por el Comité. Pese a las presiones de los anunciantes, el presidente de la CBS apoyó a su periodista.
En el siguiente programa, Murrow denunció la ausencia de pruebas que tenían las acusaciones de Mc Carthy y las posteriores condenas sin el debido proceso judicial. Pero invitó al senador para que utilizara el derecho a su defensa en el ciclo televisivo. Mc Carthy accedió y acusó al conductor de “comunista” sin exhibir ninguna prueba firme. Pero Murrow consiguió mostrar la falsedad y la insensatez de las denuncias y la arbitrariedad de sus métodos. A partir de esa emisión, la Cámara de Senadores comenzó a cuestionar a su integrante y, finalmente, Mc Carthy perdió la presidencia del Comité en 1954.
La película, sin embargo, no termina con el logro periodístico de Murrow y la reparadora restauración de las libertades civiles gracias a la contribución del periodismo. Clooney continúa indagando en la historia y muestra cómo el ciclo fue desplazado de la programación. El enemigo del periodismo de investigación que propició la caída del programa de Murrow finalmente no fue la censura de los poderes estatales sino un mecanismo -en ese momento emergente- más sutil, opaco y deslocalizado: las exigencias de banalidad y sensacionalismo que imponen los “estudios de mercado”.
El presidente de la CBS le dice: "La gente quiere divertirse, no una lección de civismo". Pero la postura de Murrow es opuesta y, al recibir un premio de la industria televisiva, señala: "Los que afirman que ‘la gente no los vería, que no interesa, que todo les da igual, que sólo quieren evadirse’… Sólo puedo responder que en la opinión de este periodista existen pruebas que rebaten ese argumento. Pero aunque tuvieran razón, ¿qué tienen que perder? Porque si tienen razón y este instrumento no sirve más que para entretener, divertir y aislar… el tubo catódico ya parpadea y pronto veremos cómo la lucha está perdida. La Televisión puede enseñar, puede arrojar luz y, sí, hasta puede inspirar. Pero sólo lo hará en la medida en que nosotros estemos dispuestos a utilizarla con estos fines. De lo contrario sólo será un amasijo de luces y cables. Buenas noches y buena suerte."
Con esta película, Clooney también rindió un homenaje oblicuo a su padre, periodista y presentador de noticias de televisión.Más información -
9 2008 | Estados Unidos
Frost/Nixon
Ron Howard
IMDB: 7,7/10 | Letterboxd: 3,6/5Durante los tres años que siguieron a su salida de la Casa Blanca, Richard Nixon permaneció en silencio. Sin embargo, en el verano de 1977 concede una entrevista para hablar de su mandato y del caso Watergate, sorprendiendo a todos al escoger a David Frost.
Reconstruye la célebre serie de entrevistas que el presentador inglés David Frost le realizó a Richard Nixon en 1977, tres años después de su dimisión como presidente de los Estados Unidos. La transmisión de estas conversaciones llegó a más de 45 millones de espectadores, la audiencia televisiva más grande para una entrevista política, un récord aún vigente.
Con una estructura que por momentos adquiere el tono de un falso documental, el experimentado director Ron Howard (Apollo 13, A Beautiful Mind) logra mantener la tensión dramática con su manejo del suspenso y la ambigüedad. Comienza con imágenes de archivo del caso Watergate, el espionaje a los reporteros que investigaron los hechos y la posterior renuncia de Nixon a la presidencia, sin asumir su responsabilidad acerca de los delitos de los que es acusado. Poco tiempo después, el animador británico David Frost decide buscar una entrevista con el ex mandatario. Con poca experiencia en el periodismo político aunque mucha experiencia en los sets de televisión, el verdadero interés de Frost radica en la lucha por el rating y tiene como antecedente principal los altos niveles de audiencia que había generado la renuncia en directo del presidente norteamericano.
Luego de ser indultado por su sucesor Gerald Ford, Nixon firma un contrato millonario para escribir un libro con sus memorias. Y recibe dos ofertas para realizar entrevistas televisivas: de la CBS y de Frost. Si bien tiene menor credibilidad periodística, el animador británico presenta dos ventajas bajo la mirada de Nixon: una mayor docilidad y una oferta monetaria más suculenta, que asciende a los 600 mil dólares. Para el líder político, es una oportunidad de hacerse de un buen dinero, exponer su mirada sin agresiones periodísticas (su equipo le recuerda que el británico arrancó como comediante) y recomponer su imagen en la opinión pública. Para Frost es una opción para hacer pie en la televisión norteamericana, luego de un previo fracaso en Nueva York.
Al conocerse el acuerdo, los críticos dudan de las cualidades intelectuales del presentador para dar la talla. Y las cadenas norteamericanas rechazan transmitir la entrevista, porque no tienen el control editorial. Sin embargo, Frost avanza y se prepara para la serie de conversaciones junto a dos asesores, que también sospechan de que pueda enfrentar el desafío.
Aquí la política, y la entrevista política, son presentadas como un combate boxístico, en el que cada contrincante debe preparar su estrategia. Y en la previa, negocian y buscan imponer condiciones. Son cuatro sesiones de dos horas, y Nixon y su consejo de asesores apuestan a que el tiempo pase, a estirar las respuestas, a enredar y sacar de eje a su interrogador. Tiene un pasado difícil en los sets televisivos: el histórico debate contra John F. Kennedy en la campaña presidencial de 1960. Mientras, el equipo de Frost le reprocha al animador que está desperdiciando el tiempo, que deja que Nixon se pierda en anécdotas banales. Y, cuando parece que todo se diluye y que el ex mandatario ganará por puntos de manera holgada, Frost decide ocupar el centro del ring y apelar a una serie de desgrabaciones que confirman la participación central de Nixon en el caso Watergate.
Muy recomendada para analizar el arte de la entrevista, en la película se destaca la descomunal actuación de Frank Langella en el rol de Nixon, que le brindó un premio Tony y su única nominación al Oscar. Está basada en la obra teatral de Peter Morgan (también responsable de su adaptación al cine), que se estrenó en Londres en 2006 y luego pasó por las salas de Broadway con la misma pareja de protagonistas.Más información -
10 2002 | FranciaAlemaniaBrasil
Cidade de Deus
Fernando Meirelles Kátia Lund
IMDB: 8,6/10 | Letterboxd: 4,4/5Basada en hechos reales, describe el mundo del crimen organizado en Cidade de Deus, un suburbio de Río de Janeiro, desde finales de los sesenta hasta principios de los ochenta, época durante la cual el tráfico de drogas y la violencia impusieron su ley en las favelas.
La película narra el aumento del crimen organizado en la favela Cidade de Deus, en Río de Janeiro, entre finales de la década del sesenta y principios de los años ochenta. El joven Buscapé (Alexandre Rodrigues) intenta abrirse camino en un ambiente de violencia pero, a diferencia de muchos de sus amigos traficantes, quiere ganarse la vida como fotoperiodista. Es precisamente su acceso a los bajos fondos de la favela lo que le abre la puerta a poder publicar en Jornal do Brasil, gracias a una impactante fotografía que llega a la primera plana y deriva en la promesa de un puesto como pasante en caso de que logre obtener más imágenes similares.
Buscapé pierde su virginidad con Marina Cintra (Graziella Moretto), periodista del Jornal do Brasil y la persona que le ofrece el puesto, y acaricia una nueva oportunidad de obtener buenas fotografías al quedar en medio de una guerra de pandillas. Hacia el final, el protagonista (que es también el narrador del film) enfrenta el dilema moral de si entregar al diario una foto que compromete a la policía o elegir la truculenta imagen de un narcotraficante muerto, seguramente más codiciada por el medio. Temiendo represalias de las fuerzas de seguridad, opta por lo segundo y se asegura así una prometedora carrera como fotoperiodista.
Con un estilo que rinde tributo a los films de mafiosos de Martin Scorsese, el film de Fernando Mereilles fue aclamado por la crítica y se convirtió en la película más vista en su país al año siguiente de su estreno. Favorito también entre las audiencias, a la fecha ocupa el puesto número 23 en el Top 250 de la Internet Movie Database (IMDb).Más información