Top 150
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1 1941 | Estados Unidos
Citizen Kane
Orson Welles
IMDB: 8,3/10 | Letterboxd: 4,2/5Tras la muerte del magnate editorial Charles Foster Kane, un periodista busca descubrir el significado de su última frase.
A más de ocho décadas de su estreno, el film debut de Orson Welles conserva intacta su potencia y actualidad. Esta suerte de biopic (¿o mockumentary?) reconstruye el ascenso y la caída de Charles Foster Kane, figura ficticia basada en el controversial magnate de los medios William Randolph Hearst (y un poco en la de Welles también). Narrada por medio de una serie de flashbacks, viñetas electrizantes que iluminan diferentes aspectos de la vida del protagonista, Citizen Kane tiene un dinamismo que la coloca en otra liga. Perdió el Oscar frente a How Green Was My Valley, de John Ford, pero hoy es considerada una de las mejores películas de todos los tiempos. El crítico Roger Ebert señaló: “Está decidido: Citizen Kane es, oficialmente, la mejor película de la historia”. Y la obra también ha encabezado los listados de la American Film Institute y de la prestigiosa revista Sight & Sound.
Pero la obra de Orson Welles no es sólo uno de los mejores filmes de la historia, sino que es también una de las principales y más complejas representaciones cinematográficas del mundo del periodismo y los medios. De acuerdo a los académicos y críticos argentinos Sergio Wolf y Alejandro Vagnenkos, el film se aleja de las opciones habituales con las que el cine representa al periodismo y se constituye como un “film-diario”, en tanto propone una equivalencia entre aquello que cuenta con el modo en que está contado el relato. Es decir, no es sólo una película sobre un periodista (o un magnate de medios), sino que comienza con un falso noticiero cinematográfico (News of the March, una parodia del noticiero real March of the Time, en el que Welles había trabajado como locutor) y luego se vertebra en base a una investigación periodística llevada adelante por el periodista Jerry Thompson (William Alland), a quien nunca le vemos el rostro por completo. Por si esto fuera poco, la forma de la película salta de géneros cinematográficos y “secciones periodísticas”. De ahí su enorme complejidad formal y narrativa, que tiene la virtud de avanzar con la potencia de una rotativa, de una excavadora en un pozo de petróleo, al ritmo frenético de los tiempos urbanos que Kane ayudó a construir desde su emporio. Son relatos en abismo, representaciones periodísticas elevadas al cubo.
El inicio de la película -y sin mediar explicaciones- presenta un noticiero cinematográfico que informa acerca de la vida y de la muerte del “mayor de los magnates”, pero que también da cuenta de la repercusión que tiene el fallecimiento de Kane en las tapas de los diarios de todo el mundo. Hay un tono burlón, mordaz, que permite un distanciamiento acerca de lo que se ve en la pantalla, en el que el estatuto de “lo verdadero” siempre está en cuestión (es decir que el verosímil de lo cinematográfico, pero también el “periodismo objetivo” entra en crisis). Luego el noticiero termina y sus realizadores periodísticos lo comentan, lo critican, por lo que lo recién visto no es un noticiero ya cerrado, sino en etapa de construcción. El director da la orden de indagar más en la vida de Kane, de conocer sus secretos, de traspasar las fronteras públicas de su vida. Lo que sigue, pues, es una construcción de una investigación periodística en tiempo real de la mano de Thompson, que sale a la calle a buscar testimonios y que va conociendo pormenores de la historia de Kane junto con nosotros, los espectadores.
La primera fuente que consulta el reportero son las memorias de Thatcher, el tutor de Kane. Y la lectura de esos papeles personales hace saltar nuevamente el género narrativo por medio del uso del flashback (que se repite luego cuando el periodista consulta a otras personas). Todos esos flashbacks provienen de esas fuentes, o mejor dicho de la interpretación periodística de esos de testimonos de aquellas fuentes. Y cada testigo brinda su mirada sobre Kane: Bernstein, su mano derecha y secretario; Leland, amigo íntimo y crítico teatral de su primer diario; Susan, la segunda esposa del magnate; Raymond, el último mayordomo, que solicita dinero para brindar su testimonio. Pero esos “Kane” que construye cada testigo-fuente puede pensarse como representativo de distintas secciones periodísticas, como advierten Wolf y Vagnenkos. “Hay un Kane que podría integrar la sección Economía, otro Kane que podría ingresar a la sección Política, otro ligado a Espectáculos, y un último vinculado con lo que hoy se denomina Información General”, explican. En efecto, el tutor Thatcher y el secretario Bernstein dan cuenta -desde una mirada despectiva el primero, desde una mirada romántica el segundo- acerca de cómo Kane edificó su emporio periodístico y económico. Dando paso a la sección Política, Bernstein también informa sobre el matrimonio del millonario con la sobrina del presidente norteamericano y luego Leland habla del salto a la política con la candidatura a gobernador del personaje central. Y es el propio Leland quien genera con su testimonio el paso a la sección Espectáculos cuando narra la utilización que hace Kane de sus medios para promover la carrera artística de su segunda esposa. Y el testimonio de Susan y el mayordomo hacen el pasaje a la sección Información General, intentando reconstruir aspectos de la vida íntima del protagonista.
Sin embargo, el filme también expone las imposibilidades de la investigación periodística en diversos sentidos. “Nunca creí nada de lo que salió en el Inquirer”, dice Leland. Y, sobre el final, Thompson asume: “No creo que una palabra pueda explicar la vida de un hombre”. Sólo hay espejos infinitos, diversidad de puntos de vida, opacidades, intentos de reconstruir rompecabezas del que siempre hay piezas perdidas, extinguidas por el fuego del olvido. El guión de Welles y Mankiewicz ofrece aún más reflexiones sobre el periodismo. De acuerdo a Bernstein, la primera orden de Kane cuando asume como editor del New York Inquirer es transmitir noticias las 24 horas del día, ya que antes sólo era un diario matutino. Y exige titulares con tipografías enormes. “Si el titular es importante, haré que la noticia también lo sea”, asegura. Ya no se trata de cubrir las noticias -lo que significa estar detrás de los acontecimientos-, sino de crearlas. Ahí también Citizen Kane es pura modernidad, una bomba que cae sobre ese presente de 1941 y que sienta las bases del futuro del periodismo (y del cine).
El debut de Welles, entonces, se constituye en el primer filme “que piensa al periodismo no solamente en tanto ‘tema’ de su relato, sino en tanto ‘problema’ de su relato. Lo que el filme dice y el modo en que lo dice son la misma cara de una problematización que -de modo sorprendente- hasta hoy mantiene su vigencia”, como concluyen Wolf y Vagnenkos en “El Ciudadano: un film-diario” (1996).
Entre otros hitos, se destacan la fotografía de Gregg Toland y su innovador uso de la profundidad de campo; el montaje de Robert Wise (luego ganador del Oscar a la mejor dirección con West Side Story y The Sound of Music); y el debut en el cine del compositor Bernard Herrmann, que más tarde sería responsable de la banda sonora de clásicos de Alfred Hitchcock, Joseph L. Mankiewicz, Francis Truffaut, Brian De Palma y Martin Scorsese.Más información -
2 1976 | Estados Unidos
All The President’s Men
Alan J. Pakula
IMDB: 8,0/10 | Letterboxd: 4,1/5Los reporteros del Washington Post Bob Woodward y Carl Bernstein desvelan los detalles del escándalo Watergate que lleva a la dimisión del presidente Richard Nixon.
Dos jóvenes periodistas del Washington Post, Bob Woodward (Robert Redford) y Carl Bernstein (Dustin Hoffman), investigan el allanamiento de la sede central del Partido Demócrata en Washington. Sus averiguaciones los conducen hacia los mismísimos financistas de la campaña por la reelección del presidente Richard Nixon, quien finalmente termina renunciando dos años más tarde. Esta película -probablemente como ninguna otra- ayudó a reforzar el imaginario social sobre el rol del periodismo como guardián de la democracia y defensor de los derechos civiles.
Su visionado para estudiantes y académicos del periodismo, deja tres grandes enseñanzas. En primer lugar, la necesidad de ejercitar la capacidad de mirar y de ahondar en historias en las que algo no cierra, como en este caso un grupo de hombres de traje y con fajos de dinero numerados en sus bolsos que cometen un “robo común” y son defendidos por abogados de alto calibre. En segundo término, el seguimiento de la ruta del dinero: ¿Quién paga? ¿Qué se paga? ¿Cómo se paga? Y, en tercer lugar, la necesidad de contar con fuentes súper-secretas (aquí Hal Holbrook interpreta a Deep Throat, la fuente anónima más famosa de la historia del periodismo) y la necesidad de resguardarlas, de construir una relación de confianza y mantener el secreto profesional (recién en 2005 Mark Felt -director asociado del FBI en esos años- reconoció ser esa “Garganta Profunda”). Al mismo tiempo, muestra el trabajo en equipo de la redacción, los debates internos, la verificación rigurosa de las fuentes documentales y testimoniales y la necesidad de que la jefatura del medio avale y aliente la investigación, en este caso en la cabeza de Ben Bradlee, el mítico director del Washington Post. Jason Robards se llevó el primero de sus Oscar al mejor actor de reparto por su interpretación de Bradlee (décadas más tarde Tom Hanks lo haría en The Post) y tiene una de las mejores líneas de diálogo de la historia del cine de Hollywood:
"You know the results of the latest Gallup Poll? Half the country never even heard of the word Watergate. Nobody gives a shit. You guys are probably pretty tired, right? Well, you should be. Go on home, get a nice hot bath. Rest up... 15 minutes. Then get your asses back in gear. We're under a lot of pressure, you know, and you put us there. Nothing's riding on this except the, uh, first amendment to the Constitution, freedom of the press, and maybe the future of the country. Not that any of that matters, but if you guys fuck up again, I'm going to get mad. Goodnight."
Si bien consiguió cuatro Oscars en categorías menores, fue ampliamente celebrada por la crítica y tuvo un gran éxito de boletería. Roger Ebert dijo que ofrece “el estudio más perspicaz del oficio de periodista jamás visto en un largometraje”, en particular “la mezcla de euforia, paranoia, duda y coraje” que invadió a los cronistas y editores del periódico mientras discutían cómo publicar los avances de la investigación. En el libro 1001 películas que hay que ver antes de morir, Steven Jay Schneider la califica como “el no va más en películas sobre el periodismo de investigación” y sostiene que “ocupa un lugar entre los thrillers más apasionantes, ágiles y convincentes, y esto a pesar de basarse en hechos muy conocidos de cuya conclusión no hay duda en ningún momento”.Más información -
3 1934 | Estados Unidos
It Happened One Night
Frank Capra
IMDB: 8,1/10 | Letterboxd: 4,1/5Una joven heredera decide escapar de las imposiciones de su padre y huye en autobús de Miami a Nueva York. Allí se encuentra un periodista que acaba de ser despedido y se enamorarán pese a sus intereses contrapuestos.
La joven y millonaria heredera Ellie Andrews (Claudette Colbert) decide escapar de las imposiciones de su padre (que se opone a un noviazgo con un excéntrico aviador) y huye en autobús de Miami a Nueva York. En el colectivo, se encuentra con Peter Warne (Clark Gable), un periodista que acaba de ser echado del New York Mail. Pese a los intereses y las clases contrapuestos, se van enamorando y sorteando diversos obstáculos y malentendidos.
Considerada uno de los grandes clásicos de la comedia americana, es también una de las primeras obras maestras de Frank Capra y, al mismo tiempo, una de las últimas películas de comedia románticas creadas antes de que se impusiera el Código Hays. Comedia chispeante, de diálogos punzantes y gran ritmo, sigue intacta como gema de modernidad. La representación de los periodistas es diversa y compleja. Los cronistas se mueven en manada, siguiendo a Andrews. Es Warne el que sale de la norma y obtiene la información de primera mano. En las primeras escenas, se observa a periodistas vestidos de traje, sobretodo y sombrero. Warne está borracho, pero es “el rey” para sus colegas, que sin embargo lo suben a un autobús para que regrese desde Miami a Nueva York, luego de ser despedido por su editor. O, ahora, ex editor. Ya en el autobús, revolea la pila de diarios para poder ocupar un asiento. Evidentemente alcoholizado, pelea con el chofer: “Una vez me senté arriba de los diarios con mis pantalones blancos. Nadie compró los periódicos ese día. Todos me siguieron por toda la ciudad leyendo el diario en mis pantalones”. Para Warne, periodista proletario, el autobús es el medio natural. En cambio, para Andrews el bus es una posibilidad de escapar, de utilizar el medio en el que no la buscarán, porque no corresponde a su clase social. Cuando Warne descubre quién es verdaderamente su compañera de bus, ella le ofrece dinero, pensando en que él va a denunciarla. Warne envía un telegrama a cobrar con la primicia y luego vende la primicia por mil dólares. En realidad, es el dinero que necesita para poder acercarse a Andrews y proponerle matrimonio. Es un tirado, que durante toda la película cuenta monedas antes de hacer cualquier tipo de gasto. El padre de Andrews, en cambio, se mueve en yates y aviones privados. Pide que se publique en los diarios una recompensa de diez mil dólares para quien ofrezca información sobre el paradero de su hija. También hace un acuerdo con Westley, el pretendiente de su hija, para que anuncie a los reporteros que acordaron el matrimonio.
Andrews es una celebridad, no por pertenecer al mundo del espectáculo o realizar alguna tarea de interés público, sino simplemente por ser parte de la aristocracia. Por eso, cuando está por concretarse su matrimonio con el excéntrico aviador, los periodistas y camarógrafos cubren la boda. Warne, proletario, es un hombre de principios y no acepta el dinero del padre de Andrews de la recompensa por haber encontrado a su hija; solo quiere que le paguen los gastos por el cuidado.
Periodista fisgón, encuentra también los límites de meterse en la intimidad ajena. Cuando finalmente Andrews deja al aviador en el altar y concreta su casamiento con el periodista, Capra les brinda ese resguardo y no se muestran (por primera vez en toda la película) titulares que den cuenta de la boda. Solo trompetas íntimas anuncian la caída de Jericó. La boda también es una unión posible entre clases sociales distintas. Y el trabajo (periodístico) es un modo de acceso a esa aristocracia que, sin embargo, no se ansía sin escrúpulos.
Después de un comienzo mediocre, It Happened One Night se convirtió en un gran éxito de público, transformándose en la película más taquillera realizada por Columbia hasta ese momento. Fue la primera película en ganar los cinco premios Oscar más importantes, logro que solo ha sido repetido en dos ocasiones más: en 1975 con One Flew Over the Cuckoo’s Nest y en 1991 con The Silence of the Lambs. El American Film Institute siempre la consideró entre las 100 mejores películas de la historia, y una de las diez grandes comedias románticas de todos los tiempos.Más información -
4 1951 | Estados Unidos
Ace in the Hole / The Big Carnival
Billy Wilder
IMDB: 8,1/10 | Letterboxd: 4,2/5Un periodista frustrado que trabaja para un periódico de Albuquerque explota el caso de un hombre atrapado en una cueva para revivir su carrera, pero la situación pronto se convierte en un circo fuera de control.
Si Sunset Blvd. (1950) había sido un estiletazo zumbón contra la prensa, un año después Billy Wilder le propinó el cross definitivo con esta obra central en la representación acerca del cinismo del periodismo y los medios de comunicación. Probablemente, una de las más crudas y divertidas de la historia. Y, sin dudas, de las más reversionadas.
“Soy un periodista de 250 dólares a la semana. Se me puede contratar por 50. Conozco los periódicos por delante y por detrás, de arriba abajo. Sé escribirlos, publicarlos, imprimirlos, empaquetarlos y venderlos. Puedo encargarme de las grandes noticias y de las pequeñas. Y, si no hay noticias, salgo a la calle y muerdo a un perro. Dejémoslo en 45”, dice el reportero Charles Tatum (Kirk Douglas) cuando se presenta en la redacción de un pequeño periódico de Albuquerque a ofrecer sus servicios. Se escucha el ruido de las máquinas de escribir que funcionan a puro galope y se observa un cartel bordado que gobierna las oficinas: “TELL THE TRUTH”. El dueño del medio es el abogado Jacob Q. Boot (Porter Hall), quien corrige con rigor cada artículo que se publica y prohíbe a sus empleados la ingesta de alcohol.
Tatum es un cronista experimentado, que supo triunfar en Nueva York, pero su pasado reciente incluye problemas con la bebida y con las mujeres. Así que sus opciones están en baja y termina como redactor jefe en este Albuquerque Sun Bulletin. Después de un año, en lo que parece una suerte de condena a prisión perpetua, está al borde de la crisis de abstinencia de noticias. Allí lo más importante parecen ser los concursos de sopas y los tornados que no suceden. Hasta que un día Boot lo envía a realizar un artículo sobre la competencia anual de caza de cascabeles que se realiza en otra localidad cercana de Nuevo México. Tatum tiene sus reparos: “Yo no fui a la universidad, pero sé lo que es una noticia. Antes de escribir periódicos, los vendía en la esquina. ¿Sabés lo que aprendí? Las malas noticias venden más, porque las buenas noticias no son noticia”. Pero hacia allá va. Y en un restaurante y motel de una carretera polvorienta se activa su olfato periodístico. La mujer del dueño del bar cuenta que su esposo quedó atrapado en una mina mientras buscaba minerales preciosos. Si Tatum se siente atrapado desde hace un año en esos lugares en los que nada ocurre, la cobertura del drama de un hombre atrapado puede convertirse en su boleto de regreso a las grandes ligas.
En ese pueblo vacío, Tatum es ambicioso e intrépido y está dispuesto a todo para convertir esa historia de interés humano en un espectáculo de alcance nacional. No duda ni un segundo. Ingresa a la gruta y hace tomar fotografías del hombre atrapado. Con esa imagen del minero agonizante crea el mito: “El Tutankamón de Nueva México”. Sabe que el sheriff quiere ser reelecto en el cargo y lo busca como aliado: “Soy su jefe de campaña, lo ayudaré a ganar elecciones”; lo seduce, promete convertirlo en un héroe. A cambio, pide exclusividad y retrasar el rescate. Necesita una semana para que el hecho se transforme en la gran noticia global.
Con ese objetivo, llama a sus antiguos jefes neoyorquinos para que la información comience a escalar. Y llegan las emisoras radiales, reporteros de prensa, simples curiosos. Tatum tiene el control de la situación, es el amigo del hombre atrapado, controla a las autoridades locales, se convierte en un ídolo popular. “Yo estoy en el barco, ustedes están en el agua”, les dice a sus colegas. Mientras, el lugar se convierte en un gran circo.
El director del periódico es la conciencia moral del filme. Sabe la verdad, conoce los arreglos de su periodista con el sheriff, lo acusa de hacer “periodismo amarillo y sensacionalista”. Tatum hace oídos sordos, mientras recibe ofertas de diarios de todo el país y negocia un suculento contrato con el medio neoyorquino que lo había despedido. El arribo de las cadenas de televisión es la dinamita que faltaba para que el caso termine de explotar.
Primera película en la que Billy Wilder es director, guionista y productor; es, además, uno de los mejores papeles del gran Kirk Douglas. Ganó dos premios en el Festival de Venecia. Sin embargo, en Estados Unidos no fue bien recibida, acaso un espejo demasiado cruento en el cual mirarse. El estudio cambió el título de Ace in the Hole a The Big Carnival para tratar de superar el fracaso inicial en la taquilla, pero no funcionó. Años más tarde, Wilder reconoció que la película tuvo un impacto negativo en su carrera, aunque también sostuvo que fue una de sus mejores obras. De todos modos, no fue la última de las cintas en la que arremetió contra los medios: en 1966 rodó The Fortune Cookie y en 1974 llevó adelante una nueva adaptación de The Front Page.Más información -
5 1952 | Estados Unidos
Deadline – U.S.A.
Richard Brooks
IMDB: 7,2/10 | Letterboxd: 3,5/5Un editor trata de salvar el cierre de su periódico mientras investiga el asesinato de una mujer a manos de un matón.
Ed Hutcheson (Humphrey Bogart), el decidido editor de The Day, se entera de que los herederos del periódico van a venderle la publicación a la competencia. Enfrentado a la idea de quedarse sin trabajo, al principio lo ve como una oportunidad para reconquistar a su mujer. Pero cuando uno de sus periodistas es golpeado por un grupo de matones, Hutcheson comienza una cruzada contra Rienzi, el gángster más importante de la ciudad, y busca la forma de vincularlo con el asesinato de una mujer... apenas tres días antes del cierre del Day.
Buena parte de la película muestra el enfrentamiento de Hutcheson con los herederos del dueño del diario. Hutcheson mantiene una excelente relación con Ethel Barrymore, la viuda del dueño (y una de las pocas publishers en ser mostrada de manera favorable en el cine), pero Kitty y Alice, las hijas de Barrymore y accionistas mayoritarias, buscan deshacerse del diario y vendérselo al Standard, uno de los principales grupos comerciales del país, que ya anunció los deseos de cerrar The Day.
Una de las escenas más potentes de la película tiene lugar en un bar en el que los periodistas se reúnen a beber tras el anuncio de que el diario va a cerrar. Los trabajadores arman una suerte de “funeral” colocando una serie de velas en torno a la tapa del diario. Luego de muchas películas que muestran una competencia feroz y despiadada entre colegas, aquí una escena de camaradería en torno al noble oficio del periodismo. "Vine a partir de la información que encontré en un semanario sensacionalista y le pedí trabajo al viejo John Garrison. '¿Eres periodista o reportero?', me preguntó. '¿Cuál es la diferencia?', respondí. 'Un periodista se convierte en el héroe de la historia. Un reportero es sólo el testigo'", rememora uno de los cronistas. "Es un bonito cadáver, una pena lo del pobre muerto. Le conocí bien. Le di los 14 años más maravillosos de mi vida, ¿y qué recibí a cambio? 81 dólares en el banco, dos maridos muertos y dos o tres hijos que siempre quise pero que nunca tuve. Cubrí todos los temas. Desde ejecuciones hasta escándalos amorosos. Me cayeron algunos techos encima, perdí dos o tres dientes y nunca pude ver París. Pero, ¿sabes algo? No cambiaría esos años por nada del mundo", recuerda otra veterana periodista. Ed, mientras tanto, critica el estilo del tabloide rival: "Ya no basta con darles sólo noticias. Quieren cómics, concursos, rompecabezas. Quieren saber cómo hacer un pastel, ganar amigos e influir en el futuro. Ergo, horóscopos, consejos sobre las carreras de caballos, interpretación de los sueños para ganar la lotería. Y, si accidentalmente tropiezan con la primera página... ¡noticias!". Los periodistas del diario se van y el editor queda solo en el bar, borracho. Un joven se le acerca a pedirle trabajo. Luego de hacerle un par de preguntas y comprobar que en verdad no tiene lo que hace falta para conseguir una corresponsalía en París como quiere, le dice: "Sobre esto de querer ser periodista, no cambies nunca de opinión. Puede que no sea la profesión más antigua, pero es la mejor". Dato casi único para la época: la relación con los anunciantes. Mr. Wharton, uno de los principales anunciantes del diario, queda involucrado en un romance extramatrimonial con una joven que aparece muerta, Al principio, Hutcheson se mantiene incólume frente a la postura de publicar la noticia “caiga quien caiga” pero tras hablar en persona con Mr. Wharton obtiene más información sobre el gángster al que intenta vincular con el crimen y acuerda no mencionar el tema del romance, cuidando al anunciante, siempre y cuando la información brindada sobre el gángster pruebe ser cierta. En paralelo, se da una relación de mutua desconfianza entre periodistas y matones. De manera polémica, los periodistas le pagan (y mucho) a las fuentes por información.
Sobre el cierre, y a pesar de las amenazas, Hutcheson publica la información que incrimina al matón. “Ésa es la prensa, nene", dice Hutchenson junto a la rotativa, atendiendo el llamado intimidante de Rienzi. "¡La prensa! Y no hay nada que puedas hacer al respecto. ¡Nada!”.
Uno de los mayores aciertos de la película es poner a Humphrey Bogart a interpretar a Hutcheson. Esto le da un aire de insolencia pero también de respetabilidad al personaje principal, que puede ser a la vez duro y profesional. Otra gran cualidad de la película es su tono trágico: escondido detrás de la gran victoria del protagonista, y del Bien sobre el Mal, está el hecho de que ese gran número de The Day es también su último. La última imagen de la película son las luces de neón de The Day apagándose por última vez. El diario cierra. “Deadline - U.S.A sugiere que un periodista puede ser un servidor público de traje y corbata y llamar ‘baby’ a un gángster al mismo tiempo, combinando el profesionalismo de la era moderna del periodismo con la imprudencia de su pasado mítico", dice Matthew C. Ehrlich en Journalism in the Movies. "Sin embargo, la decisión de los productores de matar el diario al final -decisión tomada a favor del más duro realismo y de un final sensacional- también expuso los quiebres o puntos ciegos de este tipo de mitos.”Más información -
6 1957 | Estados Unidos
Sweet Smell of Success
Alexander Mackendrick
IMDB: 8,0/10 | Letterboxd: 4,2/5Un influyente columnista, con un agente de prensa como acólito, manejan a su antojo y sin ningún tipo de escrúpulos la noche neoyorquina.
Una de las grandes películas sobre el periodismo, ofrece un retrato descarnado sobre el tráfico de influencias y las extorsiones de un periodista que impera en la Broadway de mediados de los años 50. Basada en la novela de Ernest Lehman, que se publicó por primera vez en la revista Cosmopolitan, fue una de las grandes obsesiones de Burt Lancaster, quien protagonizó y produjo esta adaptación al cine.
J.J. Hunsecker (Lancaster) es un influyente columnista de The Globe, que domina toda Nueva York a través de la información que consumen con avidez sus más de 60 millones de lectores. Desde “The Eyes of Broadway” brinda información de todos, desde el presidente hasta las grandes estrellas; todos se desviven por lo que se publica en su página; y tanto los políticos como los agentes de prensa le acercan datos sobre sus rivales con el objetivo de tapar los chanchullos propios. El reportero es implacable, arrogante, despreciativo. “Este chico se limpió los pies en la libertad, en las preferencias de 60 millones de lectores del mejor país del mundo. No me ofendió a mí, sino a mis lectores”, dice sobre uno de sus eventuales enemigos.
En los clubes nocturnos de jazz, bajo las melodías de la banda de Chico Hamilton, JJ ejerce su poder de forma implacable, amenazando a todo aquel que se le cruce con destruirlo desde su máquina de escribir. Y en ese escenario, entabla relaciones con Sidney Dallas, un joven agente de prensa (Tony Curtis), que no duda en ponerse al servicio del columnista para mejorar su situación laboral. Toda la trama se concentra en un día y dos noches, en las que JJ le pide a Sydney que lo ayude a romper el romance de su hermana con un músico de jazz.
Luego del éxito de la producción británica The Ladykillers (1955), el director Alexander Mackendrick desembarcó en Hollywood con este relato atrapante y sin adjetivaciones, perfeccionista al detalle en la puesta en escena, que presenta una utilización notable del fuera de campo y una bella fotografía en blanco y negro a cargo de James Wong Howe.
El personaje de JJ Hunsecker está basado en Walter Winchell, famoso columnista del New York Daily Mirror. Tony Curtis la consideró como la mejor de las películas en las que actuó; y Martin Scorsese la incluye entre sus favoritas.Más información -
7 1993 | Estados Unidos
Groundhog Day
Harold Ramis
IMDB: 8,0/10 | Letterboxd: 3,9/5Un cínico hombre del tiempo de la televisión se encuentra reviviendo el mismo día una y otra vez cuando va al pequeño pueblo de Punxsutawney para filmar un reportaje sobre el Día de la Marmota.
Phil Connors (Bill Murray) es meteorólogo de un canal de televisión y viaja junto a su nueva productora Rita (Andie MacDowell) a un pueblo para cubrir el Día de la Marmota, una tradición local que desprecia. En el viaje de vuelta, Phil y su equipo de producción se ven sorprendidos por una tormenta y obligados a regresar al lugar. La mañana siguiente, Phil escucha en la radio el mismo programa que la mañana anterior… Así parece quedar atrapado de forma indeterminada en el 2 de febrero, en el Groundhog Day. La película dirigida por Harold Ramis cuenta con un guión espectacular escrito junto a Danny Rubin y narra la pesadilla secreta que acompaña la vida de todo periodista: cómo volver atractiva una noticia que ocurre siempre igual.
En un juego de contrastes entre los personajes centrales, Phil es puro sarcasmo, siente que está de vuelta de todo y hace su trabajo con tanta solvencia como desgano. En cambio, para Rita todo es novedoso y atractivo, y se suma a la cobertura llena de entusiasmo y expectativa. Junto a ellos está Larry (Chris Elliot), camarógrafo y chofer del móvil, tan cansado como acostumbrado a los malos modos y el aire de suficiencia del meteorólogo (no muy diferente de la mayoría de los periodistas con los que debe lidiar).
Bill Murray brinda una de sus mejores actuaciones con ese reportero televisivo descreído y vanidoso, con ansías de estrellas, que les dice a todos sus compañeros del Canal 9 de Pittsburgh que pronto dará el salto a una cadena nacional; pero que, en realidad, se siente anclado en su tarea, encajonado en su vida, sin saber para dónde salir y escapar.
Desde su raíz etimológica, el periodismo está vinculado a la temporalidad: periodista, periódico, cronista, journalist, periodo, cronos, diario, día y así. Tal vez como ninguna otra, esta película captura ese vínculo en el que se ve atrapado el periodismo desde su surgimiento. Phil condensa esa contradicción entre la búsqueda de la novedad-noticia y el carácter rutinario y repetitivo de esa búsqueda.
Ignorada por los Oscar, hoy es considerada una de las mejores comedias de todos los tiempos. En 2006 fue incluida por la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos en el National Film Registry por su aporte cultural, histórico y estético significativo. Y el American Film Institute la calificó como una de las diez mejores películas estadounidenses de la historia en la categoría de “Cine fantástico”.Más información -
8 1940 | Estados Unidos
His Girl Friday
Howard Hawks
IMDB: 7,9/10 | Letterboxd: 4,0/5Un director de periódico utiliza todas las artimañas posibles para evitar que su ex mujer, una reportera estrella, vuelva a casarse.
“En los años oscuros del periodismo, cuando un reportero buscaba una gran noticia, justificaba hasta el crimen. En esta historia, no verá el parecido con la prensa actual”, advierte con ironía una leyenda inicial.
Hildy Johnson (Rosalind Russell) está decidida a casarse y dejar su trabajo en el periodismo. Pero el editor del periódico, Walter Burns (Cary Grant), hace lo imposible para no perder a su reportera estrella y ex esposa. Así, le pide un último favor: que cubra antes de retirarse el caso de Earl Williams, quien está a punto de ser ejecutado.
En la redacción del Morning Post, las telefonistas no dan abasto y los periodistas atacan a sus máquinas de escribir. Johnson vuelve luego de cuatro meses, dispuesta a renunciar. Le reprocha a su exesposo y editor que arruinaron la luna de miel por una noticia en una mina de carbón (si las películas fueran un continuo eterno, podría decirse que sería una secuela fuera de tiempo de Ace in the Hole, con Grant anticipando el personaje de Kirk Douglas). “Me voy a casar y me iré tan lejos de la prensa como pueda”, sacude Johnson y anuncia que contraerá matrimonio con Bruce Baldwin (Ralph Bellamy), un agente de seguros. “Eres una traidora al periodismo”, contraataca Burns. “¿Y eso qué significa? ¡Periodistas! Espiando a través de cerraduras, corriendo tras los coches de bomberos como una manada de perros, despertando a la gente a medianoche para preguntarles qué opinan de Mussolini, sacando fotos de señoras viejas. Sé todo sobre el periodismo. Un montón de grotescos entrometidos correteando por ahí sin dinero. Y ¿para qué? ¿Para que un millón de empleadas de oficina y esposas de camioneros sepan qué está pasando? No sabes lo que significa querer ser respetada y vivir una vida normal”, responde Hildy.
Pero Burns hará lo imposible para que ese no sea el final de la carrera periodística de Hildy. Es su mejor reportera y su verdadero amor. Así apelará a mil tretas para retenerla: arrestos fraguados contra el novio de Hildy, contactos con prostitutas y arrebatadores de carteras y hasta la circulación de dinero falso. El dinero –el falso y el verdadero- están en el centro de la escena, como ocurre en muchas películas de la época. Hildy cuenta con orgullo que su prometido gana cinco mil dólares por año, en una industria honesta. “Seguro lo es. También aventurero y romántico”, ironiza Burns. Hildy es la contraparte de Burns: son irónicos, astutos, elegantes, seguros de sí mismos, fuman y beben sin freno. El oscuro agente de seguros está fuera de órbita en ese duelo de acidez e inteligencia que encarnan los dos periodistas.
La fuga de Williams lleva a Hildy a decidir volver al periodismo. Hay una historia, una gran historia, y su olfato se activa. Ella consigue la exclusiva y no duda en sobornar a sus fuentes. Hildy y Burns están poseídos por la noticia. Y avanzan. Sensacionalistas y dispuestos a todo, terminan como verdaderos héroes, desentrañando los ardides demagógicos de un alcalde que quiere ganar una elección. El amor al periodismo es lo que termina recomponiendo el amor entre Hildy y Walter. Habrá una nueva luna de miel, pero también habrá una cobertura conjunta de una huelga en Albany.
His Girl Friday es una de las screwball comedies más brillantes, con Russell y Grant en estado de gracia, un guión de solidez a prueba de adaptaciones varias y la potencia subversiva del cine de Hawks. El director estaba decidido a romper el récord del diálogo cinematográfico más rápido, que por entonces mantenía la original The Front Page (1931). Para ello, utilizó un mezclador de sonido en el set para aumentar la velocidad del diálogo, y realizó una proyección de las dos películas una al lado de la otra para demostrar qué tan rápida era la suya.
Si bien tuvo muy buenas valoraciones de la crítica, fue ignorada en los Oscar. Hoy es considerada una de las grandes obras maestras de la screwball comedy. Fue considerada como una de las mejores comedias románticas de la historia por el American Film Institute. La Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos incorporó la película en 1993 para su conservación en el National Film Registry por ser “cultural, histórica o estéticamente significativa”.Más información -
9 1940 | Estados Unidos
The Philadelphia Story
George Cukor
IMDB: 7,9/10 | Letterboxd: 4,0/5Una joven aristócrata está a punto de casarse por segunda vez. Sin embargo, la llegada de su ex marido y de una pareja de periodistas altera sus planes.
La mansión de la familia Lord se prepara para celebrar la segunda boda de Tracy Lord (Katharine Hepburn) con el millonario George Kittredge (John Howard). Para inmortalizar la celebración, una pareja de periodistas, el cronista Macauley Connor (James Stewart) y la fotógrafa Elizabeth Imbrie (Ruth Hussey), son invitados por C.K. Dexter Haven (Cary Grant), el primer marido de Tracy y editor de la revista Spy. Hay varias menciones despectivas al trabajo del fotoreportero. Imbrie señala: “No puedo darme el lujo de odiar a nadie. Solo soy una fotógrafa”. Cuando se les informa que deberán cubrir una boda de la alta sociedad, Connor busca negarse: "Es degradante, indigno". "Más degradante es tener el estómago vacío", acota su colega.
Connor es el prototipo del escritor que se ve obligado a dedicarse al periodismo por cuestiones económicas. Se lo muestra culto, ligado al mundo de los libros, incluso improvisando en un piano cuando llega a la mansión. Tracy Lord es astuta, y rápidamente descubre que Connor e Imbrie son periodistas de Spy (a diferencia de otras películas de la época, los periodistas no trabajan en un diario, sino en una revista de interés general). Se lo plantea a Haven, quien lo reconoce y le explica que en realidad son víctimas de un chantaje de Sydney Kidd, el director de la revista, que conoce el flirteo del padre de Tracy con una bailarina. A cambio de que no se difunda esa información, Tracy debe aceptar que los periodistas cubran el día de su boda. Ella se molesta por verse obligada a convivir con periodistas y tener que soportar “ese tono de superioridad” de los reporteros. “Papá y mamá no permiten periodistas. ¿Se imaginan a hombres adultos cayendo tan bajo?”, dice Tracy Lord. Y, pese a que tanto Connor como Imbrie son personas “de buen corazón”, un periodista es el verdadero villano de la película: Sidney Kidd. Los periodistas son personas que hurgan en vidas ajenas, sin importar el derecho a la intimidad. Y Kidd -de presencia siempre latente, aunque casi no aparece en el film- va más allá, chantajeando a todos, no solo a los Lord, sino también a Haven. Sin embargo, son los periodistas (Haven y Connor) los que desbaratan los planes de Kidd, pagándole con la misma moneda a través de una práctica extorsiva.
La vida de los periodistas, sin embargo, es dura. Connor da cuenta una y otra vez de las penurias que le genera su trabajo en la prensa, mientras Tracy Lord le muestra los jardines y la piscina de su mansión y le ofrece su casa en las colinas para que escriba sus próximos libros con tranquilidad. Connor muestra sus prejuicios ante la aristocracia, aunque luego se enamora de Tracy. El final es también emblemático. Mientras celebran el rematrimonio de Tracy y Haven, un fotógrafo copa la escena y captura el beso de ambos. Otra vez la invasión a la intimidad.
Adaptación de una obra teatral de gran éxito, The Philadelphia Story sacudió las boleterías de las salas de cine, marcando varios récords. Fue la quinta película más popular en la taquilla norteamericana en 1941 y recaudó un total de USD 3,3 millones a partir de un presupuesto de USD 941 mil.Más información -
10 1960 | Italia
La dolce vita
Federico Fellini
IMDB: 8,0/10 | Letterboxd: 4,2/5Una semana en la vida de un periodista sensacionalista que vive en Roma.
Esta obra maestra de Federico Fellini es una de las películas emblemáticas de la década de 1960 y del boom del cine europeo en aquellos años. En uno de sus personajes más icónicos, Marcello Mastroianni interpreta a un periodista que forma parte y, al mismo tiempo, se distancia de esa manada de reporteros que busca primicias banales y escándalos de celebridades en las noches de Roma; luchando con la policía y entre sí.
La película arranca con una escena visualmente impactante: un helicóptero lleva un Cristo gigante por los paisajes de la capital italiana y el Vaticano. Marcello cubre el traslado desde arriba del helicóptero junto a un camarógrafo. Su siguiente tarea es averiguar qué come un conde en un restaurante y se ve obligado a corromper al gerente para que le deje tomar una fotografía, mientras le reclaman por el “derecho a la propia imagen” y lo acusan de “bellaco” y “sinverguenza”. Marcello responde que sólo “informa a la opinión pública” y les “brinda publicidad”.
Poco más tarde, Marcello se encuentra en una situación inversa, en una grieta insondable entre su vida privada y su vida laboral. Mientras flirtea con distintas mujeres y su esposa intenta suicidarse. Un periodista quiere publicar esa información, pero él le pide que por favor no lo haga.
Un amigo intelectual le elogia un artículo, le dice que es lúcido y apasionado, pero Marcello se niega a escucharlo, está harto de su oficio. Marcello quiere dedicarse a la literatura, aspira a “un arte claro, puro, que no mienta”; aunque reconoce que “ahora trabajo en algo que no me gusta, pero siempre pienso en el mañana”. Y concluye: “Debería cambiar de ambiente, debería cambiar de tantas cosas”. Su amigo Steiner le ofrece presentarle un editor para conseguirle un trabajo decente, que le permita dejar de escribir en “esos periodicuchos medio fascistas”. Sin embargo, el periodismo le da acceso a un mundo de poder y celebridad. Su padre lo visita en Roma, y Marcello presume: “Conozco a todos, ingreso a los ministerios y al Vaticano. Tengo un coche, un departamento”.
El célebre personaje de Papparazzo (Walter Santesso), un fotógrafo acompañante de Marcello, dio nombre al luego popularizado término de “paparazzi”.Más información