2
1976 |
Estados Unidos
All The President’s Men
Todos los hombres del presidente
Director: Alan J. Pakula
Reparto: Dustin Hoffman, Jack Warden, Jason Robards, Martin Balsam, Robert Redford
Periodismo como tema: Central
IMDB: 8,0/10 |
Letterdbox: 4,1/5
G Oscar, N Golden Globes, N BAFTA
Los reporteros del Washington Post Bob Woodward y Carl Bernstein desvelan los detalles del escándalo Watergate que lleva a la dimisión del presidente Richard Nixon.
Dos jóvenes periodistas del Washington Post, Bob Woodward (Robert Redford) y Carl Bernstein (Dustin Hoffman), investigan el allanamiento de la sede central del Partido Demócrata en Washington. Sus averiguaciones los conducen hacia los mismísimos financistas de la campaña por la reelección del presidente Richard Nixon, quien finalmente termina renunciando dos años más tarde. Esta película -probablemente como ninguna otra- ayudó a reforzar el imaginario social sobre el rol del periodismo como guardián de la democracia y defensor de los derechos civiles.
Su visionado para estudiantes y académicos del periodismo, deja tres grandes enseñanzas. En primer lugar, la necesidad de ejercitar la capacidad de mirar y de ahondar en historias en las que algo no cierra, como en este caso un grupo de hombres de traje y con fajos de dinero numerados en sus bolsos que cometen un “robo común” y son defendidos por abogados de alto calibre. En segundo término, el seguimiento de la ruta del dinero: ¿Quién paga? ¿Qué se paga? ¿Cómo se paga? Y, en tercer lugar, la necesidad de contar con fuentes súper-secretas (aquí Hal Holbrook interpreta a Deep Throat, la fuente anónima más famosa de la historia del periodismo) y la necesidad de resguardarlas, de construir una relación de confianza y mantener el secreto profesional (recién en 2005 Mark Felt -director asociado del FBI en esos años- reconoció ser esa “Garganta Profunda”). Al mismo tiempo, muestra el trabajo en equipo de la redacción, los debates internos, la verificación rigurosa de las fuentes documentales y testimoniales y la necesidad de que la jefatura del medio avale y aliente la investigación, en este caso en la cabeza de Ben Bradlee, el mítico director del Washington Post. Jason Robards se llevó el primero de sus Oscar al mejor actor de reparto por su interpretación de Bradlee (décadas más tarde Tom Hanks lo haría en The Post) y tiene una de las mejores líneas de diálogo de la historia del cine de Hollywood:
"You know the results of the latest Gallup Poll? Half the country never even heard of the word Watergate. Nobody gives a shit. You guys are probably pretty tired, right? Well, you should be. Go on home, get a nice hot bath. Rest up... 15 minutes. Then get your asses back in gear. We're under a lot of pressure, you know, and you put us there. Nothing's riding on this except the, uh, first amendment to the Constitution, freedom of the press, and maybe the future of the country. Not that any of that matters, but if you guys fuck up again, I'm going to get mad. Goodnight."
Si bien consiguió cuatro Oscars en categorías menores, fue ampliamente celebrada por la crítica y tuvo un gran éxito de boletería. Roger Ebert dijo que ofrece “el estudio más perspicaz del oficio de periodista jamás visto en un largometraje”, en particular “la mezcla de euforia, paranoia, duda y coraje” que invadió a los cronistas y editores del periódico mientras discutían cómo publicar los avances de la investigación. En el libro 1001 películas que hay que ver antes de morir, Steven Jay Schneider la califica como “el no va más en películas sobre el periodismo de investigación” y sostiene que “ocupa un lugar entre los thrillers más apasionantes, ágiles y convincentes, y esto a pesar de basarse en hechos muy conocidos de cuya conclusión no hay duda en ningún momento”.
Su visionado para estudiantes y académicos del periodismo, deja tres grandes enseñanzas. En primer lugar, la necesidad de ejercitar la capacidad de mirar y de ahondar en historias en las que algo no cierra, como en este caso un grupo de hombres de traje y con fajos de dinero numerados en sus bolsos que cometen un “robo común” y son defendidos por abogados de alto calibre. En segundo término, el seguimiento de la ruta del dinero: ¿Quién paga? ¿Qué se paga? ¿Cómo se paga? Y, en tercer lugar, la necesidad de contar con fuentes súper-secretas (aquí Hal Holbrook interpreta a Deep Throat, la fuente anónima más famosa de la historia del periodismo) y la necesidad de resguardarlas, de construir una relación de confianza y mantener el secreto profesional (recién en 2005 Mark Felt -director asociado del FBI en esos años- reconoció ser esa “Garganta Profunda”). Al mismo tiempo, muestra el trabajo en equipo de la redacción, los debates internos, la verificación rigurosa de las fuentes documentales y testimoniales y la necesidad de que la jefatura del medio avale y aliente la investigación, en este caso en la cabeza de Ben Bradlee, el mítico director del Washington Post. Jason Robards se llevó el primero de sus Oscar al mejor actor de reparto por su interpretación de Bradlee (décadas más tarde Tom Hanks lo haría en The Post) y tiene una de las mejores líneas de diálogo de la historia del cine de Hollywood:
"You know the results of the latest Gallup Poll? Half the country never even heard of the word Watergate. Nobody gives a shit. You guys are probably pretty tired, right? Well, you should be. Go on home, get a nice hot bath. Rest up... 15 minutes. Then get your asses back in gear. We're under a lot of pressure, you know, and you put us there. Nothing's riding on this except the, uh, first amendment to the Constitution, freedom of the press, and maybe the future of the country. Not that any of that matters, but if you guys fuck up again, I'm going to get mad. Goodnight."
Si bien consiguió cuatro Oscars en categorías menores, fue ampliamente celebrada por la crítica y tuvo un gran éxito de boletería. Roger Ebert dijo que ofrece “el estudio más perspicaz del oficio de periodista jamás visto en un largometraje”, en particular “la mezcla de euforia, paranoia, duda y coraje” que invadió a los cronistas y editores del periódico mientras discutían cómo publicar los avances de la investigación. En el libro 1001 películas que hay que ver antes de morir, Steven Jay Schneider la califica como “el no va más en películas sobre el periodismo de investigación” y sostiene que “ocupa un lugar entre los thrillers más apasionantes, ágiles y convincentes, y esto a pesar de basarse en hechos muy conocidos de cuya conclusión no hay duda en ningún momento”.
Manuel Barrientos y Federico Poore