9
2008 |
Estados Unidos
Frost/Nixon
El desafío: Frost contra Nixon / Frost/Nixon: La entrevista del escándalo
Director: Ron Howard
Reparto: Frank Langella, Kevin Bacon, Michael Sheen, Oliver Platt
Periodismo como tema: Central
IMDB: 7,7/10 |
Letterdbox: 3,6/5
N Oscar, N Golden Globes, N BAFTA
Durante los tres años que siguieron a su salida de la Casa Blanca, Richard Nixon permaneció en silencio. Sin embargo, en el verano de 1977 concede una entrevista para hablar de su mandato y del caso Watergate, sorprendiendo a todos al escoger a David Frost.
Reconstruye la célebre serie de entrevistas que el presentador inglés David Frost le realizó a Richard Nixon en 1977, tres años después de su dimisión como presidente de los Estados Unidos. La transmisión de estas conversaciones llegó a más de 45 millones de espectadores, la audiencia televisiva más grande para una entrevista política, un récord aún vigente.
Con una estructura que por momentos adquiere el tono de un falso documental, el experimentado director Ron Howard (Apollo 13, A Beautiful Mind) logra mantener la tensión dramática con su manejo del suspenso y la ambigüedad. Comienza con imágenes de archivo del caso Watergate, el espionaje a los reporteros que investigaron los hechos y la posterior renuncia de Nixon a la presidencia, sin asumir su responsabilidad acerca de los delitos de los que es acusado. Poco tiempo después, el animador británico David Frost decide buscar una entrevista con el ex mandatario. Con poca experiencia en el periodismo político aunque mucha experiencia en los sets de televisión, el verdadero interés de Frost radica en la lucha por el rating y tiene como antecedente principal los altos niveles de audiencia que había generado la renuncia en directo del presidente norteamericano.
Luego de ser indultado por su sucesor Gerald Ford, Nixon firma un contrato millonario para escribir un libro con sus memorias. Y recibe dos ofertas para realizar entrevistas televisivas: de la CBS y de Frost. Si bien tiene menor credibilidad periodística, el animador británico presenta dos ventajas bajo la mirada de Nixon: una mayor docilidad y una oferta monetaria más suculenta, que asciende a los 600 mil dólares. Para el líder político, es una oportunidad de hacerse de un buen dinero, exponer su mirada sin agresiones periodísticas (su equipo le recuerda que el británico arrancó como comediante) y recomponer su imagen en la opinión pública. Para Frost es una opción para hacer pie en la televisión norteamericana, luego de un previo fracaso en Nueva York.
Al conocerse el acuerdo, los críticos dudan de las cualidades intelectuales del presentador para dar la talla. Y las cadenas norteamericanas rechazan transmitir la entrevista, porque no tienen el control editorial. Sin embargo, Frost avanza y se prepara para la serie de conversaciones junto a dos asesores, que también sospechan de que pueda enfrentar el desafío.
Aquí la política, y la entrevista política, son presentadas como un combate boxístico, en el que cada contrincante debe preparar su estrategia. Y en la previa, negocian y buscan imponer condiciones. Son cuatro sesiones de dos horas, y Nixon y su consejo de asesores apuestan a que el tiempo pase, a estirar las respuestas, a enredar y sacar de eje a su interrogador. Tiene un pasado difícil en los sets televisivos: el histórico debate contra John F. Kennedy en la campaña presidencial de 1960. Mientras, el equipo de Frost le reprocha al animador que está desperdiciando el tiempo, que deja que Nixon se pierda en anécdotas banales. Y, cuando parece que todo se diluye y que el ex mandatario ganará por puntos de manera holgada, Frost decide ocupar el centro del ring y apelar a una serie de desgrabaciones que confirman la participación central de Nixon en el caso Watergate.
Muy recomendada para analizar el arte de la entrevista, en la película se destaca la descomunal actuación de Frank Langella en el rol de Nixon, que le brindó un premio Tony y su única nominación al Oscar. Está basada en la obra teatral de Peter Morgan (también responsable de su adaptación al cine), que se estrenó en Londres en 2006 y luego pasó por las salas de Broadway con la misma pareja de protagonistas.
Con una estructura que por momentos adquiere el tono de un falso documental, el experimentado director Ron Howard (Apollo 13, A Beautiful Mind) logra mantener la tensión dramática con su manejo del suspenso y la ambigüedad. Comienza con imágenes de archivo del caso Watergate, el espionaje a los reporteros que investigaron los hechos y la posterior renuncia de Nixon a la presidencia, sin asumir su responsabilidad acerca de los delitos de los que es acusado. Poco tiempo después, el animador británico David Frost decide buscar una entrevista con el ex mandatario. Con poca experiencia en el periodismo político aunque mucha experiencia en los sets de televisión, el verdadero interés de Frost radica en la lucha por el rating y tiene como antecedente principal los altos niveles de audiencia que había generado la renuncia en directo del presidente norteamericano.
Luego de ser indultado por su sucesor Gerald Ford, Nixon firma un contrato millonario para escribir un libro con sus memorias. Y recibe dos ofertas para realizar entrevistas televisivas: de la CBS y de Frost. Si bien tiene menor credibilidad periodística, el animador británico presenta dos ventajas bajo la mirada de Nixon: una mayor docilidad y una oferta monetaria más suculenta, que asciende a los 600 mil dólares. Para el líder político, es una oportunidad de hacerse de un buen dinero, exponer su mirada sin agresiones periodísticas (su equipo le recuerda que el británico arrancó como comediante) y recomponer su imagen en la opinión pública. Para Frost es una opción para hacer pie en la televisión norteamericana, luego de un previo fracaso en Nueva York.
Al conocerse el acuerdo, los críticos dudan de las cualidades intelectuales del presentador para dar la talla. Y las cadenas norteamericanas rechazan transmitir la entrevista, porque no tienen el control editorial. Sin embargo, Frost avanza y se prepara para la serie de conversaciones junto a dos asesores, que también sospechan de que pueda enfrentar el desafío.
Aquí la política, y la entrevista política, son presentadas como un combate boxístico, en el que cada contrincante debe preparar su estrategia. Y en la previa, negocian y buscan imponer condiciones. Son cuatro sesiones de dos horas, y Nixon y su consejo de asesores apuestan a que el tiempo pase, a estirar las respuestas, a enredar y sacar de eje a su interrogador. Tiene un pasado difícil en los sets televisivos: el histórico debate contra John F. Kennedy en la campaña presidencial de 1960. Mientras, el equipo de Frost le reprocha al animador que está desperdiciando el tiempo, que deja que Nixon se pierda en anécdotas banales. Y, cuando parece que todo se diluye y que el ex mandatario ganará por puntos de manera holgada, Frost decide ocupar el centro del ring y apelar a una serie de desgrabaciones que confirman la participación central de Nixon en el caso Watergate.
Muy recomendada para analizar el arte de la entrevista, en la película se destaca la descomunal actuación de Frank Langella en el rol de Nixon, que le brindó un premio Tony y su única nominación al Oscar. Está basada en la obra teatral de Peter Morgan (también responsable de su adaptación al cine), que se estrenó en Londres en 2006 y luego pasó por las salas de Broadway con la misma pareja de protagonistas.
Manuel Barrientos y Federico Poore