Being There

Chance es un jardinero de unos cincuenta años que nunca salió de la casa en la que vive. No sabe leer ni escribir y su conexión con el mundo se da por medio de la televisión. Y los aparatos están por toda la casa, hay televisores en el baño y hasta en el jardín. Cuando el patrono muere, él debe abandonar la casa. Cuando sale por primera vez, sufre un accidente automovilístico, y es trasladado a una mansión para evitar una demanda judicial. Allí conoce a Ben Rand, un veterano magnate de las finanzas (Douglas) que asesora al presidente de Estados Unidos en asuntos económicos.

Ante la visita del primer mandatario a su hogar, Rand le pide a Chance que esté presente en la reunión. Y allí el jardinero responde a las consultas del presidente con su lenguaje literal acerca de la jardinería, pero todos lo interpretan de modo metafórico y destacan su sinceridad y equilibrio.

Impactado, el presidente pide que investiguen el pasado de Chance, mientras la prensa también hace sus propias búsquedas acerca del nuevo e influyente asesor presidencial. Lo llama el editor financiero del Washington Post, lo invitan a un programa televisivo y así se va transformando en una celebridad. La política admira el don natural que tiene para manejarse con la prensa. El lenguaje supuestamente metafórico transforma Chance en una suerte de significante vacío, en la que todos van depositando en él aquello que desean o necesitan.

Sátira política de gran repercusión en el momento del estreno, pone el foco en la banalidad del sistema político norteamericano, el poder del mundo financiero y la centralidad de los medios de comunicación -y, especialmente, la televisión en el debate público. Representó la segunda y última nominación a los Oscar para Sellers, quien luchó durante casi una década para que se materialice el proyecto de llevar al cine la novela del escritor polaco-norteamericano Jerzy Kosinski. Fue una de las últimas películas del malogrado montajista y director Hal Ashby, responsable de Coming Home y Shampoo.