1998 |
Estados Unidos
Holy Man
El tele gurú
Director: Stephen Herek
Reparto: Eddie Murphy, Jeff Goldblum, Kelly Preston, Robert Loggia
Periodismo como tema: Intermedio
IMDB: 4,9/10 |
Letterdbox: 2,0/5
Un canal de tevé está en quiebra y encuentra a un gurú religioso como el salvador de su éxito publicitario.
Un canal de venta telefónica de Miami está en quiebra. Su gerente artístico (Jeff Goldblum) vive acosado por los viejos acreedores y los nuevos dueños, que desean reemplazarlo.
La tesis es que el problema de la crisis del canal –como de cualquier otra crisis- no está obviamente en los productos, sino en la forma de venta. Es un asunto de marketing, de “saber vender”. La analista publicitaria de la empresa dictamina que el canal no tiene una identidad clara: no se distingue de sus competidores.
Ahí hace su aparición salvadora el enigmático “G” (Murphy), un místico pletórico de bondad que es capaz de atravesar una autopista sin que lo atropellen. En su personaje se da cita una mixtura de recetas para la felicidad, desde el new age a la idea de la “inteligencia emocional”.
Sorprendido por tantas cualidades, Goldblum le ofrece a “G” que “haga sentir feliz a la gente por televisión”, que enseñe “cómo las cosas materiales ayudan al espíritu”. Y las fórmulas del místico funcionan rápidamente. La audiencia se multiplica y, con ella, la facturación del canal. El protagonista salta a la fama. Es tapa de todos los diarios y revistas; su imagen está en los aviones y colectivos. Así consigue la adhesión de todos los televidentes, que responden sumisos a sus órdenes. Los líderes de todas las religiones lo apoyan, una multitud de fans lo espera a la salida del canal y aparecen decenas de productos con su nombre. El montaje subraya cómo las entrevistas en la televisión y la prensa gráfica se repiten, dando cada una pie a otra.
La película parece afirmar que lo que triunfa es el marketing, que transforma a la ética y la honestidad en una receta eficaz para elevar las ventas. Es decir, el consumo como fuente de la felicidad. El periodismo, entretanto, reacciona de manera incondicional a las fórmulas de “G”, hace ingresar a su personaje en su circulación circular de la información y lo eleva como un héroe de esa cultura aparentemente emergente pero que sólo viene a darle nuevos aires a un modelo hegemónico. Pese al éxito que mostraba su personaje principal, fue un rotundo fracaso de taquilla y Murphy la definió diez años después como una “película horrenda”.
Manuel Barrientos y Federico Poore