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1981 |
Estados Unidos

Absence of Malice

Ausencia de malicia

Director: Sydney Pollack
Reparto: Bob Balaban, Josef Sommer, Paul Newman, Sally Field
Periodismo como tema: Central
star
IMDB: 6,9/10 |
Letterdbox: 3,3/5

N Oscar, N Golden Globes, G Berlín

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Cuando un fiscal filtra una historia falsa de que el dueño de un almacén de licores está involucrado en el asesinato de un jefe sindical, la vida del hombre comienza a desmoronarse.
El comerciante de bebidas Michael Gallagher (Paul Newman), hijo de un delincuente, da con su nombre en la primera plana del Miami Standard, que en su última edición asegura que está siendo investigado por la desaparición y posible asesinato del sindicalista Joey Díaz. El artículo fue escrito por la joven reportera Megan Carter (Sally Field), quien dio con el “hallazgo” a partir de un dossier que un fiscal federal dejó intencionalmente arriba de su escritorio tras una breve entrevista. Pronto sabremos, como espectadores, que el fiscal quiso filtrar esta investigación falsa con el objetivo de arrancarle información a Gallagher. Mientras tanto, una vieja amiga de Gallagher se encuentra con Megan y le cuenta que es imposible que el comerciante haya matado a Díaz, ya que ese fin de semana la había llevado a Chicago a hacerse un aborto. Como maestra en una escuela católica, la fuente no quiere que la periodista mencione el aborto en su nota, pero ella lo hace de todas formas. Tras ver el tema en el periódico, la mujer se suicida. Atacado injustamente en todos los frentes, Gallagher planea limpiar su nombre mediante una inteligente venganza que enfrentará a fiscales y periodistas.

Ya desde su mismo título, Absence of Malice es una de las películas mainstream que más abiertamente discute el tema de la ética periodística y los riesgos de quebrarla. Desde una de las primeras escenas donde el personaje de Paul Newman irrumpe en el diario y aborda a la periodista (“Soy Michael Gallagher. Quiero saber de dónde salió esta información”), hasta la escena final en la que Megan reflexiona sobre el mal tipo de periodismo que estuvo haciendo todo el metraje, publicando información filtrada sin chequearla con terceros (ni preguntarse de donde nace el interés de la fuente en publicarla), acostándose con una de sus fuentes y no respetando las condiciones acordadas con las personas que entrevista.

Existiendo tantas películas sobre los grandes valores de la libertad de prensa, resulta interesante ver una que pone en foco en aquellas vidas destrozadas por aquel ejercicio (cuando se lleva adelante de manera incauta, al menos). “Usted sabe y yo sé que no podemos decirle qué publicar o qué no publicar. Esperamos que la prensa actúe de manera responsable. Pero cuando no lo hacen, lo cierto es que no hay mucho que podamos hacer al respecto”, le dice a Megan el asistente del procurador general (Wilford Brimley, que en su única escena amenaza con robarse la película). El comentario puede leerse en tándem con una jugosa escena al principio del film, cuando la cronista discute con el abogado del periódico las implicancias de lo que está publicando.

El film fue escrito por Kurt Luedtke, un ex periodista que trabajó en el Miami Herald y en el Detroit Free Press antes de dejar la profesión en 1978. Fue nominado a Mejor Guión en los Golden Globes y los Premios de la Academia.

Manuel Barrientos y Federico Poore