1974 |
México

Ante el cadáver de un líder

Ante el cadáver de un líder

Director: Alejandro Galindo
Reparto: Celia Viveros, David Reynoso, Gonzalo Vega
Periodismo como tema: Intermedio
star
IMDB: 7,4/10 |
Letterdbox: N/A/5

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Un hombre fallece en un hotel. Un funcionario del ministerio público y tres periodistas lo reconocen como el líder sindical Ataulfo J. Barrientos y creen que se trata de un homicidio...

Luego de un paso por Hollywood, donde llegó a ser asistente del director Cecil B. De Mille, el mexicano Alejandro Galindo desarrolló una extensa carrera como director y guionista en su país, desde la Edad de Oro en los años treinta hasta la década de 1980. Hoy está considerado como uno de los grandes cronistas fílmicos de las transformaciones que experimentó México en el siglo XX.

Sátira aguda sobre la situación política y sindical, Ante el cadáver de un líder toma como punto de partida la muerte de un hombre en un albergue para parejas. Ni el dueño del alojamiento ni los policías conocen de quién se trata, pero los periodistas que llegan al lugar lo identifican con rapidez: es Ataulfo J. Barrientos, el secretario general del Sindicato de Trabajadores de la Industria del Zinc. Así, en la habitación se van congregando fotógrafos, fiscales, sus viudas, familiares, más periodistas, empleados de una compañía de seguros, un vendedor de tacos, líderes sindicales y los trabajadores del gremio. Todo parece caber -y suceder- en ese cuarto de hotel, que actúa como una metonimia de la atiborrada Ciudad de México.

“Vaya, ¡si es Barrientos! ¡Por eso no nos dejaban ingresar!”, dicen los periodistas cuando identifican al cadáver. Y pronto comienzan las especulaciones acerca de si se trata o no de un asesinato. Allí se juegan las altisonancias de la búsqueda de primicias del periodismo, aunque también el pago de la póliza de seguros que había contratado el sindicalista.

Uno de los redactores se abalanza sobre el teléfono de la habitación para transmitir la noticia a su periódico:

- Todavía no sabemos si fue un asesinato o qué -lo corrige el oficial a cargo de la investigación.
- Se trata de agregarle un pequeño suspense, licenciado. Además, mañana, cuando se aclare la situación, le echamos mucho güiri güiri y así la policía se anota otro triunfo. Además, ¿a qué le hago daño? Si muerto, ya está -responde el periodista.

El dueño del hotel se enoja y dice que la publicidad que están haciendo lo va a perjudicar. “¡Ninguna publicidad es mala!”, le dice otro cronista. Más adelante, el propietario se acerca a un cronista para pedirle que promocione su albergue, el cronista le pide dinero a cambio y terminan arreglando un canje. Más tarde, también se suma una presentadora de noticias de un canal de televisión para cubrir el supuesto crimen.

La sátira de Galindo casi no deja títere con cabeza y evidencia la burocracia y la corrupción de los distintos actores de poder, sean policiales, políticos, mediáticos o gremiales. De la mirada irónica del director sólo parecen salvarse unos niños que quedan olvidados en la habitación y los trabajadores que marchan (con ingenuidad) en las calles.

Se destaca la secuencia de títulos, en la que grupos de manifestantes gremiales caminan con pancartas que indican los créditos de la película.

Manuel Barrientos y Federico Poore