Cohen vs. Rosi

La clásica historia shakesperiana de Romeo y Julieta pasada por el tamiz del grotesco argentino. Ariel Cohen (Adrián Suar) es un joven periodista, cuya familia es dueña de Prometeo, la empresa que posee una revista y una señal de noticias de cable; y Carla Rosi (Laura Novoa) es la hija de Giancarlo (Roberto Carnaghi), un empresario corrupto que busca lanzarse a la política y se postula a diputado nacional.

Con guión de Jacobo Langsner (Esperando la carroza), aquí el periodismo está lejos de ser heroico, sino más bien que se lo presenta como sensacionalista y jugando de igual a igual en las operaciones cruzadas contra empresarios y políticos. “Nunca pensé que podía convertirme en alguien tan hijo de puta, mi viejo va a estar orgulloso”, se dice Ariel, luego de conseguir una exclusiva que revela que Américo (Alfredo Alcón), el padre de Giancarlo Rosi, se trasviste y se autopercibe como una abuela; y que otra de las hijas produce y protagoniza películas pornográficas.

Los Rosi no dudan en contrarrestar los ataques: roban las cámaras de Prometeo TV y vuelan la redacción con una bomba. Para Giancarlo, los Cohen “siempre están con el gobierno de turno y caen bien parados”. Así la película se monta sobre uno de los tópicos que recorre el cine occidental de los años noventa: periodistas sensacionalistas contra empresarios y políticos corruptos.

Con una estética televisiva y un humor vetusto, tuvo un paso exitoso por las boleterías. Reúne un verdadero seleccionado del cine argentino delante y detrás de cámaras: además de integrar en el reparto a Pepe Soriano, Alfredo Alcón, Gabriela Acher y Rita Cortese, entre otros; Fabián Bielinsky fue el asistente de dirección y Esteban Sapir el director de fotografía.