1947 |
Argentina
La cumparsita
La cumparsita
Director: Antonio Momplet
Reparto: Aída Alberti, Nelly Darén
Periodismo como tema: Intermedio
IMDB: 6,2/10 |
Letterdbox: N/A/5
Un periodista y cantor de tangos (Hugo del Carril) es enviado como corresponsal a Paris durante la Primera Guerra Mundial. Mientras se hace famoso en Europa, un amor lo espera en Buenos Aires.
El tango, el periodismo, la Primera Guerra Mundial, París, el ascenso del yrigoyenismo y la amnesia juegan fuerte en este melodrama musical que tiene como figura protagónica a Hugo del Carril (en su segunda aparición como reportero, luego de Los dos rivales).
A comienzos de la década de 1910, Ricardo (Del Carril) es periodista de El Faro, “un diario informativo y social”, donde es una suerte de protegido de don Martín (José Olarra), el director, quien le ha costeado sus estudios de francés y de música. Pero estalla un conflicto entre ambos en torno al tango. Don Martín la considera una música “grosera, procaz e inmoral”. Ricardo, en cambio, cree que es “la verdadera música del pueblo” y le gusta entonar algunas letras en salones del arrabal. El director le cuestiona un artículo que hace una “apología de ese baile plebeyo”.
-Es mi punto de vista, don Martín -le dice el redactor.
-Aquí no hay más punto de vista, sépalo amiguito, que el de El Faro.
Don Martín rechaza la nota y ordena publicar otra columna, que define al tango como “una música inferior y desnaturalizada”. Pero su hija Susana (Aída Alberti) respalda la mirada de Ricardo, con quien tiene un incipiente interés amoroso.
En un bar, un policía y algunos amigos lo felicitan por su artículo. “Mirá a El Faro publicando estas cosas, tenés que tener mucha banca con don Martín”, le comentan. El director se enoja, no entiende cómo esa nota terminó publicada y considera que fue Ricardo quien lo desobedeció. “Su artículo sobre el diario es una mancha en mi diario. Esto me pasa por creer que un compadrito puede convertirse en gente”, le dice. Decide despedirlo, hasta le prohíbe el ingreso a la redacción. Y las malas noticias arrecian: el diario pierde 400 suscriptores y las grandes tiendas suspenden los avisos, indignados por la nota laudatoria. Uno de sus asesores le recomienda que publique un artículo enmendando el supuesto error. “¡El Faro no se rectifica nunca!”, grita don Martín. Aunque su hija confiesa que fue ella quien dio la orden de publicar la columna de Ricardo.
Mientras tanto, los amigos instan al ex reportero para que se transforme en cantor de tangos y en los clubes empiezan a aplaudir sus actuaciones. “El incidente me ha hecho encontrar mi verdadera vocación”, reconoce Ricardo.
Un nuevo giro en la trama se produce cuando los personajes interpretados por Del Carril y Alberti consolidan su noviazgo. Para alejarlo de su hija, Don Martín le ofrece que vuelva al diario y se haga cargo de fundar la corresponsalía en París, que lanza en una recepción de gala junto al cónsul francés.
Pero ni bien Ricardo pisa suelo parisino, estalla la Primera Guerra Mundial y es víctima de los bombardeos. Nadie sabe qué pasó con los miles de francos que le dio don Martín, algunos consideran que el joven tanguero se haya fugado con el dinero. Las explosiones han hecho que Ricardo pierda la memoria y deba pasar meses en un hospital. Sin recordar su verdadera identidad, se enamora de una enfermera y comienza a triunfar como cantor de tangos en toda Europa. Una gira lo trae de regreso a Buenos Aires, donde se cruza con Susana, que ha tomado las riendas de El Faro y publica en primera plana la asunción del líder radical Hipólito Yrigoyen a la presidencia, ante el celo antipopular de su padre.
El director gaditano Antonio Momplet estudió en Barcelona donde trabajó como periodista, representante de artistas, traductor y adaptador de diálogos de películas extranjeras. Se trasladó a París en 1927, donde trabajó para los Estudios Gaumont. A principios de la década de los treinta fundó la revista Cine Art, en la que se destacó en su rol de crítico y teórico del cine. Luego de debutar como director en España en 1935, se exilió en la Argentina con el estallido de la guerra civil en su país. En Buenos Aires rodó varias películas entre 1939 y 1943, trabajó en México y regresó a la Argentina para hacer La cumparsita. Volvió a España en 1951.
A comienzos de la década de 1910, Ricardo (Del Carril) es periodista de El Faro, “un diario informativo y social”, donde es una suerte de protegido de don Martín (José Olarra), el director, quien le ha costeado sus estudios de francés y de música. Pero estalla un conflicto entre ambos en torno al tango. Don Martín la considera una música “grosera, procaz e inmoral”. Ricardo, en cambio, cree que es “la verdadera música del pueblo” y le gusta entonar algunas letras en salones del arrabal. El director le cuestiona un artículo que hace una “apología de ese baile plebeyo”.
-Es mi punto de vista, don Martín -le dice el redactor.
-Aquí no hay más punto de vista, sépalo amiguito, que el de El Faro.
Don Martín rechaza la nota y ordena publicar otra columna, que define al tango como “una música inferior y desnaturalizada”. Pero su hija Susana (Aída Alberti) respalda la mirada de Ricardo, con quien tiene un incipiente interés amoroso.
En un bar, un policía y algunos amigos lo felicitan por su artículo. “Mirá a El Faro publicando estas cosas, tenés que tener mucha banca con don Martín”, le comentan. El director se enoja, no entiende cómo esa nota terminó publicada y considera que fue Ricardo quien lo desobedeció. “Su artículo sobre el diario es una mancha en mi diario. Esto me pasa por creer que un compadrito puede convertirse en gente”, le dice. Decide despedirlo, hasta le prohíbe el ingreso a la redacción. Y las malas noticias arrecian: el diario pierde 400 suscriptores y las grandes tiendas suspenden los avisos, indignados por la nota laudatoria. Uno de sus asesores le recomienda que publique un artículo enmendando el supuesto error. “¡El Faro no se rectifica nunca!”, grita don Martín. Aunque su hija confiesa que fue ella quien dio la orden de publicar la columna de Ricardo.
Mientras tanto, los amigos instan al ex reportero para que se transforme en cantor de tangos y en los clubes empiezan a aplaudir sus actuaciones. “El incidente me ha hecho encontrar mi verdadera vocación”, reconoce Ricardo.
Un nuevo giro en la trama se produce cuando los personajes interpretados por Del Carril y Alberti consolidan su noviazgo. Para alejarlo de su hija, Don Martín le ofrece que vuelva al diario y se haga cargo de fundar la corresponsalía en París, que lanza en una recepción de gala junto al cónsul francés.
Pero ni bien Ricardo pisa suelo parisino, estalla la Primera Guerra Mundial y es víctima de los bombardeos. Nadie sabe qué pasó con los miles de francos que le dio don Martín, algunos consideran que el joven tanguero se haya fugado con el dinero. Las explosiones han hecho que Ricardo pierda la memoria y deba pasar meses en un hospital. Sin recordar su verdadera identidad, se enamora de una enfermera y comienza a triunfar como cantor de tangos en toda Europa. Una gira lo trae de regreso a Buenos Aires, donde se cruza con Susana, que ha tomado las riendas de El Faro y publica en primera plana la asunción del líder radical Hipólito Yrigoyen a la presidencia, ante el celo antipopular de su padre.
El director gaditano Antonio Momplet estudió en Barcelona donde trabajó como periodista, representante de artistas, traductor y adaptador de diálogos de películas extranjeras. Se trasladó a París en 1927, donde trabajó para los Estudios Gaumont. A principios de la década de los treinta fundó la revista Cine Art, en la que se destacó en su rol de crítico y teórico del cine. Luego de debutar como director en España en 1935, se exilió en la Argentina con el estallido de la guerra civil en su país. En Buenos Aires rodó varias películas entre 1939 y 1943, trabajó en México y regresó a la Argentina para hacer La cumparsita. Volvió a España en 1951.
Manuel Barrientos y Federico Poore