1936 |
Estados Unidos
Libeled Lady
Los enredos de una dama / Mujer difamada
Director: Jack Conway
Reparto: Jean Harlow, Myrna Loy, Spencer Tracy, Walter Connolly, William Powell
Periodismo como tema: Central
IMDB: 7,8/10 |
Letterdbox: 3,8/5
N Oscar
Un periódico involucra falsamente en un escándalo a una mujer de la alta sociedad y su editor busca la manera para que la afectada retire su demanda por difamación.
Mr. Bane (Charley Grapewin), editor del Evening Star, manda a llamar a su mejor periodista Warren Haggerty (Spencer Tracy) por más que esté a punto de casarse con Gladys Benton (Jean Harlow), lo que le generará al cronista innumerables problemas de pareja.
El problema: el corresponsal de Londres mandó una impactante nota sobre Connie Allenbury (Myrna Loy) y un supuesto escándalo en el que se había visto involucrada “tras intentar robarle el marido a otra chica”. Pero todo fue una confusión (el periodista que mandó la nota estaba borracho) y ahora hay que lograr que Allenbury retire su demanda. Para ello recurren a un mujeriego inescrupuloso llamado Bill Chandler (William Powell), que les propone conocer “accidentalmente” a la chica, llevarla a su camarote y dejar ser descubiertos por un detective privado, “confirmando” así que la chica es lo que el diario dijo que era en un principio. El truco es completo e incluye un viaje en barco en el que buscará cruzarse con Allenbury y congraciarse con su padre (interpretado por Walter Connolly). El hombre simula saber mucho sobre pesca, lo que luego le conseguirá una incómoda (e hilarante) cita a la vera del río. Como dato de color, el diario le paga 50 mil dólares a Chandler por sus servicios. Al hombre le vienen más que bien: se estaba alojando en un gran hotel a pesar de que no tenía un peso y que le debía dinero, como el protagonista de The Mystery Man (1935).
La relación con las fuentes es de permanente engaño y manipulación, a tal punto de que Haggerty hace casar a su prometida con otro hombre (Chandler), quien a su vez seduce a Allenbury con el objetivo de llevarla hacia una trampa. La mujer en cuestión es heredera de un millonario y, como tal, está a años luz de la clase social en la que se desenvuelven los periodistas, que sin embargo trabajan sin cesar en dar a conocer los escándalos de las figuras de la alta sociedad.
El film contiene algunas de las mejores líneas de diálogo sobre el periodismo y lo difícil que es conciliar el oficio con la vida privada. En una escena inolvidable, Gladys llega a la redacción en vestido de novia porque su novio, el periodista, la acaba de clavar en el altar. “Mr. Bane, esta es mi futura esposa”, dice Haggerty. “¡Tonterías! Lo espero en mi oficina. ¡Deshágase de esta mujer!”, responde el furioso editor. Al rato están en reunión de edición, ya pasada la hora de cierre, viendo con qué de reemplazar la nota falsa del escándalo. “¿Qué ponemos en la tapa?”, le pregunta un asistente a Haggerty. “No me importa. Cualquier cosa. ‘LA GUERRA AMENAZA A EUROPA’”, le responde. “¿A cuál país?”, “¡Lanza una moneda!”. El reclamo de su prometida se repite una y otra vez: el diario parece ser la única esposa del periodista. “Cásate con el periódico y sé el orgulloso padre de varios titulares”, le espeta.
Las actuaciones del cuarteto protagonista son brillantes y filosas. La talentosa Jean Harlow moriría de un fallo renal al año siguiente, a la corta edad de 26 años. El director Jack Conway luego dirigiría otra historia de periodistas en Too Hot to Handle (1938), con Clark Gable y Myrna Roy.
En Romantic Comedy in Hollywood. From Lubitsch to Sturges, James Harvey sugiere que el film arranca como una comedia de periódicos, con todo su shout abuse relacionado, pero luego deviene una comedy of manners y de parejas mezcladas (“She may be his wife but she’s engaged to me!”, dice Haggerty en una de las líneas más memorables de la película). Harvey argumenta que a diferencia de las películas de Frank Capra, donde lo que triunfa sobre todo es el amor y la honestidad de la gente sencilla, películas como Libeled Lady muestran un mundo donde todos son libres, hilarantes y sagaces. “Es un todo contra todos, pero difícilmente tomamos partido por alguno de los contendientes. Estamos embebidos en la atmósfera del insulto y las manipulaciones”.
“Es mayormente una farsa hecha y derecha, y el trío formado por William Powell, Spencer Tracy y Jean Harlow se presta perfectamente a la tarea", escribió Variety en su edición del 31 de diciembre de 1935. Fue nominada al Oscar a Mejor Película pero perdió con The Great Ziegfeld, de Hunt Stromberg.
El problema: el corresponsal de Londres mandó una impactante nota sobre Connie Allenbury (Myrna Loy) y un supuesto escándalo en el que se había visto involucrada “tras intentar robarle el marido a otra chica”. Pero todo fue una confusión (el periodista que mandó la nota estaba borracho) y ahora hay que lograr que Allenbury retire su demanda. Para ello recurren a un mujeriego inescrupuloso llamado Bill Chandler (William Powell), que les propone conocer “accidentalmente” a la chica, llevarla a su camarote y dejar ser descubiertos por un detective privado, “confirmando” así que la chica es lo que el diario dijo que era en un principio. El truco es completo e incluye un viaje en barco en el que buscará cruzarse con Allenbury y congraciarse con su padre (interpretado por Walter Connolly). El hombre simula saber mucho sobre pesca, lo que luego le conseguirá una incómoda (e hilarante) cita a la vera del río. Como dato de color, el diario le paga 50 mil dólares a Chandler por sus servicios. Al hombre le vienen más que bien: se estaba alojando en un gran hotel a pesar de que no tenía un peso y que le debía dinero, como el protagonista de The Mystery Man (1935).
La relación con las fuentes es de permanente engaño y manipulación, a tal punto de que Haggerty hace casar a su prometida con otro hombre (Chandler), quien a su vez seduce a Allenbury con el objetivo de llevarla hacia una trampa. La mujer en cuestión es heredera de un millonario y, como tal, está a años luz de la clase social en la que se desenvuelven los periodistas, que sin embargo trabajan sin cesar en dar a conocer los escándalos de las figuras de la alta sociedad.
El film contiene algunas de las mejores líneas de diálogo sobre el periodismo y lo difícil que es conciliar el oficio con la vida privada. En una escena inolvidable, Gladys llega a la redacción en vestido de novia porque su novio, el periodista, la acaba de clavar en el altar. “Mr. Bane, esta es mi futura esposa”, dice Haggerty. “¡Tonterías! Lo espero en mi oficina. ¡Deshágase de esta mujer!”, responde el furioso editor. Al rato están en reunión de edición, ya pasada la hora de cierre, viendo con qué de reemplazar la nota falsa del escándalo. “¿Qué ponemos en la tapa?”, le pregunta un asistente a Haggerty. “No me importa. Cualquier cosa. ‘LA GUERRA AMENAZA A EUROPA’”, le responde. “¿A cuál país?”, “¡Lanza una moneda!”. El reclamo de su prometida se repite una y otra vez: el diario parece ser la única esposa del periodista. “Cásate con el periódico y sé el orgulloso padre de varios titulares”, le espeta.
Las actuaciones del cuarteto protagonista son brillantes y filosas. La talentosa Jean Harlow moriría de un fallo renal al año siguiente, a la corta edad de 26 años. El director Jack Conway luego dirigiría otra historia de periodistas en Too Hot to Handle (1938), con Clark Gable y Myrna Roy.
En Romantic Comedy in Hollywood. From Lubitsch to Sturges, James Harvey sugiere que el film arranca como una comedia de periódicos, con todo su shout abuse relacionado, pero luego deviene una comedy of manners y de parejas mezcladas (“She may be his wife but she’s engaged to me!”, dice Haggerty en una de las líneas más memorables de la película). Harvey argumenta que a diferencia de las películas de Frank Capra, donde lo que triunfa sobre todo es el amor y la honestidad de la gente sencilla, películas como Libeled Lady muestran un mundo donde todos son libres, hilarantes y sagaces. “Es un todo contra todos, pero difícilmente tomamos partido por alguno de los contendientes. Estamos embebidos en la atmósfera del insulto y las manipulaciones”.
“Es mayormente una farsa hecha y derecha, y el trío formado por William Powell, Spencer Tracy y Jean Harlow se presta perfectamente a la tarea", escribió Variety en su edición del 31 de diciembre de 1935. Fue nominada al Oscar a Mejor Película pero perdió con The Great Ziegfeld, de Hunt Stromberg.
Manuel Barrientos y Federico Poore