80
1941 |
Estados Unidos
Meet John Doe
Juan Nadie / ...Y la cabalgata pasa
Director: Frank Capra
Reparto: Barbara Stanwyck, Edward Arnold, Gary Cooper
Periodismo como tema: Central
IMDB: 7,6/10 |
Letterdbox: 3,7/5
N Oscar
Una reportera (Barbara Stanwyck) inventa una columna sobre alguien llamado "John Doe" angustiado por el abandono de los Estados Unidos hacia la gente común. El periódico contrata a un vagabundo (Gary Cooper) para que se haga pasar por John Doe, y pronto crece su figura política.
Como en la anterior Mr. Smith Goes to Washington, Frank Capra entrega una de sus obras clásicas, en las que un hombre común se ve involucrado en circunstancias extraordinarias: primero se ve atraído por las mieles del poder, luego se da cuenta de que es parte de una juego de manipulaciones y decide enfrentarse contra la maquinaria corrupta y fascista que lo ha llevado a la cima de modo perverso.
The Bulletin es un periódico en crisis y un poderoso magnate, D.B. Norton, decide comprarlo y cambiarle la denominación. Pasa a llamarse The New Bulletin, bajo el lema “un diario moderno para una era moderna”. En una Estados Unidos en crisis, la venta del medio desemboca en una ola de despidos. Una de las redactoras, Ann Mitchell (una estupenda Barbara Stanwyck), se resiste a ser echada y se ofrece a trabajar por un sueldo menor. Pero el editor le explica que no se trata de salarios, sino de incrementar la tirada. Y para eso van por un nuevo pacto de lectura: quieren más sensacionalismo, “fuegos artificiales”, que los lectores se desesperen por comprar el diario.
Enojada por su despido, Mitchell decide escribir una última nota, en la que despotrica contra los empresarios y los políticos y los acusa de fomentar la desocupación. Firma la nota como John Doe y amenaza con saltar desde un edificio para suicidarse. Con cierta mofa, la redactora se muestra dispuesta a brindar el sensacionalismo que pide la flamante dirección.
La nota comienza a tener una repercusión inesperada. Decenas de vagabundos y desempleados se acercan al diario afirmando ser el “John Doe” que firmó el artículo; el gobernador lee una presión del diario; y el alcalde teme que la persona que redactó la columna salte desde su edificio. Mientras tanto, el diario de la competencia sostiene que se trata de una farsa.
Ante la desesperación del editor Henry Connell (James Gleason), Mitchell toma el control de la situación y propone hacer ya no un artículo sino una serie completa de publicaciones acerca de John Doe, contando los problemas cotidianos que sufren los hombres corrientes. “Crearemos una leyenda”, sintetiza la reportera. Así realizan un casting entre todas las personas que se acercaron para dotar de un rostro a ese hombre pobre y desesperado, a ese Juan Nadie, y terminan eligiendo a un pitcher (Gary Cooper, en un paradójico desacierto de casting) que debió quedarse fuera del béisbol por una lesión. Firman un contrato de exclusividad, le toman fotografías con su rostro enojado, y comienzan a crear titulares catástrofes: “YO PROTESTO”, “Un hombre molesto contra toda la civilización”.
La tirada se incrementa con rapidez, la gente protesta en las calles contra el alcalde y Norton decide que John Doe tenga su propio programa de radio. "¿Qué le interesa? ¿Una carrera en periodismo?", le pregunta el magnate a Mitchell. "Dinero", contesta ella.
De esta forma, la reportera se encarga de escribir los discursos emotivos que debe leer John Doe en cada audición. Presentado como “el hombre más popular del país”, se identifica como parte de “los mansos que poseerán la tierra” y convoca al amor comunitario: “Solo se heredará la tierra cuando los John Doe de todo el país quieran a sus vecinos”.
El éxito es inmediato y pronto se despierta una ola de solidaridad vecinal. Llegan miles de telegramas a la redacción, se arman clubes con el nombre del personaje en cada rincón de los Estados Unidos y el fenómeno salta a la plana mayor de todos los diarios. Doe comienza a viajar por todo el país, brindando conferencias, convertido en un nuevo Mesías bajo la pluma de Mitchell y la financiación de Norton.
Pero el sueño choca contra la manipulación: Connell le advierte a Doe que Norton está armando un acto multitudinario, en el que deberá reconocerlo como su “mejor amigo” y anunciar la candidatura de Norton a presidente por un tercer partido, que competirá con demócratas y republicanos. Doe se resiste, va al estadio dispuesto a decir toda la verdad, pero cientos de canillitas invaden la cancha con una edición extra de The Bulletin, que denuncia que Doe, Mitchell y Connell han montado una estafa. Doe intenta hablar, decir su verdad, pero le cortan el sonido y el público abuchea al impostor.
En una última vuelta de tuerca no demasiado lograda (Capra filmó cuatro finales alternativos y terminó haciendo un quinto a sugerencia de un espectador), Doe intenta suicidarse desde el ayuntamiento en la Nochebuena, pero Mitchell le confiesa su amor y lo rescata, mientras un grupo de ex clubistas le piden disculpas y se comprometen a retomar las acciones solidarias. Y Connell le dice a Norton: “Ya ve, señor Norton, es el pueblo. Atrévase con él”.
Único largometraje de ficción que Capra rodó de forma independiente, con la productora que armó junto al guionista y dramaturgo Robert Riskin, se trata de una clara exaltación a los valores del hombre americano medio y una advertencia contra la manipulación que pueden desencadenar los grandes medios de comunicación en mano de empresarios y políticos fascistas, en el contexto de las invasiones de la Alemania nazi en territorio europeo. La temática de la influencia de los medios sobre las personas retornará con fuerza a partir de los años cincuenta, con el ascenso de la televisión.
The Bulletin es un periódico en crisis y un poderoso magnate, D.B. Norton, decide comprarlo y cambiarle la denominación. Pasa a llamarse The New Bulletin, bajo el lema “un diario moderno para una era moderna”. En una Estados Unidos en crisis, la venta del medio desemboca en una ola de despidos. Una de las redactoras, Ann Mitchell (una estupenda Barbara Stanwyck), se resiste a ser echada y se ofrece a trabajar por un sueldo menor. Pero el editor le explica que no se trata de salarios, sino de incrementar la tirada. Y para eso van por un nuevo pacto de lectura: quieren más sensacionalismo, “fuegos artificiales”, que los lectores se desesperen por comprar el diario.
Enojada por su despido, Mitchell decide escribir una última nota, en la que despotrica contra los empresarios y los políticos y los acusa de fomentar la desocupación. Firma la nota como John Doe y amenaza con saltar desde un edificio para suicidarse. Con cierta mofa, la redactora se muestra dispuesta a brindar el sensacionalismo que pide la flamante dirección.
La nota comienza a tener una repercusión inesperada. Decenas de vagabundos y desempleados se acercan al diario afirmando ser el “John Doe” que firmó el artículo; el gobernador lee una presión del diario; y el alcalde teme que la persona que redactó la columna salte desde su edificio. Mientras tanto, el diario de la competencia sostiene que se trata de una farsa.
Ante la desesperación del editor Henry Connell (James Gleason), Mitchell toma el control de la situación y propone hacer ya no un artículo sino una serie completa de publicaciones acerca de John Doe, contando los problemas cotidianos que sufren los hombres corrientes. “Crearemos una leyenda”, sintetiza la reportera. Así realizan un casting entre todas las personas que se acercaron para dotar de un rostro a ese hombre pobre y desesperado, a ese Juan Nadie, y terminan eligiendo a un pitcher (Gary Cooper, en un paradójico desacierto de casting) que debió quedarse fuera del béisbol por una lesión. Firman un contrato de exclusividad, le toman fotografías con su rostro enojado, y comienzan a crear titulares catástrofes: “YO PROTESTO”, “Un hombre molesto contra toda la civilización”.
La tirada se incrementa con rapidez, la gente protesta en las calles contra el alcalde y Norton decide que John Doe tenga su propio programa de radio. "¿Qué le interesa? ¿Una carrera en periodismo?", le pregunta el magnate a Mitchell. "Dinero", contesta ella.
De esta forma, la reportera se encarga de escribir los discursos emotivos que debe leer John Doe en cada audición. Presentado como “el hombre más popular del país”, se identifica como parte de “los mansos que poseerán la tierra” y convoca al amor comunitario: “Solo se heredará la tierra cuando los John Doe de todo el país quieran a sus vecinos”.
El éxito es inmediato y pronto se despierta una ola de solidaridad vecinal. Llegan miles de telegramas a la redacción, se arman clubes con el nombre del personaje en cada rincón de los Estados Unidos y el fenómeno salta a la plana mayor de todos los diarios. Doe comienza a viajar por todo el país, brindando conferencias, convertido en un nuevo Mesías bajo la pluma de Mitchell y la financiación de Norton.
Pero el sueño choca contra la manipulación: Connell le advierte a Doe que Norton está armando un acto multitudinario, en el que deberá reconocerlo como su “mejor amigo” y anunciar la candidatura de Norton a presidente por un tercer partido, que competirá con demócratas y republicanos. Doe se resiste, va al estadio dispuesto a decir toda la verdad, pero cientos de canillitas invaden la cancha con una edición extra de The Bulletin, que denuncia que Doe, Mitchell y Connell han montado una estafa. Doe intenta hablar, decir su verdad, pero le cortan el sonido y el público abuchea al impostor.
En una última vuelta de tuerca no demasiado lograda (Capra filmó cuatro finales alternativos y terminó haciendo un quinto a sugerencia de un espectador), Doe intenta suicidarse desde el ayuntamiento en la Nochebuena, pero Mitchell le confiesa su amor y lo rescata, mientras un grupo de ex clubistas le piden disculpas y se comprometen a retomar las acciones solidarias. Y Connell le dice a Norton: “Ya ve, señor Norton, es el pueblo. Atrévase con él”.
Único largometraje de ficción que Capra rodó de forma independiente, con la productora que armó junto al guionista y dramaturgo Robert Riskin, se trata de una clara exaltación a los valores del hombre americano medio y una advertencia contra la manipulación que pueden desencadenar los grandes medios de comunicación en mano de empresarios y políticos fascistas, en el contexto de las invasiones de la Alemania nazi en territorio europeo. La temática de la influencia de los medios sobre las personas retornará con fuerza a partir de los años cincuenta, con el ascenso de la televisión.
Manuel Barrientos y Federico Poore