39
1994 |
Estados Unidos
Natural Born Killers
Asesinos natos / Asesinos por naturaleza
Director: Oliver Stone
Reparto: Juliette Lewis, Robert Downey Jr., Tom Sizemore, Tommy Lee Jones, Woody Harrelson
Periodismo como tema: Intermedio
IMDB: 7,3/10 |
Letterdbox: 3,5/5
N Golden Globes, G Venecia
Micky y Mallory, una pareja de jovenes amantes, son dos despiadados criminales que tienen atemorizada a la población. El presentador de un programa decide aprovechar la fascinación que su personalidad ejerce sobre el público para convertir a los asesinos en héroes de la televisión.
Si en los años ochenta Oliver Stone había elevado a los trabajadores de los medios al estatuto de la heroicidad en Salvador y Talk Radio, aquí caracteriza a uno de sus personajes centrales como un periodista narcisista y manipulador. Basada en una historia de Quentin Tarantino, narra la carrera delictiva de una pareja de jóvenes narcómanos interpretada por Woody Harrelson y Juliette Lewis. Para representar las distintas secuencias de la vida frenética de sus protagonistas, Stone utiliza de manera redundante el pastiche y apela a diversos géneros de la televisión. Así, la estética cómic sirve para mostrar la huida de Harrelson o una sitcom desaforada ilustra la turbulenta vida familiar de Lewis.
En esa trama, Wayne Gale (Robert Downey Jr.) es un periodista hiperkinético, soberbio y drogadicto que realiza informes sobre los jóvenes delincuentes. Serial journalist, en su programa American Maniacs se ocupa de cubrir con insistencia la misma noticia. Los ingredientes centrales son la búsqueda de las pistas de los asesinos, las encuestas en la calle a los fanáticos de la pareja y la reconstrucción con actores de los asesinatos.
Luego de una larga búsqueda, Gale logra entrevistar a Mickey Knox (Harrelson) en la cárcel, tras prometerle popularidad. Sin embargo, cuando le pregunta si valió la pena matar a tanta gente, Knox responde: “Ni siquiera eres un mono, eres un periodista”. Más allá del insulto, el periodista se alegra con las provocaciones porque aumentan el rating. Pero en medio de la entrevista, los prisioneros se amotinan y Gale se regodea ante la exclusiva obtenida para escalar posiciones en el campo mediático. En el estudio central, la conductora también grita y se emociona “con sus televidentes” ante el espectáculo que proporciona el motín.
Con todo, la escena final muestra el menosprecio de los jóvenes asesinos por Gale. “Eres basura. Lo hiciste por rating. No te importa un carajo nadie, excepto tú mismo. Ya sabes: Frankenstein mató al doctor Frankenstein”, le dicen. El periodista pide que no lo maten, que dejen a alguien vivo, un testigo que cuente la historia. Sin embargo, los Knox lo matan porque consideran que ya tienen su testigo: la cámara. Los periodistas, seres despreciables según el Stone de los noventa, ya no son necesarios: la técnica puede suplir su trabajo y hacerlo incluso mejor, “sin las distorsiones de la subjetividad”.
En esa trama, Wayne Gale (Robert Downey Jr.) es un periodista hiperkinético, soberbio y drogadicto que realiza informes sobre los jóvenes delincuentes. Serial journalist, en su programa American Maniacs se ocupa de cubrir con insistencia la misma noticia. Los ingredientes centrales son la búsqueda de las pistas de los asesinos, las encuestas en la calle a los fanáticos de la pareja y la reconstrucción con actores de los asesinatos.
Luego de una larga búsqueda, Gale logra entrevistar a Mickey Knox (Harrelson) en la cárcel, tras prometerle popularidad. Sin embargo, cuando le pregunta si valió la pena matar a tanta gente, Knox responde: “Ni siquiera eres un mono, eres un periodista”. Más allá del insulto, el periodista se alegra con las provocaciones porque aumentan el rating. Pero en medio de la entrevista, los prisioneros se amotinan y Gale se regodea ante la exclusiva obtenida para escalar posiciones en el campo mediático. En el estudio central, la conductora también grita y se emociona “con sus televidentes” ante el espectáculo que proporciona el motín.
Con todo, la escena final muestra el menosprecio de los jóvenes asesinos por Gale. “Eres basura. Lo hiciste por rating. No te importa un carajo nadie, excepto tú mismo. Ya sabes: Frankenstein mató al doctor Frankenstein”, le dicen. El periodista pide que no lo maten, que dejen a alguien vivo, un testigo que cuente la historia. Sin embargo, los Knox lo matan porque consideran que ya tienen su testigo: la cámara. Los periodistas, seres despreciables según el Stone de los noventa, ya no son necesarios: la técnica puede suplir su trabajo y hacerlo incluso mejor, “sin las distorsiones de la subjetividad”.
Manuel Barrientos y Federico Poore