
41
1995 |
Francia, Italia, Portugal
Sostiene Pereira
Sostiene Pereira
Director: Roberto Faenza
Reparto: Daniel Auteuil, Joaquim de Almeida, Marcello Mastroianni, Stefano Dionisi
Periodismo como tema: Central
IMDB: 7,2/10 |
Letterdbox: 3,4/5
Un joven antifascista de Lisboa (Stefano Dionisi) convence al periodista cultural Pereira (Marcello Mastroianni) de involucrarse en la lucha contra la dictadura de Salazar.
Basada en la novela homónima de Antonio Tabucchi, tiene como protagonista a un veterano periodista cultural de un diario portugués pero es, a su modo, una suerte de relato de iniciación. O de redención.
A mediados de la década de 1930, el Dr. Pereira (Marcello Mastroianni) lleva ya muchos años como responsable de la página cultural del Lisboa, un diario que se autoproclama “independiente”. Siempre ha creído que lo más importante es la literatura. Viudo, vive en su placidez burguesa, trabaja en una oficina apartada de la redacción, para poder escribir en tranquilidad. Sigue con sus rutinas diarias, yendo al bar, consumiendo limonadas con azúcar y tortillas de vegetales, leyendo ensayos y novelas, y comentando con el retrato de su esposa las reflexiones que le despiertan las obras literarias. En el bar, el camarero le cuestiona que no aparezcan noticias en el periódico acerca de la represión creciente de la dictadura de António de Oliveira Salazar. Pereira hace oídos sordos, no le interesa la actualidad política.
Un ensayo que publica en el diario sobre el desinterés por la muerte en el mundo moderno le llama la atención y decide convocar a su autor para que se convierta en colaborador permanente de su página cultural. Quiere que se encargue de escribir los obituarios de las grandes personalidades del arte y la literatura. Y con ese llamado su mundo de comodidades e inercias se sacude, se empieza a resquebrajar, se bifurca.
El autor de aquel ensayo se presenta como Monteiro Rossi, un joven estudiante de filosofía que asegura estar más interesado por la vida que por la muerte. Con su aparición, la propia película se agita y adquiere una disección de las voces en off y, por tanto, de los puntos de vista.
Monteiro Rossi le acerca artículos que fustigan a poetas ensalzados por el fascismo o ensalzan a escritores republicanos o soviéticos. “Jovencito, usted es un inconsciente o un provocador. El periodismo actual de nuestro país no necesita ni de uno ni del otro”, le advierte Pereira. Ante la insistencia de Monteiro acerca de la necesidad de dar a conocer las injusticias que ocurren en Europa, le responde que no sabe ni quiere saber. Sin embargo, no rompe el vínculo, hay algo en ese estudiante que le recuerda su propia juventud.
Esa relación lo vinculan poco a poco con miembros de la resistencia a la dictadura de Salazar y con partidarios del Ejército Republicano que combaten en la Guerra Civil Española. Pereira, así, comienza a experimentar una transformación interior, una suerte de despertar, de quitarse las vendas sobre las atrocidades que ocurren en la antesala de la II Guerra Mundial, que lo lleva a concretar un acto de heroísmo y que, en cierto modo, lo devuelve al mundo de la vida.
Tabucchi reconoció que conoció a un personaje similar al de su novela a finales de los años 60 en Francia. Se trataba de un periodista que en los años 30 había publicado un artículo de denuncia contra el régimen de Salazar y debió exiliarse en París. Con este rol, Marcello Mastroianni ganó el último de sus seis premios David di Donatello.
A mediados de la década de 1930, el Dr. Pereira (Marcello Mastroianni) lleva ya muchos años como responsable de la página cultural del Lisboa, un diario que se autoproclama “independiente”. Siempre ha creído que lo más importante es la literatura. Viudo, vive en su placidez burguesa, trabaja en una oficina apartada de la redacción, para poder escribir en tranquilidad. Sigue con sus rutinas diarias, yendo al bar, consumiendo limonadas con azúcar y tortillas de vegetales, leyendo ensayos y novelas, y comentando con el retrato de su esposa las reflexiones que le despiertan las obras literarias. En el bar, el camarero le cuestiona que no aparezcan noticias en el periódico acerca de la represión creciente de la dictadura de António de Oliveira Salazar. Pereira hace oídos sordos, no le interesa la actualidad política.
Un ensayo que publica en el diario sobre el desinterés por la muerte en el mundo moderno le llama la atención y decide convocar a su autor para que se convierta en colaborador permanente de su página cultural. Quiere que se encargue de escribir los obituarios de las grandes personalidades del arte y la literatura. Y con ese llamado su mundo de comodidades e inercias se sacude, se empieza a resquebrajar, se bifurca.
El autor de aquel ensayo se presenta como Monteiro Rossi, un joven estudiante de filosofía que asegura estar más interesado por la vida que por la muerte. Con su aparición, la propia película se agita y adquiere una disección de las voces en off y, por tanto, de los puntos de vista.
Monteiro Rossi le acerca artículos que fustigan a poetas ensalzados por el fascismo o ensalzan a escritores republicanos o soviéticos. “Jovencito, usted es un inconsciente o un provocador. El periodismo actual de nuestro país no necesita ni de uno ni del otro”, le advierte Pereira. Ante la insistencia de Monteiro acerca de la necesidad de dar a conocer las injusticias que ocurren en Europa, le responde que no sabe ni quiere saber. Sin embargo, no rompe el vínculo, hay algo en ese estudiante que le recuerda su propia juventud.
Esa relación lo vinculan poco a poco con miembros de la resistencia a la dictadura de Salazar y con partidarios del Ejército Republicano que combaten en la Guerra Civil Española. Pereira, así, comienza a experimentar una transformación interior, una suerte de despertar, de quitarse las vendas sobre las atrocidades que ocurren en la antesala de la II Guerra Mundial, que lo lleva a concretar un acto de heroísmo y que, en cierto modo, lo devuelve al mundo de la vida.
Tabucchi reconoció que conoció a un personaje similar al de su novela a finales de los años 60 en Francia. Se trataba de un periodista que en los años 30 había publicado un artículo de denuncia contra el régimen de Salazar y debió exiliarse en París. Con este rol, Marcello Mastroianni ganó el último de sus seis premios David di Donatello.
Manuel Barrientos y Federico Poore