Sullivan’s Travels

Una de las grandes obras maestras del cine de Hollywood, es también una de las mejores representaciones que el cine hizo sobre sí mismo. Puesta en abismo del sistema de estudios, ironiza sobre géneros, productores y las leyes del mercado.

Un exitoso director, John L. Sullivan, quiere dejar de hacer sus clásicos y efectivos vodeviles y hacer una “película importante y realista”. Así emprende un viaje por el mundo de los mendigos y de los que peor la pasan, en el contexto de la crisis que desencadena el comienzo de la Segunda Guerra Mundial. De todos modos, no le es fácil salir de su mundo. En su rumbo errante, cae una y otra vez en Hollywood. Y los productores ponen a un grupo de periodistas (no solo de de diarios y agencias, también está incluido un estudio de radio y un fotógrafo) para que cubran su peregrinaje, en un intento de mercantilizar el descenso del director a los bajos mundos. Con ironía crítica, los periodistas están representados como marionetas serviles al negocio, orquestados por agentes de prensa y distantes de los problemas de la pobreza. Cuando finalmente logra liberarse del andamiaje publicitario, Sullivan es víctima de un robo y la prensa lo da por muerto. Tras recuperar la conciencia, cae preso. En una escena conmovedora, asiste a una proyección en un templo junto a otros hombres privados de su libertad y entiende la liberación que representa para quienes sufren la posibilidad de reír con el cine. Cuando ve un diario que registra su muerte, se pregunta quiénes salen en los periódicos. Al darse cuenta que los diarios hacen famosos a quienes cometen asesinatos, decide confesar que él es el verdadero asesino de Sullivan. De esta forma, vuelve a su mundo y se dispone a filmar una comedia.