108
1956 |
Estados Unidos
The Harder They Fall
Más dura será la caída / La caída de un ídolo
Director: Mark Robson
Reparto: Humphrey Bogart, Jan Sterling, Mike Lane, Rod Steiger
Periodismo como tema: Central
IMDB: 7,5/10 |
Letterdbox: 3,7/5
N Oscar
Un periodista deportivo acepta la oferta de un promotor boxístico para promocionar a un luchador argentino carente de talento.
Un periodista deportivo sin trabajo acepta la oferta de un oscuro promotor de peleas para convertirse en el relacionista público de un boxeador argentino sin talento para el circuito profesional. La construcción de los fenómenos de masa, el marketing deportivo, los amaños en el deporte son ingredientes centrales de este sólido drama dirigido por Mark Robson.
Eddie Willis (Humphrey Bogart, en su último rol cinematográfico) escribía la columna de deportes para un diario neoyorquino que acaba de cerrar, dejándolo sin ingresos tras 17 años. Oliendo su desesperación, un conocido promotor de boxeo llamado Nick Benko (Rod Steiger) lo manda a llamar y le ofrece un jugoso contrato para hacer de agente de prensa de “Toro” Moreno, un gigante veinteañero de Argentina al que publicitan como “el hombre salvaje de los Andes”. El truco es que Moreno no muestra mayores habilidades, por lo que Benko decide ponerlo en la pelea que, secretamente, manda a arreglar. Su estrategia es conocida: comenzando en California y yendo hacia el oeste, programan una serie de peleas con tipos de segunda y caídos en desgracia, donde la orden es que los rivales caigan y vayan engrosando el récord del retador. El rol de Willis es, desde el principio, un trabajo sucio. Al principio debe convencer a sus ex colegas de que “Toro” es mejor de lo que es, mintiendo abiertamente sobre las escasas capacidades del joven; más tarde deberá cobrarse algunos favores para mantener en secreto los posibles escándalos de las peleas arregladas. Todo esto lo hará sentirse cada vez más culpable. “No intentes pelear contra ello, Eddie. ¿Qué buscas, aferrarte a tu dignidad?”, le espeta Benko. “¿Acaso tu dignidad te ayudó a conservar tu trabajo? ¿Acaso tu dignidad te dio una nueva columna en un periódico?”. El imperativo de proveer y ganar algún dinero es lo único que mantiene a Eddie en su ingrato rol. “Un hombre de más de 40 ya no debería estar corriendo de un lado a otro”, le dice a Benko, y un poco a sí mismo también. Obviamente lo que sobrevuela es la culpa por haberse vendido al sistema.
Queda una pelea más, en este caso contra el actual campeón, pero Moreno ya no quiere saber más nada con el negocio y solo quiere regresar a su país. Willis lo convence de cumplir con su papel, defendiéndose lo mejor posible y quedándose en el piso ante la primera caída. Pero Moreno realmente lo intenta, a pesar de sus limitaciones, y sale gravemente herido del match. “¿Por qué recibió esa terrible golpiza? ¿Por qué no peleó como le dijiste?”, le reclama al sparring. “Algunos tipos pueden venderse, otros simplemente no”, es la respuesta, y todos sabemos que no habla solo de boxeo.
Willis deja a Benko y pone al “Toro” en un avión con destino a Argentina, lejos de la influencia del oscuro promotor y su pandilla. Viendo que el joven boxeador se queda con prácticamente nada, le entrega los 26 mil dólares que le hubiesen correspondido por su trabajo de relacionista público. Por último, en la movida más improbable del film, le dice a Benko que no tiene más ese dinero y anuncia que expondrá la red ilegal que armó su grupo. La escena final lo muestra sentándose frente a su máquina de escribir y escribiendo los primeros párrafos de su artículo. Willis es un periodista otra vez y el periodismo surge como la única y principal vía para desenmascarar la corrupción.
Los ecos son similares a los de Deadline - U.S.A. (1952), con el personaje de Bogart regresando a su rol de periodista y usando la palabra para denunciar la corrupción de este mundo, con los villanos incapaces de detenerlo.
El guión está basado en la novela homónima de Budd Schulberg, que también será una pieza fundamental de otra película clave sobre los medios y los fenómenos de masas en esta década: A Face in the Crowd, de Elia Kazan.
Robson ya había tratado la corrupción y los amaños en el mundo del boxeo en Champion (1949), conocida en Hispanoamérica como Ídolo de barro.
Eddie Willis (Humphrey Bogart, en su último rol cinematográfico) escribía la columna de deportes para un diario neoyorquino que acaba de cerrar, dejándolo sin ingresos tras 17 años. Oliendo su desesperación, un conocido promotor de boxeo llamado Nick Benko (Rod Steiger) lo manda a llamar y le ofrece un jugoso contrato para hacer de agente de prensa de “Toro” Moreno, un gigante veinteañero de Argentina al que publicitan como “el hombre salvaje de los Andes”. El truco es que Moreno no muestra mayores habilidades, por lo que Benko decide ponerlo en la pelea que, secretamente, manda a arreglar. Su estrategia es conocida: comenzando en California y yendo hacia el oeste, programan una serie de peleas con tipos de segunda y caídos en desgracia, donde la orden es que los rivales caigan y vayan engrosando el récord del retador. El rol de Willis es, desde el principio, un trabajo sucio. Al principio debe convencer a sus ex colegas de que “Toro” es mejor de lo que es, mintiendo abiertamente sobre las escasas capacidades del joven; más tarde deberá cobrarse algunos favores para mantener en secreto los posibles escándalos de las peleas arregladas. Todo esto lo hará sentirse cada vez más culpable. “No intentes pelear contra ello, Eddie. ¿Qué buscas, aferrarte a tu dignidad?”, le espeta Benko. “¿Acaso tu dignidad te ayudó a conservar tu trabajo? ¿Acaso tu dignidad te dio una nueva columna en un periódico?”. El imperativo de proveer y ganar algún dinero es lo único que mantiene a Eddie en su ingrato rol. “Un hombre de más de 40 ya no debería estar corriendo de un lado a otro”, le dice a Benko, y un poco a sí mismo también. Obviamente lo que sobrevuela es la culpa por haberse vendido al sistema.
Queda una pelea más, en este caso contra el actual campeón, pero Moreno ya no quiere saber más nada con el negocio y solo quiere regresar a su país. Willis lo convence de cumplir con su papel, defendiéndose lo mejor posible y quedándose en el piso ante la primera caída. Pero Moreno realmente lo intenta, a pesar de sus limitaciones, y sale gravemente herido del match. “¿Por qué recibió esa terrible golpiza? ¿Por qué no peleó como le dijiste?”, le reclama al sparring. “Algunos tipos pueden venderse, otros simplemente no”, es la respuesta, y todos sabemos que no habla solo de boxeo.
Willis deja a Benko y pone al “Toro” en un avión con destino a Argentina, lejos de la influencia del oscuro promotor y su pandilla. Viendo que el joven boxeador se queda con prácticamente nada, le entrega los 26 mil dólares que le hubiesen correspondido por su trabajo de relacionista público. Por último, en la movida más improbable del film, le dice a Benko que no tiene más ese dinero y anuncia que expondrá la red ilegal que armó su grupo. La escena final lo muestra sentándose frente a su máquina de escribir y escribiendo los primeros párrafos de su artículo. Willis es un periodista otra vez y el periodismo surge como la única y principal vía para desenmascarar la corrupción.
Los ecos son similares a los de Deadline - U.S.A. (1952), con el personaje de Bogart regresando a su rol de periodista y usando la palabra para denunciar la corrupción de este mundo, con los villanos incapaces de detenerlo.
El guión está basado en la novela homónima de Budd Schulberg, que también será una pieza fundamental de otra película clave sobre los medios y los fenómenos de masas en esta década: A Face in the Crowd, de Elia Kazan.
Robson ya había tratado la corrupción y los amaños en el mundo del boxeo en Champion (1949), conocida en Hispanoamérica como Ídolo de barro.
Manuel Barrientos y Federico Poore