185
1950 |
Estados Unidos
The Underworld Story
El grito ahogado / Historia del hampa
Director: Cy Endfield
Reparto: Dan Duryea, Gale Storm, Herbert Marshall, Howard Da Silva
Periodismo como tema: Central
IMDB: 7,0/10 |
Letterdbox: 3,4/5
Narra la lucha de un pequeño periódico para probar la inocencia de una joven de un cargo de asesinato.
Joya oculta del film noir, aquí Endfield logra una de las películas más interesantes y complejas de la época sobre las relaciones entre periodismo, el poder empresarial, la política y las oscilaciones de la opinión pública. Producida de forma independiente, es un tiro a varias bandas, que aborda la corrupción del periodismo, la potencia del periodismo, la hipocresía de los medios, las relaciones entre los empresarios y las mafias y, especialmente, el racismo persistente en la sociedad norteamericana.
Después de ser despedido del periódico donde trabaja, Mike Reese (un magnífico Dan Duryea) ingresa en las listas negras de las empresas mediáticas y se ve obligado a recalar como socio en el Lakeville Sentinel, un pequeño y tradicional periódico de provincias. El dinero de su inversión proviene de un capo mafia (interpretado por Howard da Silva) que se vio beneficiado por una noticia que publicó Reese. El diario en el que recala está a cargo de la joven Cathy Harris, que trata de seguir los principios inculcados por su padre. Reese deja en claro que su principal interés es generar dinero e intenta poner en práctica los métodos de la prensa sensacionalista. Un asesinato en el que está envuelto el hijo del magnate de los medios E.J. Stanton se vuelve una oportunidad de oro para poner en marcha sus planes. La principal acusada por el crimen es Molly, una empleada doméstica negra, y todos los periódicos de Stanton se encargan de remarcar su culpabilidad. Historia de David versus Goliat, Reese descubre que buena parte del pueblo desconfía de la versión oficial y lanza una campaña para recaudar fondos que ayuden a la defensa de la joven empleada de Stanton. Sus intereses no son heroicos: acuerda con un abogado para quedarse con el cincuenta por ciento del dinero recolectado. Stanton trata de sacarse de encima a Reese por distintos medios y hasta le ofrece un cargo importante en uno de sus periódicos en Cincinnati. Ante la inflexibilidad de su rival, reúne a los poderosos del pueblo y arma un boicot contra el Sentinel. Así las reacciones populares se inclinan contra la pobre joven negra.
Cada uno de los personajes tiene una gran vitalidad, trazando un arco dramático en sus caracteres que parece ir configurándose con la propia película, a partir de las decisiones que van tomando ante cada circunstancia. Reese no es un héroe, se transforma en un héroe por aquello que decide hacer. El periodismo es corrupto y es heroico, de acuerdo al accionar que lleve adelante. No hay aquí espacios para las conductas prefiguradas. En una de las escenas más potentes, Reese visita las oficinas centrales del imperio Stanton y le pide al magnate que publique las pruebas que exculpan a Molly. El magnate duda, pero finalmente se niega. Cuando el periodista sale del edificio, se observa una gran placa que asegura que el edificio está dedicado a la libertad de industria y de expresión. A los pocos metros, es secuestrado por el capo mafia que le había prestado el dinero pero que ahora responde a las órdenes de Stanton. La escena se ve reforzada por belleza de la fotografía en blanco y negro a cargo de Stanley Cortez (responsable de otros grandes trabajos en The Magnificent Ambersons y The Night of Hunter).
Esta película fue el punto más alto de la carrera de Endfield en Estados Unidos, pero también marcó su final. Sus alusiones a las listas negras y la caza de brujas, fueron demasiado para el macartismo imperante en esos años. Tanto el director como el guionista Henry Blankfort y el actor Howard Da Silva fueron acusados por el Comité de Actividades Antiamericanas y expulsados del universo Hollywood. Enfield continuó su carrera en Gran Bretaña.
Después de ser despedido del periódico donde trabaja, Mike Reese (un magnífico Dan Duryea) ingresa en las listas negras de las empresas mediáticas y se ve obligado a recalar como socio en el Lakeville Sentinel, un pequeño y tradicional periódico de provincias. El dinero de su inversión proviene de un capo mafia (interpretado por Howard da Silva) que se vio beneficiado por una noticia que publicó Reese. El diario en el que recala está a cargo de la joven Cathy Harris, que trata de seguir los principios inculcados por su padre. Reese deja en claro que su principal interés es generar dinero e intenta poner en práctica los métodos de la prensa sensacionalista. Un asesinato en el que está envuelto el hijo del magnate de los medios E.J. Stanton se vuelve una oportunidad de oro para poner en marcha sus planes. La principal acusada por el crimen es Molly, una empleada doméstica negra, y todos los periódicos de Stanton se encargan de remarcar su culpabilidad. Historia de David versus Goliat, Reese descubre que buena parte del pueblo desconfía de la versión oficial y lanza una campaña para recaudar fondos que ayuden a la defensa de la joven empleada de Stanton. Sus intereses no son heroicos: acuerda con un abogado para quedarse con el cincuenta por ciento del dinero recolectado. Stanton trata de sacarse de encima a Reese por distintos medios y hasta le ofrece un cargo importante en uno de sus periódicos en Cincinnati. Ante la inflexibilidad de su rival, reúne a los poderosos del pueblo y arma un boicot contra el Sentinel. Así las reacciones populares se inclinan contra la pobre joven negra.
Cada uno de los personajes tiene una gran vitalidad, trazando un arco dramático en sus caracteres que parece ir configurándose con la propia película, a partir de las decisiones que van tomando ante cada circunstancia. Reese no es un héroe, se transforma en un héroe por aquello que decide hacer. El periodismo es corrupto y es heroico, de acuerdo al accionar que lleve adelante. No hay aquí espacios para las conductas prefiguradas. En una de las escenas más potentes, Reese visita las oficinas centrales del imperio Stanton y le pide al magnate que publique las pruebas que exculpan a Molly. El magnate duda, pero finalmente se niega. Cuando el periodista sale del edificio, se observa una gran placa que asegura que el edificio está dedicado a la libertad de industria y de expresión. A los pocos metros, es secuestrado por el capo mafia que le había prestado el dinero pero que ahora responde a las órdenes de Stanton. La escena se ve reforzada por belleza de la fotografía en blanco y negro a cargo de Stanley Cortez (responsable de otros grandes trabajos en The Magnificent Ambersons y The Night of Hunter).
Esta película fue el punto más alto de la carrera de Endfield en Estados Unidos, pero también marcó su final. Sus alusiones a las listas negras y la caza de brujas, fueron demasiado para el macartismo imperante en esos años. Tanto el director como el guionista Henry Blankfort y el actor Howard Da Silva fueron acusados por el Comité de Actividades Antiamericanas y expulsados del universo Hollywood. Enfield continuó su carrera en Gran Bretaña.
Manuel Barrientos y Federico Poore