70

1999 |
Estados Unidos

True Crime

Crímenes verdaderos / Crimen verdadero / Ejecución inminente

Director: Clint Eastwood
Reparto: Clint Eastwood, Denis Leary, Isaiah Washington, James Woods, LisaGay Hamilton
Periodismo como tema: Central
star
IMDB: 6,6/10 |
Letterdbox: 3,0/5

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Un periodista veterano intenta descubrir las pruebas que pueden demostrar la inocencia de un condenado a muerte a pocas horas de su ejecución.
El veterano periodista Steve Everett (Clint Eastwood) debe cumplir con la rutina de cubrir las últimas horas de un condenado a muerte, pero en su lugar decide investigar el caso a fondo y probar la inocencia del acusado, mientras lidia con problemas familiares y de alcohol.

Everett cuenta con el apoyo a regañadientes de su jefe de redacción Alan Mann (James Woods), pero está enfrentado con su jefe Bob Findley (Denis Leary). Ambos le insisten en que tiene que hacer una nota sencilla que busque “el aspecto humano” del condenado a muerte y no que se ponga a investigar el caso en sí. Everett se resiste y comienza una carrera contra el tiempo para evitar que su personaje sea ejecutado, continuando la tradición de Hollywood de filmes como Call Northside 777 (1948, conocida en Hispanoamérica como Yo creo en ti), en el que James Stewart interpretaba a un periodista que combatía por liberar a un hombre inocente, injustamente condenado por asesinato.

En cierto sentido, podría decirse que su lucha es la lucha por el traslado de la información de las zonas blandas del periodismo (las noticias de interés humano, las notas de “color”, la difusa región de información general) hacia las zonas duras (política, economía). La personalización de los temas (la pena de muerte, en este caso) a través de una cobertura periodística basada en los detalles y las anécdotas de “color” (qué comió el prisionero la noche antes de ser ejecutado, por ejemplo) desconectados del contexto en que se da el caso (tasa de desocupación, índices de pobreza, discriminación social) perjudica el conocimiento de la realidad y la discusión sobre políticas públicas que, por definición, poseen una lógica impersonal.

Con este objetivo, el director se esfuerza por representar en forma detallada el trabajo de investigación de su personaje. Es decir, exhibe el papel detectivesco de su protagonista, cómo rastrea los antecedentes del caso, revisa bases de datos del diario, consulta con otros periodistas sobre posibles contactos, lee los expedientes, entrevista a la fiscal del caso, a los testigos, va al lugar del hecho, habla con los empleados. Sin embargo, su trabajo parece ser parte del pasado de la profesión periodística. El editor se enoja. “Es una nota lateral de interés humano”, le repite. Everett, de la vieja guardia, no comprende qué es una “nota lateral de interés humano” y se burla. Además, explica que “tiene una corazonada”. En otras palabras, tiene “olfato” periodístico y está dispuesto a arriesgar su empleo en busca de la “verdad”. Pero el director lo reta: “Quieres transformar un artículo de rutina en una lucha por la justicia” y se mofa de la figura del periodista heroico. “¿Cómo puede descubrir en media hora lo que llevó seis años de investigación judicial?”, interroga.

El final hiperboliza en forma aparente el heroísmo de Everett. El condenado ha sido liberado y Everett ahora tiene un contrato para escribir un libro sobre el caso y se rumorea que es un firme candidato para el premio Pulitzer. Sin embargo, la melancolía del reportero es evidente cuando recorre en soledad las calles nevadas de Oakland en las horas previas a Navidad. Everett es un héroe solitario no sólo en su vida personal sino, sobre todo, en las estructuras periodísticas, poco preocupadas ya por investigar las injusticias y las desigualdades de la sociedad contemporánea.

Manuel Barrientos y Federico Poore