2015 |
Estados Unidos

True Story

True Story

Director: Rupert Goold
Reparto: Felicity Jones, James Franco, Jonah Hill
Periodismo como tema: Central
star
IMDB: 6,3/10 |
Letterdbox: 2,9/5

Plataformas donde mirarla en tu país:

Un periodista caído en desgracia conoce a un acusado por asesinato que adoptó su identidad.

El periodista Michael Finkel (Jonah Hill) es despedido del New York Times por falsificar datos de un artículo. Al poco tiempo, conoce al asesino Christian Longo (James Franco) -quien se presentaba a sí mismo como “Michael Finkel”- y comienza una relación de confianza para lograr que cuente su versión de la historia.

Finkel y Longo no pertenecen a la misma clase social. Mientras el cronista vive una vida de clase media, el asesino se mueve en un entorno de permanentes dificultades económicas. Pronto queda claro que ambos se están usando mutuamente: Longo por la ayuda que el periodista le brindó para hacer sonar más creíble su relato, y Finkel por tener una exclusiva con un asesino, lo cual le garantiza un jugoso contrato con una editorial.
Cinematográficamente la película es anémica, repetitiva y poco más que una obra de teatro filmada. Tiene momentos prolijos pero no hay nada particularmente memorable en su estilo ni en la historia que pretende contar. Tiene más de un punto de contacto con la claramente superior Shattered Glass (2003), ya que está protagonizada por un periodista que fabula o ficcionaliza sus relatos. También con Capote (1967) en el sentido de que explora la ambigua relación entre un periodista y un asesino.

El film es de interés por las preguntas que se hace en torno a la responsabilidad del periodista y las cosas que hace con tal de conseguir fama, dinero o prestigio (o una mezcla de las tres). El único problema es que la película misma es hipócrita ya que se basa en el libro de Michael Finkel, es decir que al tiempo que denuncia y se hace preguntas sobre lo legítimo que es enriquecerse a costa de dejarse usar por un asesino manipulador, la película misma le paga un buen dinero por los derechos del libro a ese mismo periodista, lo cual de alguna manera valida los fines de esta práctica.

Manuel Barrientos y Federico Poore