56
1983 |
Estados Unidos
Under Fire
Bajo el fuego / Bajo fuego
Director: Roger Spottiswoode
Reparto: Ed Harris, Gene Hackman, Joanna Cassidy, Nick Nolte
Periodismo como tema: Central
IMDB: 7,0/10 |
Letterdbox: 3,3/5
N Oscar, N Golden Globes, N BAFTA
Un par de corresponsales de noticias que hacen la crónica de los últimos días del corrupto régimen de Samoza en Nicaragua se encuentran bajo el fuego de ambos bandos.
Rara avis en la filmografía de Hollywood, muestra desde una mirada prosandinista acerca de la lucha revolucionaria en Nicaragua, a través de la historia de un grupo de reporteros norteamericanos que cubren el conflicto y se enfrentan a un dilema moral acerca del ejercicio de su oficio.
Dirigida por Roger Spottiswoode, toma como pilar el triángulo amoroso entre el fotoreportero Russell Price (Nick Nolte), la periodista Claire (Joanna Cassidy) y el reportero televisivo Alex Grazier (Gene Hackman), todos experimentados corresponsales de guerra que, tras cubrir la guerra en Chad, arriban a Nicaragua en 1979, poco antes del triunfo de la revolución sandinista.
A diferencia de otras tantas películas de la época que muestran a los periodistas en roles heroicos frente a contextos bélicos o dictatoriales, aquí se pone en tela de juicio la idea de la “objetividad”. El grupo de corresponsales se compromete con la lucha del Frente Sandinista de Liberación Nacional contra la dictadura y, de esta forma, abandona el rol de “intérpretes naturales” de los acontecimientos. También da cuenta del rol activo de las agencias publicitarias de Estados Unidos a favor de las dictaduras latinoamericanas.
En el comienzo de la trama, los periodistas se mueven en manada de un lugar del mundo a otro, atravesando las guerras con un aire de cinismo. “Te encantará esta guerra, hay langostinos baratos”, se comentan ni bien arriban a Nicaragua. Y cuando le consultan acerca de a qué bando pertenece, Price responde: “A ninguno, solo soy fotógrafo”.
Sin embargo, el vínculo con los revolucionarios se va estrechando y, cuando cae asesinado el líder máximo de los sandinistas, les piden que saquen una foto que documente que está vivo, para dilatar el arribo de ayuda bélica del gobierno norteamericano al régimen de Somoza. “Soy periodista, no hago cosas así”, insiste Price. En una conversación íntima, Claire le dice que con la fotografía podría ganar un Pulitzer. “Ya gané muchos premios”, responde. “Pero no la guerra”, argumenta Claire.
Como indican Sergio Wolf y Alejandro Vagnenkos, el filme “apunta a la cuestión de la verdad como una construcción efectuada por el medio y como el resultado de la tensión entre fuerzas e intereses que pujan por imponer su propia versión de los hechos”.
Está inspirada libremente en la historia real del reportero de la ABC News, Bill Stewart, quien fue asesinado a balazos por soldados de la Guardia Nacional de la dictadura de Somoza en junio de 1979. Como se reconstruye en la película, el camarógrafo que acompañaba a Stewart filmó el asesinato y esas imágenes luego se transmitieron en los noticieros de la televisión estadounidense. La indignación pública por el asesinato obligó al gobierno de Estados Unidos a abandonar su apoyo militar explícito al régimen de Somoza. Un mes más tarde, Somoza renunció y se escapó a Paraguay, donde fue asesinado por un grupo de sandinistas en septiembre de 1980. Pese a las críticas positivas, la película tuvo un rotundo fracaso en las boleterías.
Dirigida por Roger Spottiswoode, toma como pilar el triángulo amoroso entre el fotoreportero Russell Price (Nick Nolte), la periodista Claire (Joanna Cassidy) y el reportero televisivo Alex Grazier (Gene Hackman), todos experimentados corresponsales de guerra que, tras cubrir la guerra en Chad, arriban a Nicaragua en 1979, poco antes del triunfo de la revolución sandinista.
A diferencia de otras tantas películas de la época que muestran a los periodistas en roles heroicos frente a contextos bélicos o dictatoriales, aquí se pone en tela de juicio la idea de la “objetividad”. El grupo de corresponsales se compromete con la lucha del Frente Sandinista de Liberación Nacional contra la dictadura y, de esta forma, abandona el rol de “intérpretes naturales” de los acontecimientos. También da cuenta del rol activo de las agencias publicitarias de Estados Unidos a favor de las dictaduras latinoamericanas.
En el comienzo de la trama, los periodistas se mueven en manada de un lugar del mundo a otro, atravesando las guerras con un aire de cinismo. “Te encantará esta guerra, hay langostinos baratos”, se comentan ni bien arriban a Nicaragua. Y cuando le consultan acerca de a qué bando pertenece, Price responde: “A ninguno, solo soy fotógrafo”.
Sin embargo, el vínculo con los revolucionarios se va estrechando y, cuando cae asesinado el líder máximo de los sandinistas, les piden que saquen una foto que documente que está vivo, para dilatar el arribo de ayuda bélica del gobierno norteamericano al régimen de Somoza. “Soy periodista, no hago cosas así”, insiste Price. En una conversación íntima, Claire le dice que con la fotografía podría ganar un Pulitzer. “Ya gané muchos premios”, responde. “Pero no la guerra”, argumenta Claire.
Como indican Sergio Wolf y Alejandro Vagnenkos, el filme “apunta a la cuestión de la verdad como una construcción efectuada por el medio y como el resultado de la tensión entre fuerzas e intereses que pujan por imponer su propia versión de los hechos”.
Está inspirada libremente en la historia real del reportero de la ABC News, Bill Stewart, quien fue asesinado a balazos por soldados de la Guardia Nacional de la dictadura de Somoza en junio de 1979. Como se reconstruye en la película, el camarógrafo que acompañaba a Stewart filmó el asesinato y esas imágenes luego se transmitieron en los noticieros de la televisión estadounidense. La indignación pública por el asesinato obligó al gobierno de Estados Unidos a abandonar su apoyo militar explícito al régimen de Somoza. Un mes más tarde, Somoza renunció y se escapó a Paraguay, donde fue asesinado por un grupo de sandinistas en septiembre de 1980. Pese a las críticas positivas, la película tuvo un rotundo fracaso en las boleterías.
Manuel Barrientos y Federico Poore