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En una actuación que le volvió su consagración internacional definitiva, Penélope Cruz es Raimunda, quien luego de la muerte de su violento esposo debe llevar adelante su vida junto a su hija adolescente (Yohana Cobo). Y Carmen Maura -en su regreso al cine de Almodóvar luego de dos décadas- es su madre fantasmal, que regresa para cuidar a una hermana moribunda y busca solucionar cuestiones pendientes con sus hijas y una amiga del pueblo, Agustina (Blanca Portillo), que está muriendo de cáncer.

En ese universo, la televisión aparece primero desde el lugar de la audiencia y luego desde un papel más protagónico. En la peluquería que tiene la hermana de Raimunda en su hogar, las vecinas hablan de los programas. “Es que la telebasura tiene algo, yo cuando me siento delante de un televisor, no puedo dejarle. Me voy sintiendo cada vez peor, pero no puedo levantarme”, comenta una. Y la otra concluye: “Para mí, es como la droga”.

En otra escena, Agustina decide concurrir al programa televisivo “Dónde quieras que estés”, con el objetivo de hallar información sobre su madre desaparecida. Su hermana trabaja en la televisión “y le han salido tantos programas que ya se compró un piso en Madrid”. Al aire, Agustina cuenta su historia familiar, pero la conductora (Yolanda Ramos) le pide detalles cada vez más escabrosos de la vida íntima de su familia. Ante la reticencia, la presentadora revela que Agustina está allí porque busca financiación para un tratamiento contra el cáncer. Enojada, Agustina abandona el estudio y luego pide disculpas a sus amigas por haber asistido a la televisión.

La película tuvo gran éxito en la crítica y en las boleterías a nivel global, ganando dos premios en la competencia oficial del Festival de Cannes y brindándole a Penélope Cruz su primera nominación a los Oscar.